capítulo 12.

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Las cosas en la casa de villamil se habían vuelto extrañas desde esa llamada. Para empezar, makis evitaba cualquier contacto físico con el ojiverde, además que tampoco quería hablar del tema con los chicos pues en cuanto trataban de ayudarla, ella simplemente lo evitaba a toda costa.

  Luego de unos días, Makis al ver que esta situación se le estaba escapando de las manos, decidió terminar de contarles toda la historia a sus amigas, quienes luego de escucharla, le habían pedido que le contara a su futuro esposo lo que Martín le había dicho pero ella seguía negándose pues decía que lo mejor era mantener a Villa alejado de todo ese drama.

  Villamil por su parte estaba perdiendo las ganas de luchar contra lo que sea que a la azabache le pasaba pero sus amigos seguían insistiendo en que debía esperarla y darle tiempo pues lo que le sucedía no era fácil de afrontar y mucho menos de contárselo a otra persona.

  Cierto día la azabache y toda su tropa se encontraba en la sala terminando de afinar los últimos detalles para la boda que se llevaría a cabo en dos días cuando de pronto se escuchó el teléfono de la azabache una vez más.

  La pelinegra lo tomó dispuesta a contestar, mas al leer el nombre de Andrés de ángulo en la pantalla, decidió que no contestaría, pues sabía que si lo hacía, él la rastrearía y todo por lo que había luchado se iría al carajo.

  Oigan, tenemos que llamar a nuestra repostera estrella para que nos haga la torta de la boda. Recordó Alejo al mismo tiempo que Susana anotaba en una pequeña libreta que tenía en las manos.

  Cierto y lo tenemos que hacer hoy para poder llevárnoslo mañana a la finca. Comentó Olga con una sonrisa.

  También tenemos que reservar el hotel para el resto de los invitados que no sean de nuestra familia. Acotó Isaza y Susana seguía anotando en su libreta para luego tachar lo que ya hubieran hecho.

  Que no se nos olvide que en cuanto terminemos con esto, debemos acompañar a makis a buscar su vestido de novia. Dijo Laura y la menor de los Isaza lo resaltó en rojo.

  Bueno, entonces creo que ya está casi todo listo, pues con los Juan Pablo Ya elegimos la comida que se servirá en la fiesta. Informó Melisa tomando un cupcake que había en la mesita en la cual Susana estaba apoyada para escribir.

  Chicos tenemos un problema porque nuestra querida repostera no contesta el teléfono. Avisó Villamil quien estaba comiendo un trozo de chocolate que le había robado a su tocayo.

  Entonces busquemos a otra. Propuso la pequeña mirando fijamente su teléfono.

  Bueno, hay una repostera llamada Adriana Botero que según dicen es la mejor de Bogotá; de hecho, ella estará dictando un curso dentro de algunos meses y yo me tomé la libertad de inscribirte, espero que no te moleste. Informó el hojiverde haciendo que la pequeña dejara de mirar su teléfono y lo mirara directamente a él.

  ¿Y me aceptó? Porque no cualquiera puede ser su alumno, considerando que ella es muy exigente. Interrogó con cierto brillo en sus ojos.

  Sí por supuesto. Respondió y ella comenzó a saltar y gritar como una loca.

  ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡No lo puedo creer! Voy a tomar clases con Adriana Botero ¡la mejor repostera de Bogotá! Gracias Papo ¡eres el mejor! ¡Te amo!. Si tan solo ella supiera lo que esa simple frase causó en el castaño ojiverde.

  No te preocupes Makis, no es nada, sabes que haría lo que fuera por verte feliz. Comentó y en ese momento no lo sabía pero por cada acción que él realizaba tan desinteresadamente, ella iba cicatrizando poco a poco sus heridas y haciéndole un gran espacio en su corazón y si seguía así, makis estaba segura que él terminaría adueñándose de su corazón por completo.

  ¿Saben algo? Tal vez le suene un poco extraño pero así se llamaba mi mamá. Comentó la pequeña con nostalgia.

