¿Estamos Listos Para El Amor?- Everlark.

Katniss Everdeen.

Katniss.

Me despierto gracias a sonido de la puerta y las cortinas abriéndose, lo cual provoca que el sol entre por los grandes ventanales de la habitación, por lo que me bajo más el antifaz para que no me pegue directo a los ojos, pero no tiene caso ya que todo ese ruido quiere decir que ya llegó Sae para ayudarme a dar un baño, cepillar mi vestido, ayudarme a ponérmelo y peinarme.

Sae, es una mujer de unos 50 años, era la doncella de mi madre cuando tenía mi edad, lo que quiere decir que Sae tenía unos 22 años, y hasta el día de hoy sigue siéndolo. Se supone que a las doncellas se les despide cumplen los 35 años, pero mi madre no lo ha hecho gracias a que Sae es muy buena en su trabajo, y ella nunca ha faltado el respeto a nadie de la familia, nunca hemos tenido problemas con ella y mi madre le tiene mucho aprecio, por lo cual me conoce desde que yo nací así que además de ser también mi doncella es mi nana, a la cual aprecio mucho al igual que mi madre. La doncella Me tiene mucho aprecio ya que mi madre me dijo una vez que ella estaba casada, pero su marido la dejó cuando se enteró que ella no podía tener hijos, por lo que me ve como la hija que nunca tuvo.

―Señorita Everdeen, yo sé que no se quiere levantar, pero su madre se pondrá furiosa si no baja a tiempo para el desayuno, como el día de ayer ―dice quitándome las sabanas de encima.

Sé que ella se preocupa mucho por mí, y no le gusta que me meta en problemas, pero no me siento comida desayunando con mis padres, ya que siempre me preguntan que cuando pienso casarme o si no tengo ninguna idea de quien sería la persona con la que me quiero casar, porque ya se me está pasando el tiempo y nadie se va a querer casar conmigo si estoy vieja e infértil.

Y no es que no me guste que mis padres se preocupen por mí, pero lo que pasa es que yo no quiero casarme con nadie por obligación o porque mi tiempo se está acabando, sino porque me quiere por mis sentimientos y no le importe mi aspecto o porque lo están obligando a casarse conmigo y tampoco me siento preparada para casarme, pero creo que eso no lo entienden mis padres, ya que no es que les preocupe lo que yo pienso, sino lo que la sociedad piense de mi o mejor dicho de ellos, puesto los Everdeen siempre han sido una de las familias más prestigiadas a lo largo de los siglos, por lo cual debo de mantener la imagen de la familia al igual que mi hermano Finnick.

Sae me ayuda a darme un baño, para después ayudarme a poner el vestido ya que primero tengo que ponerme la ropa interior, y una faja la cual hay que entrelazar los listones en la espalda, apretando todo lo que sea posible, o mejor dicho hasta dejarme sin aire, por lo cual tengo que agarrarme de la cama para no caerme, después la falda y por último el Corsé, el cual es el más difícil ya que también se cierra por la espalda por medio de listones y botones, y gracias a que con la faja casi no me puedo mover me es imposible colocarme el corsé correctamente y necesito la ayuda de Sae para hacerlo.

Por último me peina, y cuando termina me tiende un pequeño paquete envuelto en papel de color marrón mientras dice.

―Feliz Cumpleaños Señorita Everdeen, aún me acuerdo del día en que nació, su madre estaba histérica ya que el médico no llegaba, pero se calmó cuando la tuvo a usted en brazos y ni hablar de su padre que estaba de lo más feliz puesto que usted era la primera niña Everdeen que había nacido desde hace 9 generaciones, y no puedo creer que ya hayan pasado 20 años desde ese día ―tomo el paquete y lo abro.

Es una libreta de color verde claro, y unas hojas de color amarillo gracias al tiempo y al polvo dándole un aspecto más elegante, la abro y paso las manos por las hojas las cuales se sienten raposas al tacto, cosa que me gusta, ya que hacen que la tinta corra con mayor facilidad.

―Muchas gracias Sae, es muy hermosa, no tenías por qué molestarte ―digo mientras me levanto y la abrazo para mostrarle mi gratitud.

Las muestras de gratitud hacia las doncellas no son muy comunes ya que no son bien vistas ante la sociedad, pero gracias al cariño y afecto que mi madre y yo le tenemos a Sae es algo muy común aquí en la casa.