Lana
La misma pregunta que me hacía mientras conducía a casa rondaba por mi cabeza en estos momentos.
¿Le diría hoy a papá?
Joder, este peso va a terminar matándome a mí que la misma noticia a mi padre, siempre que reunía el suficiente valor para encararlo me retractaba, buscaba otra excusa o simplemente daba media vuelta, hubo una ocasión en que casi se lo decía, pero terminé desmayándome, el doctor que me checó en casa nos dijo que era estrés y yo justifiqué que solo era la presión de la universidad.
Para terminar de joderla, él tampoco sabía que había cambiado mi especialización, en un momento de valentía cambié de Administrativo a Penalista, tenía guardado el secreto desde mi tercer año de universidad.
Sé que se preguntarán que a mis veinticuatro años mi padre sigue teniendo una influencia sobre mí, pero cuando estaba pequeña la mayoría del tiempo me la pasaba con mi madre y cuando mi padre me prestaba la más mínima atención lo único que quería era su aprobación, supongo era una costumbre para mí hacer lo que él pensaba que era lo mejor para mí, pero cuando noté que la especialización que había elegido no me llenaba por completo, decidí por una vez en la vida hacer algo que a mí me gustara.
Abrí la puerta de casa recibida por un olor muy familiar, incienso, a mi madre siempre le había relajado el olor, de pequeña a mí me mareaba, pero lo llegué a superar.
- ¿Lana eres tú?
- Sí mamá – contesté.
- ¡Estoy en la cocina! – anunció.
Dejé mi mochila junto al lado de mi puerta y caminé por la sala en dirección a la cocina.
- ¿Qué cocinas? – pregunté mientras me sentaba en un taburete y tomaba unas uvas de la barra.
- Crema de Espárragos – respondió mientras meneaba la olla, hice una mueca y ella lo notó - ¿qué fue lo que desayunaste?
Dudé en contestarle esa pregunta, mamá siempre había controlado mi alimentación, ella era bailarina profesional antes de casarse con papá, una lesión le había prohibido volver a bailar profesionalmente pero las costumbres nunca las olvidó, algunas bailarinas hacen lo que sea para mantener su peso controlado y comiendo casi solo una comida al día, lo único que podía hacer era ser maestra de baile y claro que yo fui una de las primeras en ser su alumna, no solo sufría con la comida en casa sino que siempre controlaba mi postura fuera y dentro de clase, después de un tiempo me acostumbre y cuando le comencé a gustar a los hombres me resigné, no estaba tan delgada pero lo menos tenía el cuerpo que muchas querían tener.
- Solo un café – puso los ojos de par en par - ¡pero tomé mucha agua!
- Lana desayunar por las mañanas no te hará nada bueno – me dijo - ¿Qué hay de las uvas que estas comiendo?
- Solo he comido dos – deposité las que sobraban devuelta al cesto.
- Comerás la crema y después te subiré un jugo para que el café se limpie de tu sistema.
- Pero el café es bueno – hablé.
- Pero causa ansiedad – dijo obvia – tenemos que evitar que te cause querer comer más.
Rodé los ojos y bajé del taburete, mientras tomaba un plato para servirme recordé el plan que tenía esta noche con las chicas.
- Hoy me quedaré a dormir en casa se Alessia, su padre se fue de viaje y no quiere quedarse sola, aprovecharemos para estudiar.
ESTÁS LEYENDO
Cara mia (Libro 1)
RomanceLana es la chica que nunca se ha metido en problemas, siempre hace lo que su padre desea y trata de complacerlo en todo lo que puede. Francesco define la palabra problemas en grande, no dejará que le quiten a Lana sin dar pelea y para esto tiene qu...