Capítulo 1

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Con un suspiro cansado lavó sus manos. La necesidad de un descanso le gritaba al oído, tenía que hacer tantas cosas que no sabía por donde comenzar. Y la verdad tampoco tenía que hacer nada interesante o importante como para preocuparse tanto, era una mezcla estúpida de pensamientos los que rondaban en su cabeza.

Observó con una sonrisa la mesa entre los sillones de la sala de estar, en donde se encontraban los manuscritos de dos novelas que tenía que corregir y ver si estaban bien redactadas antes de aprobarlas y mandarlas en documento a la editorial en la que trabajaba.

Jimin hace años que laboraba desde su casa como editor en una prestigiosa editorial. Le encantaba su trabajo, pero mezclarlo aveces con las labores cotidianas era un dolor de cabeza, todo era un dolor de cabeza desde hace diez años atrás.

Agachó la cabeza intentando ahuyentar el sentimiento de arrepentimiento. No, él jamás se arrepentiría de su hijo, de su pequeño bebé. Pero, talvez si se arrepentía de ese accidente que le había costado su carrera y cinco años en coma, porque talvez si no hubieran sido por eso las cosas fueran diferentes. Tocó disimuladamente su vientre, en dónde resaltaba sobre su piel la cicatriz que le dictaba el nacimiento de su hijo, recordándole que aquél no era un sueño.

Entre nebulosas a penas recordaba los primeros días luego de despertar en el hospital, rodeado de cientos de cables y maquinas que lo mantenían con vida, un dolor de cabeza inmenso se había apoderado de él. A partir de ahí las migrañas de vez en cuando no lo dejaban conciliar el sueño. Fue terrorífico darse cuenta que había pasado cinco años inconsciente, siendo ajeno de todo a su alrededor.

Diez años después, esperaba ansioso a qué sus dos hombres llegarán a casa, su hijo y su esposo, los amores de su vida, o al menos eso se decía mentalmente.

Había sido aún más terrorífico, despertar de coma y enterarse que había dado a luz, que en el momento de su accidente tenía dos meses de embarazo y que su bebé era obviamente de Jeon, que había sido un milagro que su bebé sobreviviera a una cosa así. La primera vez que había visto a su hijo se echó a llorar en los brazos de Jeon, se sentía pésimo por no estar en la vida de su bebé por tanto tiempo, pero aún más extraño de saber la nueva vida que llevaría, desde entonces con ya cuatro años, su hijo se convirtió en su principal motor.

La cena ya estaba hecha, el comedor pulcro y ordenado, todo estaba en perfecto orden. Todo menos su cabeza.

La puerta de entrada se abrió, dejando escuchar las risas de dos hombres, su esposo y su adolescente hijo de quince años. El menor salió corriendo hacia él y se abrazó a su torso, mientras veía como su marido se quitaba la chaqueta para colgarla en el perchero de la entrada con su rostro neutro, completamente ajeno a su vida.

—Papá. ¡Este año harán en la escuela un concurso de talentos!

—¿A, sí?, ¿participarás? —preguntó curioso viendo el brillo en los ojos de hijo.

—Quisiera, pero me da un poco de vergüenza.

Jimin recibió de sorpresa un beso en su mejilla de parte de Jeon. Quién se encaminó escaleras arriba hacia la habitación sin prestarle más atención.

—¿Por qué mi amor? Deberías hacerlo, te he escuchado cantar maravillosamente.

—¡Papá! —las mejillas del menor se tiñeron.

—Es la verdad Kookie, cantas muy bonito mi cielo. Anda, ve a lavarte las manos para que cenemos con tu padre.

Se quedó solo en la sala, esperando a los dos hombres que minutos después regresaron ya completamente limpios.
Cenaron platicando de su día, de lo agotador que Jeon la había pasado en la empresa, de lo divertido y de lo vergonzoso que había sido el día de su hijo Jungkook en la escuela. Y él, sin dar mayores detalles del suyo, ¿Qué diría? Se la pasaba todo el día en su casa haciendo los quehaceres y ejerciendo su trabajo de editor, no había nada interesante en sus días.

Stay Alive (YM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora