Capítulo 9. [1/3]

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Te damos la bienvenida, felices de estar en familia

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Te damos la bienvenida, felices de estar en familia. Es nuestro festival y lo más especial es nuestra unión total.

Él es la representación de la divinidad en su diseño original. Mencionar que no es lo mismo ser la imagen de lo divino a ser la mismísima reencarnación de la bondad. La existencia del bien y el mal no fué por mera coincidencia, ambos coexisten por el otro. Porque, ¿cómo buscarías la salvación sin antes sufrir un poco?

Todos lo adoran, y él teme faltarle al Padre al ser venerado simplemente por ser un ángel hecho para servir y cantar la gloria. Lo entiendes, has estado en ese lugar antes. Sin embargo, dejaste que se defendiera por sí solo. Ya no estás en esos negocios así qué, no es importante tratar de proteger a alguien más. Después de todo, cada vez que has intentado intervenir en una posible desgracia, siempre resulta mal.

Cortar, desgarrar, retraer. Volver a presenciar la sangre derramándose, la agonía en los gritos de los demonios inferiores y escuchar la última respiración que emiten, es adictivo. Un poco de esa sustancia rojiza vital salpicó en tu mejilla, no te molestaste en limpiarla.

"No lo toques." advertiste, tus ojos brillaron en un intenso carmesí, reflejando el peligro que emite tu alma. "Ni una pluma deberá caer de sus alas, de ser así, les juro que les haré suplicar piedad al cielo." dicho eso, regresa el color natural de tus iris. "Y de nada servirá porque el cielo jamás escucha." sonreíste dulcemente.

Eso fué aterrador.

Los demás demonios que acompañaban al infeliz que se atrevió a tocar a Haziel, huyeron de ti. Queriendo salvarse del destino que tus manos podrían ocasionar. Patéticos. Estás muy cerca de conseguir tu objetivo, ninguna miserable alma humana o no humana impedirá que alcances tu meta final.

"¿Qué eres?" preguntó el querubín, quién desgraciadamente, se interpuso en tu camino. "No te conozco y sigues detrás de mí, ¡dejame en paz!"

"Calla, pastelito." arrullaste, dándole unas cuántas palmaditas en la cabeza. "Si deseas sobrevivir en el Inframundo, te quedarás y harás todo lo que yo te diga, ¿quedó claro?" agarraste su mandíbula, hundiendo tus garras en la suave piel de sus mejillas. Haziel se quejó del dolor.

"Monstruo." acusó, su voz transmitió miedo. Vaya, lograste causar temor en un pequeño ángel de rango mayor.

Eso dolió.

"Una vez que subamos, te comportarás y me guiarás a dónde están los Arcángeles." explicaste, hablando entre dientes para que nadie logre escucharte además de Haziel. "Le dirás a Charlie lo que quiere saber e irás con ella una vez que termines de darme lo que necesito."

Asintió de mala gana, el azul puro en su mirada se apagó gracias a la inquietud que presentaba.

Estabas actuando extraño, no eras tan cruel como todos lo hacían ver. Sin embargo, se sintió algún pequeño cambio en el aura que rodeaba tu alma.

Miel y Café. | Lucifer Morningstar.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora