Mientras los reyes celebraban su victoria de anticipado Asha se rebanaba los sesos en su estudio. Tenía dos semanas para derrocar a los reyes y no se le ocurría ninguna manera efectiva de hacerlo. Tenía ideas, pero ninguna estaba al alcance de sus posibilidades: montar una revolución sin gente es imposible. Diez años no eran suficientes para confabular un plan efectivo ella sola en contra de un imperio de siglos de poder acumulado.
El estudio en el que se había refugiado para planear su ofensiva era una casita de madera entre los troncos de unos árboles grandes y robustos que había construido junto a su padre de pequeña tras insistirle un poco. Quería una casita de cuento de hadas como la de los cuentos que tanto adoraba, y su padre, como gran entusiasta de esos relatos, le ayudó encantado.
Tal construcción la habían hecho lo suficientemente grande como para contar con una gran mesa de dibujo inclinable desde la que hacía sus obras, varias estanterías llenas hasta arriba de libros de historia y una pared con varios posters pintarrajeados de los reyes y teorías diversas. Su último plan yacía abandonado en la esquina contraria desde un arrebato de Asha. Con cada año se volvía más y más impaciente y menos creativa, por lo que nada de lo que ideaba llegaba más allá de la fase de planteamiento.
Valentino se acercó arrastrando las pezuñas. En su boca llevaba un fragmento de uno de sus tantos bocetos. Quería intentar darle ánimos. Con ese acto solo logró entristecerla más. Ya no se sentía capaz de conseguirlo.
-Jamás lo podré lograr Valentino... No si estoy sola en esto- lamentó mientras lanzaba el boceto con el resto de sus planes-. Ellos son como dioses para la gente: ellos conceden deseos, controlan la buena fortuna, bendicen a la gente,... Llevan siglos controlando los tejemanejes en Rosas y yo... Yo no puedo demostrarles que son malvados sin pruebas. Y no las tengo Valentino, no las tengo...
Asha empezó a lamentarse mientras su cabra balaba suavemente para intentar consolarla. Nunca la había visto tan destrozada.
El tiempo premiaba y tan solo quedaban dos semanas para su décimo octavo cumpleaños, fecha en la que su deseo de derrocar a los reyes, su fuerza de voluntad, su esperanza, sería arrebatada. Probablemente aún podría seguir intentándolo, pero tenía la sospecha de que en cuanto los reyes tuvieran en sus manos su deseo la tacharían de traidora a la corona con graves consecuencias. Ya no era una niña pequeña.
Decidido a hacer algo por animarla, Valentino se plantó encima de la mesa a duras penas e hizo un golpe con sus patas para llamar su atención. Quería ayudar a su mejor amiga.
-¡Por todos los deseos, Valentino! ¿Qué haces?
La cabra le devolvió la mirada desafiante aún decidido a recuperar el espíritu guerrero de Asha.
-¿Porqué eres tan...? ¡Agh!
Asha procedió a seguir lamentándose sin prestarle atención. La cabra decidió inmediatamente que no quería seguir escuchando eso, así que fue a buscar ayuda en alguien a quien sí escucharía.
-Cielo, ¿qué sucede?
Sin pensar demasiado Asha se levantó como un resorte para mirar a su madre.
-¿Qué haces tú aquí mamá? ¿Quién te ha dicho dónde...?
En ese momento surgió Valentino detrás de Sakinae . Se había asomado y había sido pillado en el acto. Asha resopló de rabia.
-Por supuesto que la cabra tenía algo que ver...
Sakina ni se immutó por el comentario, ya sabía cómo era su hija y cómo era su relación con su mascota. Por eso tampoco se sorprendió por la curiosa decoración de la casita del bosque. Ya sospechaba de antes que Asha utilizaba la construcción como un estudio de dibujo y complots. La conocía bastante bien. Poe el contrario, Asha no conocía demasiado a su madre.
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Wish: porque Disney podría haberlo hecho mucho mejor
FanficÚnete a Asha en esta aventura donde tiene que aprender que a veces no sólo es necesario desear algo para que esto se haga realidad. En esta versión Asha tendrá que liberar los deseos de las malvadas manos de los reyes con la ayuda de sus amigos y u...