CAPÍTULO 3: La clase de pociones

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Harry despertó con una voz conocida. Ah, sí, era su amiga Hermione. El azabache abrió los ojos lentamente y vio a la conocida Hermione y a su fiel amigo Ron Weasley.

— ¡¿Qué coño hace ese rubio teñido abrazándote?! Creo que voy a vomitar... — exclamó el pelirrojo.

Harry, sin saber a qué se refería su amigo debido a que seguía un poco adormilado, inspeccionó un poco a su alrededor, y de repente vio como Malfoy lo abrazaba por detrás. Potter abrió los ojos, muy sorprendido de ver que Draco, al que había considerado una piedra sin sentimientos, estaba abrazándole.

El azabache apartó la mano de Draco cuidadosamente de su abdomen y se levantó de manera silenciosa.

— Madre mía Harry, tienes que contarnos como has acabado en esa situación. — dijo Hermione, divertida.

— Os lo cuento en clase, ahora me voy a ducharme. — respondió Harry.

Diez minutos después, Harry ya estaba limpio y cambiado, pero con su característico pelo despeinado. Se dirigió a la clase de el profesor Snape: aquel día tocaba pociones con Slytherin. El azabache se preguntaba si vería a Malfoy, aún seguía preocupado por su salud.

El trío de oro, ya reunido, entró a la clase. Habían llegado pronto así que podían decidir donde sentarse aquel día. Lo único malo es que las sillas estaban separadas de dos en dos y eso significaba que alguien se iba a quedar solo. Harry recordó que Hermione, unos días antes, le había contado que ella había empezado a sentir cosas por Ron, así que decidió dejarles sentarse juntos.

Cuando él aula ya se había llenado de alumnos, Harry se alegró de que nadie se hubiese sentado a su lado, no quería lidiar con un compañero pesado. El profesor Snape comenzó a explicar.

— Como veo que ya sabéis hacer las mezclas básicas, vamos a empezar a hacer pociones más conocidas. — comenzó a narrar Snape — Pero debido a que-

No pudo terminar la frase. Alguien acababa de entrar la habitación, interrumpiendo la explicación del profesor. Harry se dio la vuelta para ver y se sorprendió al ver que era ni más ni menos que Draco Malfoy, con una venda en el brazo pero con el tobillo ya recuperado.

Harry ahora se lamentaba de no haberse sentado con un compañero. La silla que estaba a su lado derecho era la única vacía en la clase, lo que significaba que Malfoy debía sentarse con él durante aquella clase.

Draco inspeccionó la clase con la mirada buscando un sitio libre. Aquel debía de ser su día de suerte, porque era la única silla vacía era la que se situaba al lado de Harry. Se dirigió al asiento y se sentó.

— Hola Potter. No me mires así, yo tampoco quería sentarme aquí pero, como verás, es la única silla libre. — dijo el rubio, respondiendo a la mirada de asco que le lanzaba Harry.

— Ya lo sé Malfoy, por si no lo sabes, tengo ojos. — replicó Harry.

— Vosotros dos, callaros de una vez o salir de mi clase. — dijo repentinamente Severus, queriendo continuar con su clase.

— Lo sentimos profesor, no volverá a suceder. — dijeron Draco y Harry al unísono.

— Eso espero. Bien, como iba diciendo, debido a que las pociones avanzadas son un poco difíciles trabajarán en parejas. Para no tener que volver a interrumpir la clase, la harán con el compañero o compañera que tengan a su lado. — dijo el profesor.

Harry no podía creerlo. Tendría que trabajar con un mimado durante varias clases. Parecía que el universo estaba contra él.

En cambio, para Draco, aquel era el mejor día de su vida. Había dormido con Harry y ahora iba a trabajar con él. Las cosas no podrían ser mejores.

— Oh, cierto, el trabajo se hará por vuestra cuenta ya que yo quiero avanzar temario. — añadió Snape, lo que hizo que algunos alumnos se alegraran y otros, como Harry, se molestaran.

¡Ahora incluso tendría que gastar su tiempo libre con Malfoy! Aquello ya era el colmo para el azabache.

Severus siguió con su clase, explicando cómo debían de hacer las pociones. Finalmente se acabó la clase. Harry se sintió aliviado, aquella clase se había hecho eterna y además, no habló nada con Malfoy.

[...]

Habían pasado ya todas las clases y el trío de oro se dirigía al gran comedor para comer. Se sentaron y comenzaron a charlar. Ron se burló de Harry durante un buen rato debido al genial compañero que tenía. Después, Hermione y el pelirrojo se fueron a la sala común de Gryffindor a hacer el trabajo de las pociones y Harry se fue a buscar a Malfoy. Lo encontró en un pasillo.

— Eh, Malfoy, ¿dónde vamos para hacer el trabajo? — dijo Harry, mostrando el poco entusiasmo que tenía.

— Vayamos a la biblioteca, no suele mucha gente, solo hay cerebritos por allí. No nos molestarán. — respondió Malfoy, intentando aparentar una expresión serena a pesar de que su corazón latía fuertemente por dentro.

— Me parece bien. ¿Vamos? — Dijo Harry, mientras señalaba en dirección a la biblioteca.

Draco asintió y los dos comenzaron a caminar. En algunas ocasiones, debido a la cantidad de gente que había por los pasillos, las manos de los chicos se rozaban, algo que hacía que la piel de Draco se erizara y que su corazón se acelerara. Finalmente llegaron a la biblioteca.

— Vayamos al final de todo, así tendremos más privacidad. — comentó Draco, a lo que Harry asintió.

Se sentaron y sacaron los materiales de su bolso. Continuamente, Malfoy sacó su libro y lo leyó en voz alta. El azabache sabía que Draco era muy bueno en pociones y que si sacaban buena nota sería gracias a él. Igualmente, no quería quedar como un estúpido que no sabía hacer nada para aumentar el ego del rubio, así que prestó atención a sus palabras y empezó a echar los ingredientes uno por uno en el pequeño caldero. Después, empezó a remover.

— Potter para, lo estás haciendo mal, deja que lo haga yo. — dijo Malfoy, molestando a Harry, que se estaba esforzando lo más posible.

— Lo quiero hacer yo. No voy a dejar que lo hagas todo tú para que luego se lo digas a Snape y que me quiten nota. — respondió el niño que sobrevivió.

— No lo digo por eso. Si sigues removiendo así, la poción explotará, y te pringarás de ella. Deja que te enseñe. — seguidamente, Draco colocó sus manos sobre las del azabache y rectificó su movimiento. Harry sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo al sentir las manos del rubio sobre las suyas. La delicadeza con la Draco que hacía el movimiento no se podía comprar con como lo estaba haciendo él antes.

Y Harry entonces acepto que tal vez, solo tal vez, estar con aquel chico no era tan malo.

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