CAPÍTULO 5: Preparativos

27 4 0
                                    

Ya se acercaba la noche de Halloween en Hogwarts, y todo el mundo hablaba de la fiesta que iban a organizar. Aquel año, los alumnos de séptimo curso habían decidido organizar una fiesta en el gran comedor. El trío de oro desayunaba: Ron zampaba, casi sin masticar, unas tortitas con mermelada de frambuesa, Hermione tomaba una infusión y un par de magdalenas y Harry... Bueno, Harry estaba ocupado con otra cosa.

El azabache miraba fijamente a cierto rubio de Slytherin. Admiraba su belleza, era fascinante. ¿Como podía ser aquel chico tan perfecto? Potter normalmente evitaba tener ese tipo de pensamientos porque, al fin y al cabo, él y Malfoy eran solo amigos, pero a veces no podía. Ni siquiera sabía si Draco era gay y últimamente estaba muy pegado a Pansy...

— Harry... ¡Harry! —exclamó Hermione, que estaba harta de ver que su amigo no reaccionaba.— Parece que alguien se ha enamorado...

— ¿Qué? No, para nada. Simplemente estaba pensando en asuntos míos. —intentó excusarse Harry, que se moría de vergüenza.

— Ya, claro, como si no te hubiésemos visto mirar fijamente a alguien de la mesa Slytherin. —dijo Ron.— ¿Quién de todas las chicas es?, ¿Pansy, tal vez? —añadió el pelirrojo.

— Ya os he dicho que no es nadie, no estoy interesado en ninguna chica. —aclaró Harry, disgustado con la idea de Pansy.

— Entonces, ¿A quien mirabas tanto? —preguntó la morena.

— ¡A nadie, dejadme en paz! —dijo finalmente el azabache, antes de irse de la sala.

Draco, que lo había visto todo desde su mesa, salió tras Harry. Lo encontró fuera, cerca del campo de quidditch.

— Hola Harry, te he visto salir corriendo de la mesa con tus amigos. ¿Tenías un petardo en el culo o que? —bromeó el rubio, intentando animar al azabache.

— Mira Draco, no estoy de humor, así que no me molestes tú también, ¿te queda claro? —respondió Potter, irritado.

— Tampoco hace falta que me trates así, solo quería animarte Harry. Estoy harto, me esfuerzo mucho en ser un buen amigo y me tratas como basura. —dijo Malfoy, herido.— Además-

El rubio no pudo terminar de hablar, porque Harry acababa de hacer algo que nunca pensó que haría con el Slytherin: lo abrazó. Y no fue un simple abrazo, era un fuertísimo abrazo lleno de sentimientos.

— Lo siento Draco. Sé que muchas veces te trato horriblemente, y te pido disculpas por ello. —dijo el azabache sin soltar a Malfoy.— Es que mis amigos estaban... Bueno, me preguntaban cosas que no les incumben.

— ¿Harry Potter pidiendo disculpas? Esto no se ve todos los días.

— Cállate. —dijo Potter. Harry sentía que en ese momento era muy, muy feliz. Por alguna razón, estar junto a Draco era reconfortante. Pero a veces no podía dejar de preguntarse la razón por la que su ex-enemigo lo trataba tan bien. Sabía que en parte, era una forma de agradecerle la preocupación que tuvo por él
el día que fue atacado por el hipogrifo, pero había algo que se le escapaba...

— Oye Harry, tenemos clases, ¿recuerdas? —dijo el rubio.

— ¡Mierda! Llego tarde a la clase con la señorita McGonagall! Debo irme. —respondió rápidamente el azabache mientras soltaba a Draco y se daba la vuelta para irse corriendo.

— ¡Adiós Harry! —dijo el Slytherin mientras veía al Gryffindor alejarse.

[...]

Después de las clases de la mañana, Harry fue a comer al gran comedor. Se disculpó con sus amigos, aunque les advirtió de que no le volviesen a hacer ese tipo de preguntas, y evitó mirar tanto al rubio, aunque le fuese difícil. Al acabar de comer, el azabache se fue a la biblioteca a esperar al rubio: desde que habían empezado a ir para hacer las pociones de Snape, aquello se había convertido en un hábito, incluso cuando no había nada que hacer.

Pasaron minutos, que se convirtieron en horas, y el rubio seguía sin aparecer. ¿Se habría enfadado por el abrazo?, ¿todo había sido una broma de mal gusto y Malfoy estuvo fingiendo todo ese tiempo ser amigo suyo, para sacarle información? Harry decidió dejar de pensar en esas estúpidas hipótesis y prefirió imaginar que Draco no tenía ganas de acudir a la biblioteca aquel día. Justo cuando el azabache se dirigía a la puerta, dispuesto a salir, se chocó con alguien. Al tropezar cayó al suelo y cuando levantó la mirada para ver quien era, sí, era él.

— ¡Draco!, ¿porque has tardado tanto? Pensé que no aparecerías, de hecho, estaba apunto de irme.

— ¡Harry! ¿te has hecho daño? —preguntó el Slytherin— Lo siento, Snape se ha enfadado esta mañana y nos obligó a hacer dos horas extras de clase esta tarde, se me olvidó decírtelo... —Malfoy hizo cara de pena, temiendo que Potter se enfadara.

— Oye, tranquilo, está bien. Pero ya he terminado todos mis deberes. Mucha gente de la clase está ayudando a decorar el gran comedor para la fiesta de Halloween. ¿Vamos?—sugirió el azabache.

— ¡Claro! —respondió el rubio. De pronto, sintió la mano de Harry tomar la suya, para llevarlo al gran comedor. La cálida mano de Harry contrastaba con su la suya, que siempre se mantenía fría. Sentía como si su corazón se fuera a salir de su pecho. Al llegar al comedor, la mano del Gryffindor por fin soltó a la del Slytherin, y ambos se acercaron a las numerosas cajas que yacían sobre las mesas. Cada caja tenía contenidos diferentes: unas tenían telarañas espeluznantes, otras tenían "bombas de humo" que en realidad eran globos con un hechizo de humareda en su interior, y en otras habían adornos y figuras para colocar por el salón, como esqueletos, arañas, fantasmas y demás.

Estuvieron al rededor de una hora decorando, hasta que de un momento para otro, las cajas desaparecieron y en su lugar apareció la cena. El gran comedor se llenó de gente, y tanto Harry como Draco se fueron cada uno a la mesa de sus respectivas casas. Malfoy se sentó juntó a Blaise, un chico con el que acababa de empezar a hablarse, y Pansy, su mejor amiga desde que entró a Hogwarts. Ya no se juntaba con Crabbe y Goyle debido a que, desde que se empezó a juntar con Harry, los chicos se alejaron de él.

— Chicos, ¿os he dicho ya que Harry me ha abrazado hoy?

— Sí, Draco, como unas cien veces. —bromeó Pansy, que ya estaba harta de escuchar a su amigo solo hablar de Potter.

— Oye Draco, ¿sabes que en la fiesta de Halloween va a haber un baile? Yo ya se a quien voy a invitar. —dijo Blaise, mientras le guiñaba un ojo a Pansy, quien se sonrojó.

— ¿Enserio? No tenía ni idea. Pero creo que esta más que claro a quien se lo voy a pedir. —dijo el rubio, refiriéndose a Potter.

— Eso si te atreves, claro. —dijo la pelinegra.

Malfoy puso los ojos en blanco y terminó de cenar. Después se acostó en su cama y se puso a pensar en cómo le iba a pedir a Harry que fuera al baile con él.

Finalmente, cerró los ojos y se durmió, deseando soñar con el azabache que tanto le gustaba.

¡Gracias, Buckbeak! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora