Capítulo 17 🐺

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STELLA

—¿Eres capaz de irte sin avisar, princesa? Te voy a tener que educar.

Estoy totalmente paralizada por intensidad, no puedo creer que Killian se crea con el derecho de interrumpir este acontecimiento. La rabia sube por mi garganta, cargándola de palabras llenas de ira, pero, por alguna razón, simplemente me quedo mirándole como una estupida. Esos ojos tan brillantes, de un color oro, brillan bajo la luz del sol.

—¿Qué crees que estás haciendo? —mi padre cuestiona enfurecido, se remueve en el asiento trasero del coche.

Killian le cierra la puerta en la cara.

Pero que grosero es este perro.

—Asegúrense de que nadie salga de aquí —se dirige a sus soldados —. Y que lleven a la escoria a las mazmorras, a la más profunda de todas. Tengo una conversación pendiente.

Este idiota me está sujetando aún, con un solo brazo me sostiene muy posesivamente y con el otro utiliza su mano para acariciar mi mentón, sus dedos me causan una tempestad de picores placenteros. Me maldigo una vez más por sentir esto. No es bueno que sentimientos así surjan en mi.

—¡Killian, es mi padre! ¡Detente! —por fin me sale un grito —. No puedes hacer esto.

—Escucha, princesa. Tienes que escucharme y tranquilizarte.

Me aleja del coche mientras sus soldados comienzan a acercarse para sacar a mi padre, capturarlo y llevarlo hasta la mazmorra esa. Al chofer también se lo llevan, pero a otro lugar, me temo que mucho peor. Enfiló mi mirada hacia la persona que se supone que era mi aliado, pero puede que más bien sea mi enemigo.

Está jodiendo mi vida, yo debería partir hacia mi hogar.

—No te pienso escuchar nada, idiota. ¿Qué mierda te pasa en la cabeza? —vociferó enojada —. Es mi padre, y yo debería estar fuera de este mierda de sitio. ¡Quiero volver a mi hogar! Quiero estar en mi tierras, saborear su olor y hundir mis dedos en el suelo donde perdí a mis seres queridos. Y llorar, llorar mucho por todo lo que me hicieron.

La expresión de Killian se endurece, sus soldados desaparecen y solo quedamos nosotros en frente del enorme portón de la fortaleza.

—¿Te repudia vivir en mi hogar? —murmura inexpresivo.

—No, tu hogar es hermoso —las lágrimas pican en mis ojos.

Me suelta como si todo mi cuerpo quemara. Y entonces me siento fría, helada, anhelando un leve contacto de él nuevamente.

—¿Entonces?

—Simplemente extraño mi vida —le contestó haciendo una mueca —. Y de repente, cuando hay un poco de luz en mi oscuridad... Apresas a mi padre en tus mazmorras. ¡Que te pasa!

Me abalanzó contra él para lanzarle mis puños violentos contra su torso duro, está tan duro, tan fornido, que lo único que consigo es hacerme daño yo misma. Mis dedos crujen de dolor, pero logro aprisionarlo entre una parte de muro que sostiene el esqueleto de las grandes puertas del portón.

—Sé que es difícil, princesa. Pero no puedes dejarte engañar por viles mentiras, artimañas que usan los que te quieren hacer mal —me aguanta de las mejillas, observándome con ese brillo que aparece cuando solo me mira a mí —. No es tu padre, mi amor. No es tu padre. Él lamentablemente está muerto.

—¡No! ¡El está aquí! ¡Tú lo viste! ¡Vino por mi!

—Princesa, es un calumniador. Las brujas me ayudaron a ver la verdad —me explica, estoy arrancando un llanto incontrolable —De hecho, están esperando a que te sientas lista para hacer una sesión espiritista. Tus padres te quieren contactar desde el otro lado.

Luna MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora