capítulo 25.

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Papo...

  ¡Papo nada! ¿Quién mierda es este tipo? ¿Acaso es tu amante? ¡Responde María Cristina! Acaso me has estado engañando con él todo este tiempo?

  ¡No! Por favor Villa, déjame explicarte. Rogó con la voz entrecortada.

  No María Cristina, no quiero escucharte; en cuanto salgas de acá te pido que recojas tus cosas y te vayas de mi casa.

  Villamil tú no me puedes hacer esto y mucho menos ahora que estoy esperando un hijo tuyo.

  No te preocupes que a mi bebé no le va a faltar nada pero a tí no te quiero volver a ver más nunca en mi vida. Dicho esto, Juan Pablo abrió la puerta de la habitación y se fue dejando a una María Cristina totalmente destrozada.

  ¡Juan Pablo villamil Cortés! ¡Vuelve acá! ¡Por lo que más quieras escúchame! ¡Las cosas no son como piensas!. Gritaba mientras corría por los pasillos intentando alcanzarlo pero él era más rápido.

  Villamil llegó hacia donde se encontraban sus amigos y se lanzó a llorar en los brazos de su madre, quien se preguntaba lo que había pasado para que estuviera así, pero su respuesta llegó cuando la azabache se le volvió a acercar y le pidió que la escuchara, pero este volvió a decir que no y se fue de ese hospital sin escuchar lo que ella tenía para decir, mas lo que él no sabía era que muy pronto se arrepentiría por lo que estaba haciendo en ese momento.

  Los días fueron pasando y por fin le darían de alta a las pequeñas.

  Olga las buscaría y las llevaría a casa de Villamil para que ambas chicas pudieran recoger sus cosas e irse de allí lo más pronto posible, pero antes, pasarían por la farmacia a comprar algunos medicamentos que les habían recetado.

  Al llegar, la pelinegra subió hasta el cuarto que compartía con su esposo y al entrar lo vio hacostado en la cama abrazando una almohada.

  Sin hacer tanto ruido la chica se acercó hasta el armario, cogió una maleta y metió lo más importante en esta.

  Juan Pablo levantó la cabeza al escuchar que alguien había entrado a su cuarto, mas al girarse, se encontró con la chica quien caminaba de un lado a otro buscando sus pertenencias para meterlas en la maleta que estaba a su lado en la cama.

  Cuando se percató de la mirada del castaño sobre ella, rápidamente tomó la maleta y sin despedirse, salió del cuarto dispuesta a terminar con esto de una buena vez.

  Y Melissa ¿Ya bajó?. Preguntó al bajar a la sala seguida por el ojiverde.

  No. Respondió una Laura triste.

  ¡Melissa!.

  Aquí estoy, ya vámonos. Dijo la chica al escuchar el grito de la azabache.

  Chicas, por favor no se vayan. Suplicó Susana abrazándolas con todas sus fuerzas.

  Ai Susy, a nosotras también nos gustaría quedarnos con ustedes pero los Juan Pablo no nos quieren en sus vidas, así que no tenemos nada que hacer aquí. Habló la azabache con la voz entrecortada.

  ¿Y qué va a pasar con el grupo?. Interrogó la pelirroja.

  No lo sé, quizás podemos buscar la manera de grabar un demo y enviarlo a alguna disquera. Propuso la castaña.

  Pero eso lo tendremos que hacer antes de que nazca el bebé porque recuerden que ahora estoy sola.

  Claro que no estás sola Makis, nos tienes a nosotras.

  Lo sé bebé Lu pero sabes a lo que me refiero. Esas palabras acertaron el corazón de Villamil como dos flechas.

  Mejor ya vámonos. Sugirió Melissa a lo que Makis asintió con la cabeza y finalmente salieron sin saber que esa decisión fue la peor que pudo tomar Villamil, pues desde ese momento empezaría a perder todo lo que había logrado con la pelinegra.

  Si algo les pasa a las chicas, te juro que te las vas a ver conmigo. Advirtió la rubia tomando al ojiverde por el cuello de la camiseta.

  Escucha niña, a mí hijo no le vas a hablar así y mucho menos por defender a una cualquiera como ella. Atacó clemencia y Laura la miró con cara de cállate ahora.

  Oiga pedazo de vieja loca, a Makis la respeta porque usted no sabe nada de su vida, así que no tiene el derecho de acusarla; usted no sabe por todo lo que ella ha tenido que pasar, no sabe cuánto sufrió simplemente por estar en las manos equivocadas, así que cállese porque si no yo misma me voy a encargar de cerrarle el hocico.

  ¡Olga!.

  No Susana, esta vez no  pienso quedarme callada porque ya estoy cansada de que esta pendeja crea que María Cristina está sola por el simple hecho de que no tiene familia y que no tiene a nadie que la defienda; estoy cansada de que villamil crea que por el simple hecho de tener plata puede hacerlo que se le pegue la gana; ni siquiera fue capaz de escuchar a Makis porque es un orgulloso de mierda y solamente vale lo que él piensa o siente y no le importa nada pero saben qué, ya me cansé, no voy a seguir soportando que traten a María Cristina como si ella fuera un pedazo de plástico porque no lo es;ella es una persona, una persona que siente, que piensa y además creo que no es justo que sigamos haciéndonos los de la vista gorda cuando realmente sabemos lo que está pasando. y por si no les queda claro, juan Pablo con esto lo único que hizo fue ponerle a Makis en bandeja de plata a Martín, porque ahora sí que está completamente sola y no solamente ella, también están poniendo en riesgo la vida de melisa y no me parece justo, simplemente porque este imbécil  no sea capaz de escuchar y simplemente se deja llevar por lo primero que ve al igual que el estúpido de Juan Pablo Isaza.

  Olga basta por favor. Rogó Alejandro intentando calmar a la más pequeña.

  No Alejo, ella tiene razón; no es justo seguir de brazos cruzados como si a nuestro alrededor no estuviera sucediendo nada; ahora lo que me parece muy extraño es cómo pasaron las cosas porque si se ponen a pensar, es como si alguien lo hubiera planeado, es como si entre nosotros hubiera un traidor, porque ¿cómo es posible que Martín haya logrado entrar sin que nadie se diera cuenta?. Con esas últimas palabras de Laura, todos los presentes se pusieron a pensar un poco y llegaron a la conclusión de que la chica tenía razón, alguien los había traicionado y tenían que averiguar quién era, mas lo que ningúno sabía es que esas personas estaban más cerca de lo que ellos pensaban, y no era una sola, eran varias.

  Por otro lado, makis y Melissa se encontraban caminando por las calles de Bogotá buscando un hotel en el que pudieran pasar la noche cuando de pronto la más alta se empezó a sentir mareada, así que decidieron pararse un rato, mas en el momento en el que se distrajeron, alguien se paró detrás de la azabache Y le dio un golpe en la cabeza dejándola inconsciente.

  ¡Makis! ¡Ayuda por favor!. Gritó la castaña alertando a algunos policías que estaban cerca de allí; no obstante cuando la persona escuchó las sirenas, rápidamente tomó su arma y lo único que se escuchó, fueron dos disparos y las chicas cayendo al suelo.

Un Juego Sin Reglas (Juan Pablo villamil & makis deángulo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora