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No me volveré a separar de ti

❛No me volveré a separar de ti❜

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— YA HECHAS LAS PRESENTACIONES DE HOY, A CENAR

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— YA HECHAS LAS PRESENTACIONES DE HOY, A CENAR. LUEGO tendrán un pequeño rato libre, hasta las 10 en punto. Luego volverán a sus salas comunes o, en el caso de los visitantes, a la Sala de los Menesteres — habló Albus Dumbledore y empezamos a comer. Hasta ese momento no me había dado cuenta del hambre que tenía, así que mi precioso filete y mis patatas duraron poco en el plato.

Luego de una cena, exquisita si me lo preguntaron, Nico y yo nos decidimos por caminar un poco y recuperar el tiempo perdido.

Nos sentamos frente al lago y nos sentamos el uno junto al otro apoyando nuestras espaldas en el tronco de un árbol. Sabía que a Nico no le gustaba mucho el contacto físico, pero lo había echado tanto de menos que me arriesgue a cargarme el momento apoyando mi cabeza sobre su hombro. Al contrario de lo que pensaba, tuvo un pequeño escalofrío y se mantuvo unos segundos en silencio, parecía estar acostumbrándose a la situación, y luego pasó uno de sus brazos alrededor de mi cuello y me acercó más a él en un ansiado abrazo.

— Te he echado tanto de menos, Pers. No es lo mismo sin ti — sin separarse de mí habló. Por su tono de voz supe que estaba a punto de echarse a llorar. Sinceramente, yo estaba igual.

— Yo también te he echado muchísimo de menos, Nico. No te imaginas cuanto — suspiré y deslicé mis manos por su cintura.

Nos quedamos un rato más abrazos en un cómodo silencio, mirando al lago.

—Yo sabía que no eras culpable —empezó a hablar y lo miré, pero su vista seguía fija en el lago—. No llegué a tiempo para votar, tampoco me echarían muy en cuenta, pero siento no haber estado como apoyo para ti y entiendo si estuvieras enfadada conmigo... —empezó a hablar tan rápido que apenas y lo entendí.

—Ey, ey, ey —lo interrumpí mientras cogía su mentón para que me mirara—. No es tu culpa. Sé que estabas moviendo cielo y tierra para demostrar mi inocencia, Nico. Bueno, no lo sabía en ese momento, pero me enteré después. Nico, solo saber que me creías... es más que suficiente para mí, Neeks —dije con una ligera burla lo último.

—Te lo voy a dejar pasar —dije sonriendo, refiriéndose a mi apodo. Luego cambió su cara a una mucho más seria—. Ahora no me voy a volver a separar de ti, nunca. Te lo prometo, principessa.

—¿Italiana? —pregunté con una sonrisa divertida. Él esquivó mi mirada sonrojado y asintió levemente—. Creí que nunca te escucharía hablar italiano. Suena muy bonito.

—¿Así que a la Neoyorkina le gusta el italiano? —preguntó con burla enmarcando una ceja.

—Me gusta si lo hablas tú —le dije con una sonrisa tierna, entrelazando nuestras manos. Al instante mis mejillas se tiñeron de un color carmesí, al igual que las del pelinegro a mi lado.

Me levanté tirándole la mano de Nico mientras me ponía de pie y, con una mano tiraba del hijo de Hades y con la otra miraba el reloj que me regaló Teddy por mi último cumpleaños, que era de un color claro precioso.

—Quería poco para el toque de queda, deberíamos volver — le avisé tirando un poco más fuerte de él.

Él rehusó a hacerme caso y se tiró de una forma dramática al césped.

—No quiero —dijo como un niño pequeño. Yo me arrodillé a su lado.

—Vamos, Di Angelo. No seas vago —me quejé con una sonrisa.

—Está bien —alargó algunas letras con un adorable puchero. Solté una risa, para luego dejar un corto beso en su mejilla y tirar con más fuerza de su mano. Él por fin aceptó ponerse de pie con las mejillas sonrojadas, al igual que las mías.

Caminamos entrelazando nuestras manos hacia la Sala de los Menesteres. Ya allí había tres puertas.

—La de la izquierda, para los semidioses. La del medio, para la segunda generación. Y la tercera, para la tercera generación, es decir, yo.

Cuando mis mejillas llegaron a su color normal, entré por la tercera puerta.

Viendo Persephone Jackson y El Ladrón del Rayo en HogwartsWhere stories live. Discover now