Capítulo 3

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—Lo siento —dijo apenas Jimin. 

En realidad, el trasfondo de su disculpa era el hecho de verlo de una forma tan inapropiada. Aunque era imposible no hacerlo, lo sentía también, por el hecho de su autorreproche por ser un hombre casado. 

—No se preocupe, debí decirle que lo hiciera lento —su vecino se levantó, su ropa chorreando de agua —. Probemos otra vez, pero está vez despacio. 

Jimin asintió, sin ser capaz de emitir una sola palabra por el temor de que de sus labios se escapara un vergonzoso jadeo ante la excitante Imagen. Se volteó antes de seguir haciendo el ridículo y fue nuevamente hasta el sótano, giró con demasiada lentitud el grifo y solo entonces todo pareció normal. Sin recibir una negativa, subió las escaleras para encontrarse a su vecino en el pasillo. 

—Bien... mi trabajo aquí está hecho— empezó a caminar hacia la salida, y quizás estaba loco por estar haciendo eso, pero en un impulso tomó la mano del azabache impidiendo que siguiera caminando. 

—Lo siento —dijo apartando su mano con rapidez, como si el tacto quemara —Yo —levantó su cabeza viendo los orbes oscuros puestos en él —... espéreme un minuto. 

Casi corriendo fue hacia su habitación, y solo entonces se dejó caer en la cama de boca. 

—¿Qué estás haciendo Park? ¡Joder, estoy casado! —gritó sobre el colchón, sin posibilidad que lo escuchara. 

Se levantó y fue directo hacia el armario. Sacando algunas prendas del bolso de su primo. Si, a lo mejor hacían talla con él. Salió con las prendas en mano, viendo al hombre de pie, recostado en la pared con los brazos cruzados. 

—Tome —dijo poniendo frente a él la ropa. 

—¿Y esto? 

—Señor Min, soy incapaz de dejar que se vaya así después de ayudarme —Yoongi solo lo observó, tomando las prendas un poco confundido —. Por allá está el baño. Se puede cambiar ahí, si quiere tomar una ducha, siéntase en la libertad de hacerlo —el pelinegro asintió y caminó hasta allá, perdiéndose por la puerta. 

Jimin se apresuró hacia la cocina para preparar café, era lo menos que podía hacer por las molestias causadas. Unos minutos después el hombre estaba en el marco de la puerta de la cocina. Jimin se volteó para verlo. 

—¿Le gusta el café, señor Min? 

—Si

—Tome asiento entonces. 

Jimin sonrió aliviado, pues los papeles encima del desayunador no salieron afectados por la situación. A pesar que en el grifo de la cocina también hubo una gran fuga. Observó cómo el hombre veía con curiosidad los manuscritos, intentaba apartar la vista pero siempre la devolvía al gran manojo de papeles con mucha curiosidad. Jimin sonrió, se veía bastante tierno. 

—Son manuscritos de novelas —respondió a la pregunta interna de Yoongi. 

—¿Es escritor? 

—No, trabajo como corrector en una editorial. 

—¿Puedo? —preguntó señalando los papeles.

—Claro. 

El hombre tomó uno de los manuscritos y se sentó en la banca cercana, apoyó los codos sobre la plataforma de madera y concentrado empezó a leer, moviendo de vez en cuando los labios. Era atractivo, demasiado en realidad. 

Sus pensamientos iban subiendo de tono conforme lo veía más y más, conforme veía cada movimiento tosco y varonil de sus manos, sus rasgos eran sin duda una obra de arte. No fue hasta que el sonido de la tetera hirviendo le hizo salir de sus ensoñaciones, que se dió cuenta de que era peligroso mirarlo por mucho tiempo. 

Stay Alive (YM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora