CAPÍTULO 1 | 𝐀𝐲𝐮𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐢𝐚𝐧𝐳𝐚.

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Desperté con el cuello adolorido, el ruido de la música que escuchaba Bill me levantó con una taquicardia terrible. Busqué con la mano el cuerpo tumbado de Andreas en la cama pero ya no se encontraba, que idiota fui al creer que estaría ahí.

Mierda.

Me levanté, tomé un baño rápido y me puse una ropa diferente, agregándole a ello la camisa que mandé a hacer de una talla grande para empezar el trabajo en la heladería. Antes de salir de la habitación con la mochila ví en la mesita de noche un papel. Lo agarré y vi que era el número de Andreas. Mientras caminaba a la primera planta anotaba su número en mi móvil para cuando esté listo... llamarle y hacerlo.

Era un chico atractivo y no quería quedar mal.

— Buenos días, tigre. ¿Ya estás de buen humor?

— No pasó nada, no me atreví.

— Oye... — Bill suspira en modo de tristeza colocando un sándwich de jamón en frente de mi junto con un jugo de naranja en cartón. — ¿Quieres hablarlo? uhm... no sé, ir a dónde un experto para que te ayude.

— Creo que hablarlo contigo está bien. — sonreí. — Tu eres el experto, ¿no? así que...

— Bill, ya me voy. — callé de inmediato y me tensé al oír la voz de su... ¿novie? agh, que complicado.

Ajá, de esa persona.

— Tom... — susurra Bill esperando una respuesta de mi parte pero me negué a responder. Estaba demasiado incómodo con la presencia de ese chique ahí.

Salí de la casa hasta mi auto casi corriendo sin esperar a Bill y fui de camino hasta la heladería. Era demasiado enorme cuando la ví. Ganaría un salario como para comprar un departamento a parte para mí, así ya no seguía escuchando a Bill coger con su...

— Mierda. — y ahí estaba de nuevo esa maldita erección tan molesta. Me bajé del auto tan rápido como pude y corrí hasta el baño. Me senté en el retrete y apreté los ojos tratando de pensar en otra cosa que no sea él cuerpo de mi cuñado. Sin querer bajé la mano hasta mi entrepierna y toqué.

— ¿Por qué? — susurré con los ojos cerrados. — Es un pecado lo que estoy haciendo. — dejo de centrarme en mi erección para poder hacer del uno y salir con mis actividades pero la voz de Bill empeoró. Me desesperó de una forma inquietante.

— Tom...

— Bill, vete... estoy haciendo mis necesidades.

— Oh, ¿no quieres que te tome de la manito para ayudarte? — bromea riéndose. Levanté las cejas y salí del baño para encararlo. Bill solo hablaba así cuando consumía marihuana y crucé los brazos, enojado. — ¿Qué?

— Lávate la cara, anda. Se nota que estás trabado y a los clientes no les causarías una buena impresión.

— Uhm... — analiza mi rostro de arriba abajo. — Ayer te ví espiandome con tu hermane, ¿puedo saber qué hacías ahí?

— ¿La verdad? — hablé después de unos segundos de tanto silencio.

— Sí... — entonces empujé a Bill al baño conmigo. Lo miré fijamente a los ojos mientras pensaba en la forma que quería decirle. — No me mires así, me dan ganas de apretar tus mejillas regordetas y verlas de otro modo.

No puedo hacerlo, me da nervios.

— Fue por accidente, estaba saliendo a caminar por la casa y me llamó la atención los ruidos extraños que hacías con elle, entonces... la curiosidad.

— ¿Viste como lo hice? ¿qué tal soy, eh?

— Bueno. — sonreí observando como hizo un pucherito triste. — ¿Qué tendría que decir?

•.¸♡ 𝐂𝐨𝐫𝐫𝐨𝐦𝐩𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐚 𝐓𝐨𝐦. ♡¸.• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora