In Flames // 9-1-1 Fox

Treinta Y Dos

Mari no sabe lo que pasó. En un segundo, está inclinada sobre un paciente mientras Hen corre hacia ella mientras la puerta de la bóveda del banco se cierra y al segundo siguiente se queda dormida con los sonidos de Eddie y Bobby gritándole que se mantenga despierta. 

Debe haber sido algún sueño loco. ¿O fue un sueño? Recordó que Christopher la había despertado esa mañana como de costumbre.  Eddie aprendió rápidamente que mientras que la latina de cabello oscuro parecía gastar una gran cantidad de energía, pero solo después de tomar un poco de café. Entonces hicieron un trato. Los días que se quedaba a dormir, Mariana dormía hasta tarde mientras Eddie levantaba a Christopher, lo preparaba para ir a la escuela y preparaba el café. Christopher despertaba a Mariana y la saludaba con su abrazo matutino antes de que el paramédico comenzara a desayunar. Sin embargo,

Christopher ya la despertó. Había preparado huevos con tocino antes de que ella y Eddie dejaran a Christopher en la escuela y se dirigieran al trabajo. Bien? 

"-ana! Mari, despierta."

Parpadeó, adormecida, y abrió los ojos una, dos y una tercera vez antes de darse cuenta de dónde estaba. 

"Oh, ¿qué diablos?" gritó la mujer de cabello oscuro, saltando hasta sentarse. Su visión se nubló por un segundo y gimió, agarrándose la cabeza en un intento de hacer que el mundo dejara de girar. 

"Estás bien. Hen y tú quedasteis noqueados con el tipo de la bóveda", explicó Eddie. Un brazo se deslizó a lo largo de su espalda y suavemente la bajó hasta el suelo mientras una luz brillante invadía su vista. Ella gimió y cerró los ojos, luchando contra la linterna. 

"Lo siento", murmuró Eddie. "¿Cómo te sientes?"

"Nunca he tenido resaca, pero estoy empezando a pensar que así es como se siente", gruñó, girando la cara para que su muslo bloqueara la luz que entraba. Su mano enguantada acarició su mejilla y ella suspiró.

"Los paramédicos los transportarán a usted y a Hen al hospital y estaré allí en cuanto terminemos, ¿de acuerdo?"

"Estoy bien", murmuró. "No tienes que preocuparte por mí".

"Quizás no sea necesario, pero quiero hacerlo".

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Un día después, Mariana se encontró en un lugar en el que pensó que estaría antes. Un goteo intravenoso de solución salina y una siesta de ocho horas más tarde y ella se sentía de nuevo a la normalidad. Sin embargo, en el momento en que se despertó de su siesta y le dieron el alta del hospital, Crystal la llevó a casa, donde se vistió y la policía la detuvo de inmediato bajo sospecha de complicidad en un robo. 

En definitiva, un viaje jodidamente salvaje de veinticuatro horas. 

"Como pueden ver en el video de la bóveda, estaba inconsciente", anunció Mariana. "Claramente había estado haciendo mi trabajo antes de desmayarme y terminar en el hospital. Así que no tengo idea de dónde crees que tuve el tiempo o la capacidad para robar algo de dinero".

"Usted fue la distracción, por supuesto", afirmó simplemente el detective Mercer. Mariana contuvo el giro de ojos que amenazaba con salir a la superficie. Les había prometido a Athena y Bobby que se comportaría bien. La latina se movió en su silla y frunció los labios, con el ceño fruncido mientras trataba de entender de qué diablos la estaban acusando. 

"Ahora, hemos escuchado de sus compañeros de equipo que se consideran familia. Ese debe ser un tema delicado para ustedes, sin mencionar los múltiples informes disciplinarios que sus antiguos capitanes han escrito", agregó el detective Wash.