Apuesta

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Nico miraba por el retrovisor teniendo en su mano una lata de cerveza llevándosela a la boca, mientras manejaba escuchaba una canción popular en la radio sin prestarle mucha atención a las palabras de estas, en su mente solo estaban los sucesos de...

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Nico miraba por el retrovisor teniendo en su mano una lata de cerveza llevándosela a la boca, mientras manejaba escuchaba una canción popular en la radio sin prestarle mucha atención a las palabras de estas, en su mente solo estaban los sucesos de ese día en especial que lo hicieron tomar la decisión de estudiar derecho y una de las principales era un apuesto rubio al cual en los votos le juro amor eterno, junto a lealtad.

Bufo tomando el último trago de la lata para después lanzarla por la ventana con un bufido, gracias al alcohol en su organismo comenzó a sentir una molestia por su próximo exesposo, reprochado mentalmente por haber dejado la oportunidad que tuvo en su adolescencia y lo único medio bueno de todo fueron sus hijos quienes lo odian.

<<¿Valía la pena dejarlo todo?>> Pensó él, para después soltar una carcajada.

Ya no podía cambiar el pasado, solo deseaba saber por qué tomo esas decisiones, necesitaba recordar eso.

¿Por qué lo empezó todo?

.

.

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— Ay, ¡por favor! — exclamó con molestia.

Nico soltó un bufido al tomar el balón de baloncesto. Parecía que, aunque tenía la condición física de un atleta, era necesario que recordara cómo se jugaba. ¿No tenía memoria muscular? Era un lujo para alguien de su edad, simplemente poder practicar algún deporte sin sufrir en el proceso; una caída ya era peligrosa. Se sentía molesto, ya que necesitaba ser el mejor de su equipo para que lo reclutaran. ¿Cómo podría lograr eso? Nico recordaba con claridad las leyes de cinco estados, junto con los vacíos de estas, pero no sabía cómo dar un pase.

Se había tomado el lujo de evadir la clase de sociales; después de todo, no era necesario asistir a ellas, por lo que había tomado ese tiempo para entrenar.

— Vaya, jamás pensé verte fallar — dijo una voz masculina detrás de él.

Nico se sorprendió al voltear y ver al causante de su acción. Al principio no lo había reconocido hasta que captó la cicatriz en el ojo: era Luke, con una sonrisa que, aunque parecía amigable en sus ojos (gracias a la experiencia en estar con mentirosos), podía apreciar los toques de burla.

— Todos tenemos malos días — se defendió — ¿Qué quieres? — preguntó, arrugando un poco su rostro.

No le daba confianza.

— Solo pasaba — dijo con simpleza — Además, quería ver cómo estaría la próxima estrella — lo último lo soltó con un poco de burla.

— Está bien, por si te preocupaba.

Nico caminó hasta el carro de baloncesto y colocó la pelota que había tomado en el proceso. No le agradaba la presencia de Luke.

— No sabía que también hacías parte de la apuesta — dijo, soltando una pequeña risa — Aunque lo entiendo, era dinero fácil.

De vuelta al pasado | Solangelo - PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora