XXXVIII

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Un año y medio después

El día del juicio me ordenaron a cumplir una condena de dieciocho meses en la cárcel, cuando el juez lo decidió sentí que mi mundo se caía, como cuando te la pasas realizando una torre de cartas y por un soplido se derrumba completamente sin dejar rastro de que fue construida

Me despedí de mi familia, con la esperanza de que sus brazos al rededor de mi no se abrieran, de que no me dejaran al borde del risco que se estaba rompiendo, pedazo por pedazo.

Al estar en esa celda de un frío lúgubre, una simple cama olorosa, un inodoro sucio y unas paredes rayadas comprendí aquello que me hizo falta saber para seguir con mi vida.

Mientras yo siga caminando por las calles, respirando, tocando, sintiendo, mirando, mientras continúe haciendo todo eso, ¿puedo seguir esperando que el rumbo por el que voy me lleve a mi cuento de hadas?

Voy tocando el suelo terrozo con mis pies descalzos, sufriendo por cada piedra que me encuentro en el camino. Elliot O'Conell me lo demostró, pase a lo que pase nunca podré tener esa vida sacada de un cuento, ¿Por qué?, simple, no soy una princesa, no necesito que un príncipe azul venga a rescatarme, yo tengo que sacarme solo de mi torre, derrotar a mi dragón escupe fuego, valerme por mi mismo, pero... es difícil dejar de creer que ese hermoso caballero jamás llegará con su caballo a sacarme de apuros

Ahora sé que mientras yo pensaba que no valía nada para nadie, que absolutamente ningún par de ojos me miraría entre tantas personas, creaba mi propia historia con un final feliz, porque esto todavía no se acaba, justo hoy vuelvo con Jayson, mi querido prometido.

No hay razón para pensar que todo se acabó, las cartas que están en el suelo se pueden levantar y volverlas a poner en su lugar, las piedras del camino se pueden evadir, los trozos del barranco volverán a crear otro en un futuro. Todo se reconstruye, solo se necesita la voluntad para continuar

Un oficial llegó a la puerta de mi celda y la abrió, me llevó hasta la entrada, me entregaron todas mis cosas y de inmediato me puse el anillo que Jayson me había dado.

Cuando al fin estuve libre divisé una carretera enfrente de mi entre tanto desierto. A lo lejos, el motor de un coche se hizo sonar y en menos de un minuto ya estaba enfrente de mi un auto rojo con los vidrios polarizados

Se abrió la puerta del piloto y pude ver una brillante cabellera negra, unos lindos lentes para el cansancio, una bella sonrisa, un cuerpo sacado de revista de modelo. Del auto salió mi novio.

Se acercó a mí con cautela, como si fuera a morderlo y yo fuera una fiera en posición de ataque. Al instante me lancé a sus brazos, apretándolo lo más fuerte posible, su perfume invadió mi nariz y mis ojos comenzaron a aguadarse, mi garganta se sentía seca, la barbilla me temblaba, el corazón me iba como caballo desbocado. No quería soltarlo ni por un segundo, si lo hago, seguramente sentiré que perdí algo de mi

Jayson Morgan es una gran pieza de mi rompecabezas, con él me conocí y me amé aún cuando creía que ya lo hacía. Supe que la vida no era tan jodida y que puede llegar a ser algo justa, aunque me llevó con ella para sufrir dieciocho años, me compensó por mi esfuerzo, mandándome a este chico como un obsequio para ser feliz el resto de mis días

Cuando mi novio me bajó al suelo tuve una sensación extraña, aparte de que las piernas me flaquearon y pensé que caería de bruces al suelo, un hueco apareció en mi pecho, ese que sale sólo cuando quieres más de algo, cuando no te puedes permitir separarte de eso que tanto amas

-Te extrañé -dije al fin, entre sollozos y lágrimas

-Yo también -me sonrió y llevó sus labios a los míos

Mi último destino [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora