XXI

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Octubre, ya habíamos llegado a este mes, ya estábamos en otoño y empezaba a hacer frío, hoy es 17, eso significa que es mi cumpleaños, Jayson y yo estamos dando un paseo por la plaza, todas las personas vestidos con ropas abrigadoras, chamarras y pantalones, gorros, guantes y demás, las cafeterías están repletas, los árboles se han pintado de amarillo y naranja, y el viento, pues, igual de helado que en un día de octubre.

Jayson tenía su mano cubierta por un guante y estaba entrelazada con la mía, su cuerpo, más pegado de lo normal, me transmite una calidez y seguridad que me gustan. Él y yo pensamos en comprar algunos postres, pero su madre nos dijo que ella los prepararía, porque no confiaba en que estuvieran buenos los de las tiendas

-¿Quieres comer algo? -preguntó y me miró

-No realmente -undí aún más mi barbilla entre la bufanda que rodeaba mi cuello- ¿tú quieres algo?

Negó con la cabeza y volvió su vista hacia enfrente

Dios, que guapo

Incluso en esta temporada la plaza estaba llena de vida, al igual que en el verano, los niños están jugando cerca de la fuente mientras que las madres platican en las bancas del lugar

De algo que me di cuenta es que aquí nadie juzga a nadie, llevamos buen rato caminando agarrados de las manos y ni un solo par de ojos a volteado a vernos. Me acerqué más a Jayson cuando dos chicas pasaron al lado de nosotros, riendo.

También, ya tengo un mejor cuerpo, después de que Rose estuvo como loca pidiendo que comiera bien, me puse a hacer algunos ejercicios con Jayson, aunque casi todas las sesiones terminaban en besos y manoseadas encima de la cama, al parecer el ejercicio ponía caliente al cara de ángel obsesionado con un buen físico

Miré al cielo nublado y respiré hondo, la brisa fresca hizo que sintiera que se me sacaba la nariz. Llegamos a la dulceria donde trabaja Mia -porque lamentablemente es la única dulcería del pueblo-, decidimos comprar golosinas para pasar la noche viendo películas.

Entramos y paseamos por cada pasillo tomando lo primero que nos llamara la atención. Gomitas, paletas dulces y picosas, monedas de chocolate, churritos, de esas bolitas verdes de chocolate con menta de las cuales se me olvidaron su nombre porque en la bolsa no dice, y muchas cosas más.

Al momento de pagar se me hizo raro que Mia estuviera evitando mirar a Jayson a los ojos, aunque no creo que él se haya dado cuenta, estaba metido en su rollo en lo que le daba el dinero a ella.

Tomamos las bolsas y llegamos a una licorería para comprar cervezas y una botella de tequila

-¿Piensas emborracharte esta noche? -cuestionó en lo que salíamos del local

-No, en lo absoluto, no quiero hacer el ridículo frente a tu familia

-¿Cuándo fue la última vez que tomaste? -sonrió

Lo pensé un momento, la verdad es que no me acordaba

-Creo... fue... -Al fin me vino un recuerdo a la mente y sentí que se me coloraban las mejillas-, fue mientras tenía sexo -confesé casi susurrando

Jayson se sorprendió pero luego rió muy alto, las personas nos miraron un rato y yo intentaba callarlo

-El plan inicial era solo tener sexo, ¿okey?, ya guarda silencio -le di un codazo

Continuamos caminando y llegamos hasta el parque, dejamos las bolsas a los pies de un árbol y nos sentamos en los columpios, literalmente a hacer nada.

-¿Cuándo fue la última vez que tomaste tú? -retomé la conversación

-En la fiesta de un amigo, vomité en el vestido de su tía -sonrió con gracia- aunque hubiera preferido que fuera en el sexo -me miró

Mi último destino [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora