¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
✨En la actualidad.✨
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los meses de embarazo de Felix eran una montaña rusa de emociones, y Hyunjin lo sabía muy bien. Como alfa, era él quien más sufría con los cambios de humor de su omega, especialmente cuando se trataba de su bebé mayor.
El primer mes había transcurrido sin complicaciones, casi como un sueño. Felix se sentía bien y disfrutaba cada momento del proceso. El segundo mes fue similar, pero comenzaron a aparecer los antojitos nocturnos: helado a las tres de la mañana, galletas con mermelada o incluso un poco de salsa picante. A pesar de las sorpresas culinarias, Hyunjin consideraba que era algo soportable; después de todo, el bienestar de su pecoso era lo más importante.
Sin embargo, los problemas comenzaron a manifestarse en el tercer mes. Felix experimentó constantes cambios de humor por las cosas más simples: desde la elección de la ropa que solía usar hasta la forma en que Hyunjin organizaba la casa. Cada decisión parecía convertirse en un gran dilema. Fue entonces cuando Hyunjin se convirtió en un experto en moda omega, recorriendo las tiendas locales en busca de prendas que hicieran feliz a su pareja. La mirada iluminada de Felix al probarse algo nuevo lo motivaba a seguir buscando.
Cuando llegó el cuarto mes, Hyunjin albergaba la esperanza de que las cosas mejoraran, pero se encontró con una realidad aún más desafiante. El humor de Felix seguía siendo impredecible y se vio agravado por las constantes náuseas que lo asaltaban. Era un verdadero desafío lidiar con los olores; incluso el aroma del café que tanto le gustaba a Hyunjin podía desencadenar un ataque de náuseas en su omega.
Una anécdota memorable ocurrió cuando Felix decidió echar a Hyunjin de su nido simplemente porque él olía ligeramente a otro omega tras una visita amistosa. El mayor tuvo que suplicar y prometerle un masaje para que su pareja lo dejara regresar al calor del nido. A veces, Felix parecía disfrutar un poco del poder que le otorgaba el embarazo, aprovechándose para recibir aún más mimos y atención.