  Espera ¿no se supone que tu mamá se llama Alexandra?. Cuestionó Olga sorprendida.

  No, ella no es mi mamá, solo es la esposa de mi padre. Explicó. Supuestamente mi madre biológica murió cuando me dio a luz pero lo más curioso de todo esto es que con ella también se desaparecieron mis hermanos Juan Pablo y Santiago, quienes según mis papás no quisieron saber nada de mí porque me culpaban de la muerte de ella.

  Pero eso no es tu culpa. Dijo una Susana indignada.

  Sí pero cuando era pequeña, él me decía que la muerte de mi madre era única y exclusivamente mi culpa, porque si ella no me hubiera tenido, quizá estuviera viva pero con el tiempo yo comprendí que nada de eso tenía que ver conmigo y hace poco me enteré que ella seguía viva, pero no sé exactamente dónde está.

  ¡Claro! Por eso es que tu papá siempre te ha hecho la vida imposible, porque sabe que tú tienes cierta información sobre tu mamá y eso a él no le conviene, porque según mi mamá me ha contado, Adriana era su mejor amiga y entre algunas conversaciones le comentó que ella estaba feliz de tenerte, por eso supongo que si ella estuviera contigo, nada de esto te hubiera pasado. Habló la rubia sin percatarse de que todos esos pares de ojos curiosos estaban mirándolas fijamente y villamil iba atando cabos para tratar de entender lo que rodeaba a la pequeña azabache.

  Sí Olga Lu pero no creo que esa Adriana sea la misma, Así que creo que lo mejor será no hacerme ilusiones. Comentó la mayor y la rubia estaba a punto de rebatirle pero se escuchó el timbre sonar repetidas veces.

  Con paso rápido la azabache se levantó y corrió hasta la puerta y en cuanto la abrió, una mujer de aspecto joven y linda sonrisa estaba parada frente a ella con una gran caja azul con un hermoso moño morado entre sus manos.

  Hola buenas tardes ¿esta es la casa de Juan Pablo villamil?. Investigó la mujer de sonrisa amable mientras que Makis se quedaba congelada en la puerta sin pronunciar palabra alguna.

  Hola ¿esta es la casa de Juan Pablo villamil?. Volvió a preguntar al ver que la azabache se quedaba mirándola sin responder.

  Sí, esta es, pero ¿usted quién es?. Interrogó esta vez Olga quien para la suerte de la pequeña había aparecido detrás de ella seguida de todo el resto de su tropa.

  Yo soy Adriana Botero y Les traigo la torta que me pidieron. Informó la mujer cortésmente.

  A, sí claro, muchas gracias. Agradeció villamil tomando la gran caja con ayuda de los otros chicos.

  No es nada, espero que les guste. Dijo la mujer y estuvo a punto de irse, solo que la pequeña mano de makis la detubo.

  Un momento ¿usted... usted es... es Adriana Botero?. Cuestionó la chica aún sin poder creerlo.

  Sí, ese es mi nombre. Afirmó un poco confundida por la actitud de la pelinegra.

  Con esa afirmación por parte de Adriana, la cara de la azabache palideció por completo y estaba a punto de caer al suelo, Solo que las chicas la sostuvieron para que eso no pasara.

  ¡Makis! ¿Estás bien?. Investigó villamil asustado dejando la caja en el sofá que estaba cerca de ellos y corriendo a auxiliar a su futura esposa.

  Para este punto los chicos se habían despedido amablemente de Adriana y ella se había desaparecido, sintiendo que conocía a esa pequeña de algún lado pero no podía recordar de dónde.

  ¡No puede ser Papo! Ella... ella... ella... ¡ella es idéntica a la mujer que tengo en la foto!.

  ¿De qué hablas? Pequeña por favor explícate.

  ¡Ella se parece mucho a mi mamá!.

Un Juego Sin Reglas (Juan Pablo villamil & makis deángulo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora