STELLAUna cosa es ver un cuerpo desnudo cubierto de mugre, nadie va a pararse a mirar las curvas de mi cuerpo. ¿Verdad?
Otra cosa es estar ya limpia, revelando mi piel sin esa capa que me da algo de privacidad.
Cuando quiero darme cuenta, he pasado por unos pasillos con bóvedas altas y de color negro, en las paredes hay una plaga de enormes ventanales con cortinas oscuras que impiden el paso de los rayos de sol.
Me ha metido en una habitación que grita que es de él, por la cama king-size que encaja en el centro de la estancia. Tiene que ser suya, una cama así le pega demasiado. La decoración se parece a una que poseería la realeza, todo aquí lo es. Real. Enigmático. Elegante. Costoso. Ahora estoy dentro de un aseo propio de un rey, no que si debo huir o quedarme a ver la escena que está por venir.
Parpadeo observando la bañera de oro, que mide cómo dos yo.
—No me quiero bañar —dictamino.
En realidad si quiero, estoy mugrosa, tanto que puedo oler el asqueroso aroma que desprendo. Tomar un baño tranquilo, debería ayudarme a deshacerme de toda la mala vibra que hay pegada en cuerpo, y todas esas manos malvadas marcadas en mis extremidades...
De repente siento un miedo aterrador.
—Que cochina, Stella —gira la cabeza para bromear conmigo y sacar la lengua en muestra de asco —. Si sigues con la mierda en la cara, no podré comprobar si tu belleza aumenta.
—Que te importa —le espeto.
—Mucho, además estás arruinando el buen aroma de mi palacio.
—¡Oye! —grito molesta —. Usualmente no huelo así.
—¿Ah, sí? ¿Y como hueles?
—Mmm Huelo a... Mmm. No sé. ¡Pero por que te importa!
Doy pasos hacia atrás para apoyarme en la pared, está fría pero me ayuda a tranquilizar mis nervios. Mis mejillas están rojas por la vergüenza. No debería sentir atracción física por un hombre, cuando muchos de ellos abusaron de mí cruelmente y robaron mi virginidad. No debería ver a ningún hombre con ojos apasionados.
Y es algo que quiero repetirme varias veces, porque no quiero volver a sentir nada por alguien de mi sexo diferente.
Él no tiene la culpa de lo que me hicieron.
¿Pero y si termina siendo igual a todos ellos?
Cuando observo a Killian prender el grifo de agua caliente de la bañera, rebuscar en los cajones de los baños para encontrar sales aromáticas y jabones con olor rico, no puedo evitar que mis ojos se tornen hacia sus músculos, su rostro perfilado y sus labios carnosos.
Tengo que detener esos pensamientos.
—Quiero bañarme, pero no delante de ti.
Arropo mi cuerpo con su chaqueta.
Termina de echarle sales aromáticas al agua que está aumentando en la bañera, y se gira para observarme.
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Luna Maldita
Loup-garou+18 «Mi príncipe azul es el villano» . . . Cuando una muchacha aparentemente herida, llega pidiendo ayuda en la entrada de su manada, el duque licántropo no puede resistir esa inocencia en sus ojos y decide llevarla a su palacio para protegerla, gra...