➜ Capítulo 5

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Eran las 3 de la mañana, y Marlene seguía dando vueltas en la cama, luchando contra el deseo de levantarse y buscar respuestas a ese enigma. Aunque quizás lo más fuerte eran sus ganas de leer ese libro, descubrir más sobre la primera bruja, las polillas, o la magia.

Volvió a girarse en la cama, dándole la espalda a la puerta como si pudiera ocultar la idea de que el libro del comienzo estaba allí, esperando que ella lo leyera. Al cerrar los ojos, soñó que tenía el libro en las manos y se despertó de nuevo. Al mirar el reloj, no había pasado ni media hora.

—¡Ah, por todos los dioses! Solo quiero dormir, me duele todo de tanto mover libros y cajas —se quejó a nadie en particular.

Esa noche, a pesar de sus intentos, solo pudo dormir intervalos de media hora, a lo sumo una hora, pero nada más.

Agotada físicamente y llena de desesperación por leer, se levantó finalmente a las seis de la mañana. Hizo ejercicios y, tras ducharse, tardó más tiempo del habitual en volver a arreglar sus rizos. Normalmente, por las mañanas, se peinaba y arreglaba el cabello con las manos, pero esta vez era un enredo sin definición ni forma.

Perder tanto tiempo en el baño no estaba en sus planes después de una noche tan mala. Decidió que mientras tomaba más café, traduciría la primera página del libro. Esta parecía estar escrita por otra persona, lo que podría arrojar más luz sobre el contenido del libro del comienzo o sobre cualquier otra duda que tuviera en ese momento.

A la primera página le siguieron la segunda, la tercera y hasta la cuarta. Justificaba su acto diciendo que lo hacía porque estaba escrito por la misma persona.

Ese autor había nacido muchos años después de la primera bruja, tal vez unos trescientos años, ya que ni él mismo podría establecerlo. En sus estudios de magia, vio que todas sus portadoras eran mujeres, ya que, al tener una sensibilidad especial hacia su entorno, podían abrir sus mentes para aprender. Él no era el primer hombre, pero era el poseedor del libro del comienzo, lo que, al estudiarlo, ampliaría su conocimiento y poder.

Entendió las diferencias entre los tipos de polillas: las viajeras que exploraban los sueños y recuerdos a veces por voluntad propia o al ser llamadas a un sueño; las videntes que veían cosas estando despiertas.

Las sanadoras podían con sus manos curar el cuerpo, mente y alma de los humanos; las culinarias que integraban remedios en sus recetas siendo como las precursoras de la medicina mediante pastillas, inyecciones y sueros, lo que de una forma que a todos le gustaba; las naturales que podían curar o ayudar, pero en lugar de humanos a plantas y animales

Las artísticas que calman y manipulan mentes con su baile, canto, música, actuación, pinturas y demás ramas del arte.

Y por último las elementales que manejaban los cuatro elementos, podían controlarlos en mayor o menor medida, algunos tenían tan poco dominio sobre algún elemento que simplemente esa parte de su magia entraba en hibernación. Según el autor, se creía que cada persona podía manejar solo uno o dos elementos.

Había otros tipos pero el autor decía conocer y haber visto de primera mano solo esos.

Al final de su explicación, decía que las llamaban polillas no solo por buscar la luz, sino también porque, al verla, ya no podían resistirse y acababa siendo su destrucción.

Esa parte del libro terminaba sin dar más información sobre la persona que lo escribió. Su caligrafía tenía un trazo más grueso y se veía torpe. Tal vez tenía una mala pluma y problemas en las manos, ya que algunos símbolos eran un poco más difíciles de diferenciar.

Estaba a punto de pasar a la siguiente hoja, que era de tono grisáceo, cuando su teléfono sonó. Eran sus padres, así que puso su mejor cara y atendió la videollamada.

Rumbo desconocido || ONC2024 (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora