6. Ojalá que guardes el primer anillo...

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Coincidir era cuestión de tiempo. Cry ya había pensado en que sus caminos podían cruzarse tarde o temprano más por el hecho de trabajar en el mismo sector, pero coincidir en otro país parecía una trampa bien planeada.

—¿Eduard Matinconi? —preguntó una chica nada más Cry se adentró en el recinto.

Él contestó a su nombre e inmediatamente se lo llevaron a hacerle el fitting de los looks que no pudieron hacerle antes. Los modistas suspiraron aliviados al no tener que hacer ningún arreglo y comenzaron con la misma rapidez a organizar las prendas y la salidas con los demás modelos.
Cry ya se había acostumbrado a la rapidez a la que todo iba en los desfiles por lo que solo se dispuso a hacerles caso en todo lo que le dijeran sin estresar ni molestar a nadie.

—¿Eduard Martinconi? —volvió a preguntar otra chica entrando al backstage donde se encontraban todos los modelos, y antes de que Cry pudiera responder, esta ya lo vió con la mirada y asintió—. Ven conmigo, tienes que hacer la colaboración de Vogue.

—¿Que haré? —preguntó, pues a pesar de que su manager le había dicho que iba a salir en un video para Vogue, nunca le preguntó su función.

—No mucho, solo te tienes que dejar maquillar para un directo.

—¿Y ya?

—Si... Es que en realidad la colaboradora protagonista es la makeup artist, pero también te querían a ti de modelo por las visitas y tal. En fin, los de Vogue Spain ya no saben qué hacer para rascar visitas.

Cry asintió sin saber si la chica estaba siendo pasivo agresiva con él o con su trabajo pero se dejó guiar hasta llegar a otro cuarto también lleno de gente estresada.

El pelinegro le iba a hacer una última pregunta pero al observar detenidamente su alrededor y reconocer una figura que se sabía de memoria, sintió su corazón dar mil latidos por segundo. Sus manos frías empezaron a sudar y un nudo en la garganta empezaba a formarse al recordar ese sentimiento de culpa.
Estaba seguro de que esa castaña de pelo largo que ahora le daba la espalda era Yeri. Entonces rápidamente empezó a unir los no tan complicados puntos descubriendo que Yeri era la make up artist del video y que lo iba a maquillar a él.
¿Así de hijo de puta es el destino?

—¿Me escuchas? —la ayudante rudamente chasqueó sus dedos frente sus ojos sacándole de la pequeña parálisis que le invadió.
Cry tragó con pesadez y agachó su cabeza secando el falso sudor que sintió en su frente. No se atrevía a volver a mirar hacia Yeri porque le iba a resultar difícil no correr hacia ella y perder totalmente su dignidad.

—Perdón, el cansancio.

Quiso culpar a algo que ya era inherente a él, intentando a la vez auto-engañarse de que no era porque Yeri estuviera a pocos metros.
Tomó el control de su respiración y se enfocó en la chica que tenía enfrente que al parecer le intentaba decir algo.

—Vas a saber tú de cansancio... —murmuró la chica de mala manera—. Te decía que te debes de poner esta camiseta de tirantes —le arrojó dicha prenda y Cry no rechistó. Ya estaba acostumbrado a trabajar en ambientes tensos y no le iba a dar clases de educación a alguien con la que solo iba a trabajar unos minutos.

Cry se cambió en ese instante, pues no suponía ningún impacto para nadie cambiarse en pleno backstage de un desfile.
O eso creía él.

—¿Ese buenote va a ser nuestro modelo? —murmuró Carlos, asistente de Yeri, cuando vio a un alto chico lleno de tatuajes y de músculos a pocos metros sin camiseta.

Yeri, llena de nervios y con el corazón saltando, giró su cabeza de inmediato ya que sabía de quién de trataba.
Ahí estaba él de nuevo, luciendo tan imponente como siempre. Ella no lo recordaba con tantos músculos ni tantos tatuajes pero podía estar segura de que era el Eduard de siempre.

Separó sus labios para tomar una bocanada de aire, que entró por su pecho para liberarlo de esa presión que llevaba sintiendo por días.

Ahora no podía echarse atrás.

Yeri ya sabía desde que negoció la colaboración con Vogue quién era el famoso modelo que habían elegido. Pero era la oportunidad de su vida y no podía rechazarla.

Le costó meses, terapia y dinero superar su dolora ruptura, y creyó que podría superarlo definitivamente si lo volvía a ver y no volvía a sentir nada.
Porque estaba convencida de que ya no podía volver a sentir nada por el hombre a quien entregó plenamente su corazón y se lo devolvió roto tras engaños y mentiras.
¿Lo quería? Obviamente lo seguía queriendo. Yeri solo sabía amar a las personas que fueron importantes en su vida, y aunque después de su ruptura le deseó mil granos en el culo, aprendió que no podía odiar a una persona por la que sintió el amor más bonito que nunca había sentido, y se resignó a aceptar que el amor también tiene espinas.

Pero de la teoría a la práctica la cosa no era tan fácil. Cuando sus miradas se cruzaron no sintió ese sentimiento de despedida que deseó y esperó sentir.

Cry una vez se puso la camiseta no pudo evitar dirigir su mirada a la pequeña figura.
Y sintió su respiración fallar cuando vio que ella ya lo estaba mirando.

¿Sonreía? ¿Lloraba? ¿Levantaba la mano para saludarla? Solo siguió a la chica de staff hacia el set hasta que terminó de acortar la distancia con Yeri.

Sentía el corazón en su garganta.

—Ya está aquí Eduard, tienen máximo una hora porque el chico tiene que hacer más cosas —anunció cuando estuvieron más cerca del set.

Yeri no pudo evitar fruncir levemente su ceño, se supone que nadie lo llamaba Eduard.

—Bien, siéntate aquí por favor —indicó a Cry un chico del staff de Vogue y él hizo caso— Y vosotros colocaos también —se dirigió al duo de maquillistas—. Yeri, recuerda el encuadre.

Yeri asintió y se colocó cerca de donde Cry ya estaba sentado. Fingió ordenar el maquillaje, ya ordenado sobre la mesa, para evitar la mirada de Cry, porque bien sabía que sus ojos no se habían despegado de ella desde que se acercaron.

—Wow, eres muchísimo más guapo en persona —se adelantó a hablar el asistente de Yeri—. Yo soy Carlos, mucho gusto.

—Puedes llamarme Cry —le devolvió el saludo el pelinegro.

—Y ella es Yeri —no pudo evitar decir ya que se dio cuenta de que la mirada del ojiazul no se despegaba de su jefa.
"¿Será que le gusta? Sería emocionante ver a los dos juntos" pensó.

Yeri lo enfrentó para saludarlo y le extendió su mano.
Una pequeña sonrisa se asomó en los labios del pelinegro al ver que su mano temblaba, como esa primera vez que se vieron en Cancún, como aquella primera vez que le dijo que lo amaba. Todavía podía hacerla temblar.

Pero no solo se fijó en eso, sino que en uno de sus dedos destacaba aquel anillo con un sol a la mitad que le regaló con su primer pago como modelo.

Aceptó su mano acariciando dicho anillo, como un mensaje secreto entre los dos, algo que alertó a Yeri.

—¡Ya vamos a empezar! —anunció el chico del staff de Vogue—. En 3... 2... 1...

Lo que hay x aquí || CrymuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora