Cuando desperté, tenía un par de llamadas perdidas de Leo, no les presté atención.

Salí de casa con el tiempo suficiente para ir a la cafetería, en mis manos había un sobre que contenía dentro el poema que escribí antes de dormir.

Llegué a la cafetería 5 minutos antes que Laura, yo ya bebía mi café, ella solo me miró y movió su cabeza de arriba hacia abajo, tal vez fue su forma de saludarme. su semblante seguía siendo triste, seguía luciendo gris, su mirada seguía viéndose sin motivación.

Antes de retirarme me acerqué a la mesa en donde ella atendía a una pareja.

- Me tengo que ir. –dije interrumpiendo.

Solo me miró y continuo su trabajo.

Sí que es rara, apenas un día antes pasamos horas y horas charlando y ahora ni una palabra me menciona. - pensé.

Tomé el sobre, lo puse en la mano que ella tenía desocupada y salí del lugar.

Llegando a la oficina me encontré con Leo, se notaba nervioso.

- ¿Por qué no viniste ayer? – preguntó.

- No estaba de humor. – contesté.

- ¿Qué? No es un buen momento para relajarse. – me dijo mientras me señalaba la oficina de Isaac, el jefe.

- ¿De qué hablas? Solo es una falta, no el fin del mundo.

Después de esto Isaac salió de su oficina y se dirigió a mí de manera irónica.

- Miren quien regreso de vacaciones, ¿Disfrutaste tu día libre? – me dijo en voz alta.

- Lo lamento, estaba muy cansado. – contesté.

- ¿Cansado?, ¿Cansado?, la empresa está a punto de irse al carajo y te das el lujo de no venir por estar cansado. Muy bien. – comentó.

- Isaac, relájate, nunca había faltado. – argumenté.

- No es momento para relajarse.

Parecía que se puso de acuerdo con Leo para decirme lo mismo.

- Iré a trabajar. – comenté.

- ¿Ya te dieron la noticia? – me preguntó Isaac.

- ¿Cuál noticia? – pregunté también.

- Si tan solo fueras responsable, ya sabrías. Dile. – le ordenó a Leo mientras se metía a su oficina.

Miré a Leo esperando una respuesta.

- Nos mudaremos. – dijo

- ¿Qué?, ¿Cómo que nos mudaremos?

- Sí, se vendieron las instalaciones y a fin de mes nos iremos de aquí.

- Entonces nos cambiaremos de edificio, ojalá el otro me quede más cerca para ya no despertarme tan temprano. – dije.

- No has entendido. No solo nos mudaremos de edificio, también de ciudad. – comentó mientras me daba una hoja.

Lo que me dio era el comunicado en donde la empresa mencionaba su nuevo cambió de domicilio, además de nombre. En el documento indicaba que todos los empleados también tenían que mudarse y que se cubrirían todos los gastos que estos cambios generaran. Vivienda, traslado y demás. Todo estaba programado para suceder dentro de 27 días exactos.

Al salir del trabajo caminé hacia aquel puente frente al río al que Laura me había llevado, miraba la luna y solo podía pensar en una cosa. "Me estaba enamorando de alguien de quien me tendría que alejar pronto".

Laura no me atendió al día siguiente en la cafetería, como sucedía de manera frecuente, llegó tarde y yo ya estaba saliendo. La vi dirigirse a sus actividades y solo le hice una seña de despedida.

Salí de la cafetería rumbo a mi trabajo y de pronto sentí como tomaron mi mano, volteé y era Laura, me abrazó sin decir nada, yo correspondí a ese brazo que me estaba alimentando el alma.

Fueron alrededor de 20 segundos en que no se necesitaron palabras, bastaba solo estar entrelazados.

Después Laura me miró, había lágrimas en sus mejillas, pero esta vez su mirada no se notaba triste, más bien reflejaba algo distinto, algo que nunca había sentido en ella.

Esperanza.

Las Últimas Lágrimas De Laura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora