Rumbo desconocido || ONC2024 (#PGP2024)

➜ Capítulo 10

Cada vez que Marlene cerraba los ojos podía ver la cara de su abuela y escuchar cómo le susurraba palabras de aliento y consuelo. Ella trataba de explicarle en medio de palabras atropelladas que la extrañaba, que sabía lo que hizo Sabine, la casa había sido invadida y que el libro estaba a salvo en su bolso. También le hablaba del dolor de Martha y los ojos de Lena.

Mientras sentía el bamboleo del vehículo al abrir los ojos vio como el camión iba una vez más directo hacia el colectivo dispuesto a matar a su abuela. Al cerrar los ojos no sintió el impacto y pensó que si no los abría, su abuela seguiría viva para siempre. Nunca jamás iba a soltar su mano. Cómo una niña perdida que al fin consigue volver a casa.

Después de un rato el vehículo paró, lo primero que sintió fue el frío en su cara y manos, después como su cuerpo era motiva, pero no tenía control mientras le dolían los brazos al ser cargada y los pies se arrastraban por el suelo. Al final nada.

•••

Despertó sin poder abrir los ojos del cansancio que tenía. Al intentar incorporarse le dolía la cabeza y sentía la garganta seca.

—¿Y ahora qué? —murmuró con la voz ronca.

Ya había perdido dos días por culpa del libro y tenía una vez más haberse dejado llevar por su influencia.

Miró a su alrededor y no reconocía la habitación, se asomó por la ventana, pero eso no ayudó a valorar dónde estaba. Escuchaba pasos que se acercaban cada vez más, así que fingió que dormía.

La persona entró a la habitación, dejó algo a su lado y después se sentó en la cama.

—Marlene —susurro con dulzura—, Marlene despierta. Soy Diana.

Abrió un ojo, no esperaba encontrarse con ella.

—Hola, ve siéntate y toma algo. ¿Te duele la cabeza? —Siguió hablando con voz suave.

—Me siento con resaca —confesó mientras Diana la ayudaba a sentar— ¿Dónde estoy?

—Desayuna mientras te explico y después tomas algo para el dolor de cabeza.

Marlene lo dudó un poco pero después empezó a comer el cruasán de jamón y queso, mientras iba tomando té caliente.

—¿Has leído el libro? —pregunto sacando el libro de debajo de la cama y dejándolo a la vista de Marlene—. Bueno, te explico. Tu abuela siempre tuvo muchos amigos. Entre ellos Martha y Niklaus, mí padre. Los tres conocían el secreto del libro. Tu abuela era una polilla del sueño, Martha podría curar con sus hierbas y mí padre… está relacionado al agua, pero no lo entiendo bien.

—¿Cómo terminé aquí? —Estaba bien un poco de historia, pero necesitaba respuestas a preguntas del ahora.

—Aunque no lo parezca a eso voy. Durante años hemos seguido la pista de Sabine tanto dentro como fuera de Alemania y Polonia. Cuando notamos los cambios que estaban ocurriendo, creímos que podría ser por el uso del libro. Cuando Sabine volvió fue una certeza más clara. Anoche fuimos a tu casa, por qué creímos que era lo mejor ponerte a ti y al libro a salvo. Además recibí un mensaje pidiendo que fuéramos lo antes posible. Y fue que te vimos bajo los efectos de la droga.

—Dime que es broma —murmuró a modo de queja—. Ayer… Lena me dio pretzel. Tal vez su madre les puso algo.

—Lena también es parte de la organización. Y si te lo preguntas Martha no, tampoco lo sabe. Creímos que era lo mejor para ella.

—¿Quién más es parte? —No podía creer que Lena fuera parte de algo así, aunque sabía que no debía idealizarla cuando apenas la conocía.

—Andreas. Aunque creo que de él no te sorprende —Marlene se quedó mirando a Diana, hasta que continuó—. Creo que antes que nada debes saber sobre la droga. La llamamos Cinnasomnia, a falta de otro nombre. Se caracteriza por su fuerte gusto a canela. Primero es el sabor, a los diez minutos te sientes relajada, a la media hora ya es difícil estar despierta. Cuando te encontramos, calculo que ya llevabas una hora después de consumirla, por el sueño ligero y las alusiones leves. No dejabas de llamar a tu abuela. Después caíste completamente dormida.