Al día siguiente, cuando vi a Laura, corrí hacía ella para darle uno de los abrazos más fuertes que he dado en la vida, la abracé tanto que no dudo que haya estado a nada de fracturarle una costilla.
- Pensé que ya no estarías aquí. – me dijo
- Estoy en donde debo y quiero estar. – contesté.
- ¿Y tú trabajo? – me preguntó.
- He renunciado, hay momentos en la vida en que hay que seguir al corazón.
Laura me besó y para no variar, nuevamente había lágrimas en su rostro.
- No me juzgues. – me dijo mientras escondía su cabeza en mi pecho.
Levanté su rostro y mirándola a los ojos le dije.
- Tú no tienes la culpa de todo eso malo que te ha pasado.
Ahí le pedí a Laura que acudiéramos con Luz a tomar terapia juntos de manera recurrente, yo me iba a encargar de buscar trabajo cerca y así poder seguir juntos.
Y así fue, todas las mañanas acudíamos con Luz para trabajar sobre nuestra persona y nuestras emociones, al salir, Laura entraba a la cafetería Azul para cumplir con sus labores y yo me dirigía a buscar empleo, a las 8 de la noche esperaba a Laura afuera de la cafetería para ir a cenar, a caminar o a platicar.
Nuestra relación poco a poco fue volviéndose más fuerte, podía sentir que Laura confiaba más en mí, pero algo no andaba bien, yo no encontraba trabajo por ninguna parte y eso me preocupaba bastante ya que el dinero se me estaba acabando. Llevaba así ya algunas semanas y entre pagar la renta del departamento, las terapias y la comida del día a día, mi bolsillo se hacía más limitado.
Nunca se lo dije directamente a Laura, pero me estaba quedando en la ruina, cuando ella lo comenzó a notar me dijo que hablaría con Norma para que me diera trabajo en la cafetería, pero me negué, también a veces me ofrecía dinero para que yo pudiera trasladarme a mis entrevistas de trabajo o incluso para que pudiera comer, pero también me negaba y no solo eso, a veces me molestaba que ella quisiera ayudarme así y es que yo me sentía inútil.
Un jueves caminando cerca de una iglesia, un niño me regalo una tarjeta, no la leí y solo la guardé en mi pantalón. En la noche cuando estaba cenando con Laura, al momento de pagar noté que no contaba con dinero, Laura pagó la cena y yo me sentía desesperado. Metí la mano en la bolsa de mi pantalón para ver si de casualidad tenía algún billete y solo estaba la tarjeta que me había dado aquel niño en la tarde, la aventé a la mesa sin leerla y Laura la tomo y leyó en voz alta.
- Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. Romanos 8:18
Cuando escuché la miré y noté una luz distinta en la mirada de Laura. Ella veía con atención la tarjeta.
- ¿Sabes que hay cosas que todavía me duelen? – me dijo
- Lo imagino. – contesté
- La terapia me ha ayudado, pero las heridas siguen ahí, a veces me vuelvo débil, pero tú me has apoyado bastante, ¿Qué hago ahora que tú estás débil? – dijo tocando mi mano-
Yo no supe que responder, los últimos días no habían sido los mejores para mí.
- Quiero ir. – me dijo
- ¿A dónde? – pregunté.
- Aquí. – contestó mientras me enseñaba la tarjeta.
En la tarjeta además de lo que leyó Laura, venían unas palabras en grande seguidas de una dirección. "Iglesia Nuevo Corazón".
Noté en la mirada de Laura un brillo distinto, así que acordamos acudir a la iglesia el domingo siguiente.
Fue una semana complicada, pero por fin se había llegado el domingo.
Laura se veía más hermosa que de costumbre, un vestido floreado adornaba su piel, yo opté por una camisa blanca.
La iglesia no estaba tan lejos de aquel parque en donde una tarde anduvimos en bicicleta, debo de confesar que nunca he sido religioso, mi familia siempre pensaba que ir a la iglesia y rezar era una pérdida de tiempo, pero la mirada de Laura me había convencido de ir.
Letreros de bienvenida nos recibían, no había imágenes de santos en las paredes, apenas y se alcanzaba a ver una cruz pintada en la pared, el sitio no parecía una iglesia, al menos no como las que yo había visto en fotos.
Las luces se apagaron y la música comenzó a sonar, las personas alzaban las manos y cantaban.
Minutos después, ya en la tercera canción, Laura se puso de rodillas, con la mirada al suelo y comenzó a llorar como nunca lo había hecho, intenté levantarla, pero una persona que estaba detrás de nosotros, con señas me dijo que la dejara ahí.
Laura se levantó, no me dijo nada y se sentó a escuchar lo que el pastor tenía preparado.
Antes de salir de la iglesia, una persona de la misma nos obsequió un folleto.
"Usa tus talentos con Dios", era el título del folleto, Laura lo guardo en su bolsa.
Esa tarde no platicamos de lo que pensamos o sentimos en la iglesia, que, a decir verdad, yo solo me enfoqué en Laura, pues nunca la había visto llorar así.
Aunque una frase que me dijo mientras comíamos elimino mi preocupación.
"Nunca me había sentido tan completa, como hoy".

ESTÁS LEYENDO
Las Últimas Lágrimas De Laura
Novela JuvenilA simple vista Laura es una chica como cualquier otra, pero para los ojos de Axel, ella, ademas de bonita, está inundada de penas que no la dejan reír. Secretos, dolor y lágrimas. ¿Lograrán los brazos de Axel rescatar la sonrisa de Laura?