Problemas tras problemas

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-Escúchame por favor Franco, sé que te hice mucho daño pero cometí un error- Rosario se acercó a él y lo tomó de el rostro pero franco solo se alejó con clara indiferencia.

-Yo te amo Franco, no he podido dejar de pensar en ti, y no sabes como me arrepiento de lo que pasó- Era una cínica, no entendía como se había dejado manipular tanto por aquella mujer.

-Pues yo por ti ya no siento nada Rosario, y es más creo que nunca lo hice. Y te voy a pedir que no me vuelvas a buscar que no quiero tener problemas con tu noviecito.

-Franco, Franco por favor no finjas mas- Rosario le seguía dando guerra tomándolo del brazo sin dejarlo ir.

-Yo se que te lastime, pero si me das una oportunidad te aseguro que sere solo tuya- Franco retiró su brazo del agarre de la cantante bruscamente.

-No más Rosario, no estoy interesado ni lo estaré.

-¿Estás con alguien? ¿Es eso cierto? Por eso no volviste a buscarme- Franco se quedó callado un momento no queriendo confesar todo a Rosario.

-Eso no tiene nada que ver, tú tomaste tus decisiones y yo ya no quiero nada que ver contigo. Por favor no me busques más.

-Ella jamás te hará tan feliz como yo Franco Reyes.

Le cerró la puerta dejándola con la palabra en la boca.

Pero Rosario no se la iba a dejar tan fácil, iba a averiguar de quién se trataba y haría lo imposible por recuperar a Franco.

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Llevaba días sintiéndose enferma, y el trabajo arduo de la hacienda no hacían más que empeorar su malestar. Se sentía sumamente débil y cansada. Mas aparte los atropellos de Fernando que no hacía más que entrometerse en sus labores desde que a su madre se le había metido la idea de que él era el hombre de la casa, a pesar de que Norma ya se había divorciado de él.

Y para colmo cada vez le era más difícil encontrarse a escondidas con Franco, no era el caso de Norma, cuya relación hace poco había salido a la luz y había optado por irse a vivir a casa de su amiga Emilse.

Suertudas, tanto ella como Jimena que podían ver a sus respectivas parejas sin problemas. A Sara por su parte le tocaba aguantar los corajes y desplantes de su madre. Estaba al borde de un colapso nervioso y extrañaba horrores a su novio.

Se despertó esa mañana con un fuerte mareo, no le dio importancia a el principio hasta que se vio en la necesidad de correr al baño a devolver el estómago.

Si seguía así tendría que ir al médico, no era normal aquello.

Trató de seguir con su día normal pero la cabeza le dolía como si fuera a explotar en cualquier momento.

-Sara!- Maldita sea no tenía cabeza para pelear ahora.

-Se puede saber con permiso de quien le diste el día a Olegario- Fernando siempre buscaba algo que reclamarle, le encantaba dejarla mal frente a su madre, como si no tuviera la capacidad de dirigir la hacienda.

-Fernando, ya te he dicho que respeto que mi madre te haya dejado a cargo de los negocios de mi papa, pero en lo que a la hacienda concierne me corresponde a mi.- No podía creer como pensó tanto tiempo que Fernando era un buen hombre, cada día confirmaba más la basura que era ese tipo.

-Te equivocas Sara, tu mamá confía plenamente en mis capacidades para dirigir tanto los negocios como la hacienda. Una sola palabra mía y te relevan de tu cargo, agradece que soy benevolente y te permito jugar a la hacendada.

El verdadero amor perdonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora