El día pasaba mientras Marlene miraba por la ventana a cada momento esperando alguna señal o que apareciera en cualquier momento. Se lamentaba no tener celular o cualquier medio de comunicación.
El sol empezaba a bajar y el frío se sentía, el lugar no tenía ni luz y mucho menos calefacción. Así que fue hasta un sillón rápido y se hizo una bolita para evitar que el calor se le escapara.
Imaginaba que estaba podría ser una reversión de la caperucita roja mientras los lobos aullaban a lo lejos y se iban acercando a dónde estaba, pero no había lobos. Todo está en silencio. Al mirar por la ventana vio que estaba empezando a nevar.
Cerró los ojos e intentó dormir hasta que sintió el motor de un auto y el ruido de la gravilla mientras se acercaba a la casa hasta detenerse. Los faros le impedían ver bien el auto, cuando se apagaron vio que era un auto que no había visto antes y no reconocía la silueta de la persona que había bajado, pero si su forma de caminar.
—Marlene —gritó Andreas—. Tengo el álbum de fotos.
Él no podía ver el interior de la casa y Marlene agradeció haber escondido bien el libro en un soporte dentro de la chimenea.
Marlene no sabía dónde esconderse o forma de huir, por lo que optó por buscar algo con que defenderse. Los pasos estaban cada vez más cerca cuando agarró un banquito de madera que en algún momento debió haber tenido una meseta.
Andreas entró la casa y Marlene tiro el banquito con todas sus fuerzas, en lugar de darle en la cabeza le impactó en un brazo.
—¿Qué te pasa? —gruñó mientras se agarraba el brazo contra el cuerpo—. No vengo a hacerte daño, hasta traje el álbum de fotos que querías.
—¿Dónde están Diana y Niklaus? —No le despegó los ojos de encima mientras buscaba algo para defenderse—. Tú eres parte de ellos, estás del lado de Sabine. Ya lo sé todo, sé de su organización y la muerte de mí abuela.
—Ellos son prisioneros de Sabine. Si soy de esa organización, pero no estoy del lado de Sabine. Mira, no te he dado motivos para confiar en mí, pero tampoco para que intentes romperme la cabeza.
—¿Y ese día fuera de mí casa? Cuando estabas con Sabine y alguien estaba dentro —No estaba encontrando nada que pudiera usar en ese momento.
—La que estaba dentro era Lena. Ella fue la que entro varias veces a la casa y se la conocía por completo.
—¿Por qué me dices todo esto como si nada? ¿Acaso crees que así voy a confiar en ti.
—Por qué es información que necesitas saber. Tu familia está involucrada en todo esto. He leído los diarios de tu abuelo, los que Sabine robó hace años. Todo lo que decía sobre tu abuela me hizo pensar cosas, entre ellas los motivos que tendría para proteger ese libro y que nadie lo use. Si ella es tan buena ¿Por qué no usaría algo que haría el bien para todos? Y note que no era algo bueno. Solo quiero ayudar.
—No… no puedo creerte Andreas. No voy a confiar en ti —murmuro mientras analizaba como el se acercaba con el libro extendido.
—No espero que seamos mejores amigos y vayamos a recoger flores mientras corremos por el campo. Solo quiero acabar con esto y desaparecer ese maldito libro. Por eso te advertí ese día en el mercado, cuando te vi presa del poder del libro y por eso avisé a Diana que fuera por ti. Se lo que te paso, el libro encontró una debilidad en tu mente, tal vez la curiosidad y lo uso para hacer que lo uses.
—¿Cómo sabes eso? —interrogó Marlene mientras Andreas dejaba el álbum en el sillón y se volvía a alejar hasta cerca de la puerta. Sobre el álbum había una daga.
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Rumbo desconocido || ONC2024 (#PGP2024)
Fantasy"Portada hecha por Grecia Leal ( @GlowSpeech )." ••• Al revisitar la casa de tus abuelos, descubres un misterioso libro de hechicería en el antiguo sótano. A medida que te sumerges en sus páginas, te encuentras atrapado en un torbellino de magia, d...