La Culata Fantástica

Capítulo 7: La Máscara del Macho Camacho

Esta semana ha sido difícil, aunque personalmente solo he encontrado motivos para reír. Estamos llegando al final de nuestros años de estudio, y la mayoría de nosotros ya no tomamos las cosas tan en serio como antes. En nuestra clase, había un chico con una actitud campesina y testaruda, con el pelo tieso como una mecha de clavo, como se dice en la jerga. Cuando llevaba el pelo corto, parecía llevar un casco como el corredor de autos Meteoro o el protagonista de la caricatura kick Buttowski. Creo que se puede determinar como el estereotipo de ese compañero que tiene malas notas y es porfiado.

Su actitud altanera, como la de un patrón de fundo o un hombre rudo del campo, nos llevaba a pensar que era un macho Camacho en toda regla. Sin embargo, resultó ser solo una fachada para un mocoso inmaduro y llorón. Siempre se jactaba de no ser gay como los demás, insinuando que los que no tenían novia eran hombres de segunda o tercera categoría, e incluso homosexuales, debido a su incapacidad para conseguir una. Pero el chisme de la semana reveló la verdad.

Un supuesto amigo cercano nos contó que el supuesto macho Camacho fue encontrado llorando y golpeando puños contra la pared, encerrado en un baño. ¿La razón? Su novia lo había engañado con un chico universitario mayor. Cuando se enteró, le dio miedo pensar en lo que la gente podría pensar, y terminó encerrándose y golpeándose la cabeza contra el muro.

Ante tal revelación, mis compañeros se rieron a carcajadas, pero mi risa fue la más burlona de todas. Me encontré disfrutando del absurdo de la situación. Cuando el susodicho apareció, trató de confrontarme, molesto porque parecía que disfrutaba de su sufrimiento. Pero le recordé que no fui yo quien lo engañó ni quien anduvo divulgando sus vergüenzas por ahí.

Recordé los dichos de un viejo profesor "Dime como insultas y te diré de lo que careces".
El que afirmaba ser el más macho de todos resultó ser solo una niña insegura golpeando un armario para salir. 

Querido lector, ¿alguna vez ha conocido a alguien cuya máscara se haya caído y haya revelado quién era realmente?