𝗮𝗺𝗼𝘂𝗿 𝗱'𝗮𝘂𝘁𝗼𝗺𝗻𝗲 𓏲๋࣭࣪˖ hoonki

𝟎𝟑

La noche siguiente, Sunghoon se queda incluso después de cerrar, holgazaneando fuera del bar hasta que finalmente Riki sale.

Había venido a la hora del almuerzo con sus amigos idiotas, que reprendían y maltrataban a Riki tan implacablemente como siempre.

Se fue con ellos y regresó solo a cenar, y esta vez Riki no era el único camarero que trabajaba, así que tuvieron un poco más de tiempo para charlar.

Riki realmente no espera que Sunghoon todavía esté afuera cuando finalmente sale; hace frío, y ha pasado más de una hora desde que Riki lo echó para que pudieran comenzar a cerrar.

Cuando Riki sale por la puerta, Jung, a su izquierda, y Jon el cocinero que cierra la puerta detrás de él, un uniforme del ejército atrapa su mirada desde el otro lado de la calle y hace una pausa.

— ¿Riki? —Tararea jung, empujándolo con el codo. — ¿Sigue en pie ir a tomar bebidas?

— Uh —murmuró Riki, arrastrando sus ojos lejos de donde Sunghoon está apoyado en una farola. — Voy a pasar, en realidad, estoy un poco cansado —miente, mirando a Jung.

— Está bien —Jung se encoge de se hombros, ya de camino a la calle, con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo. — Cuidado caminando a casa, ¿sí?

— Sí, tú también —Riki llama, esperando hasta que haya doblado la esquina antes de correr por la calle hacia donde Sunghoon está esperando. — Vous êtes encore là, todavía estás aquí —sonríe, metiendo las manos en los bolsillos de su abrigo y mirando a Sunghoon a través de sus pestañas.

— Te dije que te esperaría —Sunghoon se encoge de hombros, sonriéndole.

— Tu es fou, estás loco —Riki ríe, sacudiendo la cabeza. — ¡Debes estar helado!

— Un poco, en realidad —Sunghoon asiente. — ¿Podemos ir a algún lado?

— Mi apartamento —dice Riki, asintiendo con la cabeza por la calle. — Ven entonces.

Sunghoon tiene que correr un poco para alcanzarlo cuando se marcha por la calle, pero los pasos de Sunghoon son mucho más largos y no le cuesta mucho esfuerzo.

— Hey —dice Sunghoon, golpeando
suavemente su brazo.

— Hey —Riki tararea, sonriendo a sus pies. Todavía no está nevando, pero huele como si fuera, con el aire crujiente frío contra su rostro.

— Lo siento, una vez más, por cómo te tratan los demás —dice Sunghoon en voz baja. — Son tan terribles.

— Terribles —Riki está de acuerdo, acento pesado. — Pero está bien. Sus palabras no pueden hacerme daño —dice alegremente.

— ¿Cómo eres tan positivo? Me aplastaría, ya sabes, si alguien supiera que yo soy... —se corta, gira la cabeza como para comprobar si alguien está escuchando.

— Te acostumbras —Riki se encoge de hombros. — C'est ce que c'est, es lo que es.

Se quedan callados un momento, hasta que llegan al apartamento de Riki.

El edificio no es muy alto, solo tiene cinco pisos, y está a un corto paseo por las escaleras hasta el apartamento de Riki en el tercer piso.

Riki se dirige directamente a la chimenea cuando entran, arrojando algunos trozos de madera y encendiendo un fósforo para calentar el lugar.

Siempre hace tanto frío cuando llega a casa que desea poder permitirse un calentador eléctrico.

Sunghoon explora poco mientras Riki se dirige a la cocina, preparándose un sándwich para su cena tardía. Ya es casi medianoche y no ha comido desde antes del trabajo.