Wish: porque Disney podría haberlo hecho mucho mejor

El deseo de Simón

Asha continuó corriendo sin parar siquiera para tomar aire. Aunque no le gustaba demasiado su trabajo necesitaba el dinero para ayudar en casa y la información que obtenía en él para seguir con sus investigaciones secretas contra la corona.

Mientras iba a la carrera por las preciosas calles de Rosas algunos lugareños la iban saludando como si nunca hubiera pasado lo de hacía tantos años atrás; como si nunca se hubiera revelado contra los reyes, como si nunca la hubieran culpado de blasfemia,... Menos mal que atajaron su comportamiento a una regañina infantil por no haber concedido el deseo de sus padres y no a un verdadero y triste intento de revolución, si no, el odio a su persona aún estaría muy presente en sus vidas.

Casi sin aire frenó de golpe en el puerto al ver que no estaba el barco al que debería hacerle el 'Tour de los nuevos soñadores', que es la forma de llamar al paseo informativo de los nuevos residentes de Rosas. Odiaba con toda su alma fingir que todo era súper perfecto en el país y que todos sus sueños se volverían realidad al instante pero necesitaba ese trabajo. Al terminar una ronda tenía la necesidad de ir a su escondite secreto a dibujarle bigotes, verrugas y otras obscenidades a los carteles de sus majestades que de vez en cuando se llevaba de entre los miles que tenían en el puesto informativo para los nuevos residentes y visitantes. Era una muchacha muy correcta y educada para el público, de puertas para dentro no lo era tanto.

Con una mueca en el rostro fue a buscar a su jefe o a alguien a quien preguntarle sobre la no aparición de sus clientes. Valentino, que acababa de llegar,  se puso en marcha al poco con cara de pocos amigos. El pobre tenía aún las patas algo cortas e iba más lento que su dueña.

-Asha querida, el barco con los nuevos residentes llegará unos días más tarde de lo normal- le explicó uno de sus compañeros al verla llegar-. Que Magnífico les bendiga con su magia para que lleguen sanos y salvos a puerto, he escuchado que los mares andan algo revuel...

Sin darle tiempo para empezar una conversación ligera le interrumpió lo más educadamente posible. Cuando se aseguró de que podía marcharse sin parecer demasiado maleducada se dio la vuelta para empezar a hacer marcha. Al hacerlo se tropezó con Valentino. Él se quejó sonoramente mientras Asha seguía su camino sin prestarle atención, como no tenía trabajo se había propuesto ir a visitar a sus amigos. Ninguno de los balidos impidió que ella aminorara la marcha.

-Sí, sí, quejica. Menos mal que no puedes hablar, si no, esto sería una tortura.

Valentino le mordió los bajos de la falda como protesta. Antes de que Asha pudiera decirle nada salió corriendo hacia el gallinero de su amigo Safi, donde enseguida encontró un escondite entre la paja y las aves domésticas. La joven entró al poco como un torbellino para buscarlo, sus amigos Safi y Simón observaron la escena sin sorprenderse: Safi siguió buscando huevos y Simón siguió sin hacer nada en un rincón lleno de paja.

-¡Valentino! O sales o te cocino. No sé qué puedo hacer contigo, pero seguro que hay algún estofado que utilice carne de cabra o algo así- le amenazó ya harta. 

-¿Qué demonios te ha hecho el pobre cabrito?- preguntó una voz detrás suyo.

Dhalia había asomado la cabeza al escuchar sonidos raros desde la pastelería en la que trabajaba, que era el local de al lado. El resto de sus amigos siguieron a la chica de la muleta con delantal por detrás. Les gustaba estar cerca de la que consideraban la jefa del grupo para molestarla/hacerle compañía, y como Safi trabajaba cerca podían ir a verlo a él también cuando ella se enfadaba con ellos por retrasarla. 

Sin dignarse a levantar la mirada Asha se quejó con fuerza y se tiró al montón de paja que estaba revisando, no podía encontrarlo. El animal salió de entre las gallinas de al lado con una sonrisa de suficiencia balando una cancioncilla. Darío, el chico alto, delgado y con sombrero morado,  se agachó para acicalarlo un poco, estaba lleno de paja.