Capítulo 5.

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Corazón de cristal, mente de piedra.

Los polos opuestos se atraen, bastante. Y por más que traten de alejarse del otro, siempre volverán a estar juntos. Es una atracción gravitacional, ambos no pueden vivir sin la existencia de su contraparte. Es imposible, es inaudito, es cruel. Ellos sufrirán las consecuencias si por alguna extraña razón deciden alejarse. Llámalo destino, llámalo coincidencia, sea cual sea el nombre que le pongas, volverán a encontrarse hasta que finalmente decidan quedarse.

Desde el primer día de tu creación siempre fuiste una persona centrada. Con un sentido de protección jodidamente alto, siendo leal hacia tu origen y luchando con valentía contra el peligro. Un ángel poderoso, admirable y precioso, eso fuiste. Hoy en día, estás manchada de impurezas. Suciedad demoníaca, ya no formas parte de la divinidad.

Sigues siendo preciosa pero, tu belleza es peligrosa.

Millones de años perteneciendo al infierno, dejó marca. Cualquier pecador lo sabría. Tus filosas garras, los colmillos duplicados en tamaño, la falta de bondad en tus ojos, las manchas en tu cuerpo, los deseos codiciosos que antes no tenías. Ese intenso deseo de tomar y destruir, se va intensificando cada día.

“No podrás ignorarme para siempre, Lucifer.”

Todavía sigues conservando un pequeño gramo de bondad, muy en el fondo de tu alma. Solo que es encapsulada por toda la maldad a la que has estado expuesta desde que llegaste aquí. Consideras que no eres tan cínica, conservas aunque sea un poco de humanidad.

Aunque no eres humana, no eres un ángel y ni siquiera eres un demonio. Entonces, ¿qué carajos eres?

Eres un desastre, esto empeora cuando estás cerca de este hombre. Tu capacidad de pensar sensatamente se esfuma y es reemplazada por este deseo de volver a enrollarte con él. Olvidas el desastre en que te convirtió, olvidas el hecho de que el ángel caído, justo a tu lado, te usó.

El mismo ángel caído que te está ignorando ahora mismo, evitando a toda costa mirarte y solo beber la sidra de manzana que le pidió a Husk. Es entrañable, puedes verlo temblar, una gota de sudor bajando por su frente. Estás muy cerca de él, invadiendo su espacio personal y causando un corto circuito en su cerebro. Esa idea de ponerlo nervioso te emociona, te llena de emociones perversas que desde un principio no tenías.

Los polos opuestos sí se atraen, el universo esté de acuerdo o no, lo harán hasta el final de los tiempos. Eres ignorante de ese hecho, tu crees que las almas gemelas no existen.

Ya perdiste a tu compañero destinado, da igual si esa estupidez sea cierto o no. Seguir viviendo después de haber perdido a tu alma gemela, es lamentable. La vida deja de tener sentido, tu existencia pasa a ser de segundo plano.

“No me hables, joder.”

Lucifer y tú son tan contrarios que empezarías a cuestionar como es posible que ustedes dos estén cerca por más de un minuto. Él podría lastimarte con facilidad y tú le devolverías la mordida con más fuerza simplemente para hacerlo arder en ira.

Tú eres frío, él es calor. Tú eres luna, él es sol. Tú eres caos, él es creación. Hasta un burro podría asegurar que ustedes no pueden estar cerca uno del otro.

No puedes evitarlo, él te atrae. Lucifer es lo único que te sigue sorprendiendo a pesar de estar viva por una eternidad. Posees una mente inquieta, tan creativa y facil de aburrir. Todavía te mantienes interesada por él, acercándote cada vez que te topas con Lucifer en tu camino.

Miel y Café. | Lucifer Morningstar.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora