Capítulo 12 🐺

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KILLIAN

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KILLIAN

Hace un día que volvimos al palacio.

Me encuentro en el campo de entrenamiento con mi inútil ejercito.

¿El motivo por el cual mis guerreros son tan ineficientes? Son novatos, no saben absolutamente nada sobre lo que es la guerra, porque ninguno estuvo en una de ellas. Mi deber es prepararlos, tengo el motivo de su existencia entre mis dedos y el poder de decidir si sirven o no. Si no me sirven, los asesino.

Es una acción radical, pero es lo único que sirve para deshacerme de los inútiles.

En las Tierras Bravas no necesitamos lobos débiles, mi deber como capitán del ejército licántropo es crear un grupo de soldados fuertes, letales, inteligentes y valientes. Un armamento que nos proteja antes los demás seres sobrenaturales, por si una nueva guerra inicia y no nos atrapa desprevenidos.

Esa es mi penitencia.

Mi castigo.

Por todos mis pecados del pasado.

Llevo haciendo esto desde hace años, mandan a mi manada a los guerreros más inútiles y se los devuelvo siendo los más ágiles. Pero cada vez se me está haciendo más difícil, porque en mi mente solo existe Stella y no puedo pensar más allá de ella.

No creí que el lazo podía ser tan poderoso.

Se mete tan profundo en mi corazón, que no puedo controlarlo. Ella es mi Luna, porque un lobo necesita a una luna a quién aullar para mantenerse cuerdo, ella es la mujer que me dará la fuerza que necesito para seguir viviendo esta vida de mierda.

¿Pero como voy a presentarla si está embarazada?

Si Stella decide tener a su bebé, no puedo oponerme a ello y darle la espalda. Ella me pertenece, por ende el bebé también.

Tiene que haber una solución para que la ley licantropa no me impida casarme con ella. En cuanto se den cuenta que ese bebé que se gesta en su vientre, no es biológicamente mío, pueden apresarme por romper las leyes. Un delito más y me condenan. A los Alfas no se les permite adoptar, ni criar hijos con adn que no sea del mismo parentesco.

Encima Stella es una humana, y tampoco se me va a permitir casarme con ella por eso.

Necesita que la maldición licantropa entre en su ser.

Los hombres-lobo nos convertimos por una maldición, hace tantos siglos, como años tiene la tierra, que una hechicera poderosa nos maldijo a los lobos y nos condenó a ser mitad humano, mitad lobos. La historia es muy larga y me da pereza repetirla.

Luna MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora