Prólogo

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Daba vueltas en el aire mientras las tiras colgantes se enrollaban fuertes en su cuerpo. Más no le lastimaban, sentir la presión de la tela en su piel era la mejor sensación del mundo.

Dió más y más vueltas, se aferraba a las tiras cada que tenía que volver a subir para practicar el mismo movimiento una y otra vez.
Estaba a tres metros del suelo, practicando su presentación para la competencia internacional de danza aérea.

Al principio le pareció tonto participar, porque claramente su fuerte era la danza contemporánea y no tenía nada que ver la danza aérea con eso. Excepto porque se empezó a sentir muy cómodo practicando una vez que inició. Se estaba esforzando mucho para pasar a las finales, no había sido un problema derrotar a los otros concursantes, pero el que debía de ser su contrincante final era de hecho tan bueno como él.

—¡Eso es Jiminnie! —escuchó unos aplausos y se detuvo de su ardua rutina para empezar a deslizarse por las tiras delicadamente hasta tocar el suelo —. Estás haciendo un excelente trabajo.

—¿Usted cree, señor Jeon?

—Claro que lo creo, eres el mejor en lo que haces.

El hombre mayor de acercó a Jimin, él alzó su mano hasta posarla en la cintura estrecha del menor para acercarlo aún más. Park no dejaba de ver sus ojos cafés claros, se había quedado embobado en la belleza de ese hombre. Él era siete años mayor que Park, pero aún así no le importó, su corazón se había encaprichado con ese hombre que siempre lo apoyó en sus sueños, ese que le prestaba total atención siempre y sonreía cada vez que lo veía practicar. Estaba enamorado.

—Señor Jeon...

—¿Todavía sigues diciéndome señor?,  ¿luego de todas las veces que hemos hecho el amor sigues llamándome así?

Las mejillas de Jimin se tiñeron de rojo y agachó su cabeza, el agarre en su cintura no se soltaba y le fascinaba la posesión con la que el hombre lo trataba, y la delicadeza con la que lo hacía suyo le gustaba.

El hombre tomó su mentón haciendo que el pelirosa lo viera a los ojos, y con lentitud se acercó hasta posar sus labios en los suyos y moverlos en un beso lleno de amor.

—Eres el mejor, nunca lo olvides —dijo Jeon cuando tuvo que separarse.

—Gracias por siempre estar para mí.

La sonrisa de Jimin fue radiante. Sus ojos se cerraron al mostrar su felicidad y el hombre no hizo más que darle una sonrisa a medias y torcida ante el dulce gesto.

—Sigue ensayando. Nos vemos cuando termines.

—Adiós.

Con mucho pesar Jimin soltó la mano del hombre mayor para verlo desaparecer entre la oscuridad de las filas de las butacas del teatro. Con una sonrisa boba volvió a su puesto debajo de las dos cintas color lilas y enrolló una de ellas a su pierna desnuda, empezando a subir poco a poco hasta elevarse a cuatro metros del suelo y empezar con su rutina nuevamente.

Desde el segundo piso lo observaban dos hombres, ambos avariciosos, ambos dispuesto a todo con tal de quitar del camino a ese chico. El menor de ellos se había vendido por dinero, para asegurar que el pelirosa no ganara la competencia.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó el viejo con un sombrero que lograba tapar a medias sus facciones.

—¿Tienes el dinero y las escrituras?

El hombre sonrió y le tendió una carpeta, en donde adentro se podía ver un cheque y el título del teatro. El menor sonrió maliciosamente observando el botón con el que tensaban las telas en las que el pelirosa estaba entrenando.

—¿Estás seguro de lo que estás por hacer?

—Completamente seguro —respondió el chico sin titubeos.

Lo vió por última vez, talvez aquello podría causar su muerte, pero no le importaba. Al fin había obtenido lo que quería, lo que tanto había anhelado. El chico era dulce, era sincero, pero demasiado inocente.

—Lo siento Jimin.

Presionó el botón apartando la mirada de la escena. Solo pudo escuchar el estruendo de las cadenas safarse del cordel de metal y el jadeo sonoro del menor antes de impactar en el frío escenario.

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Super cortito, ya sé
¿Pero qué dicen?
Aquí empieza la trágica historia llena de traición y mentiras.

Stay Alive (YM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora