Heroes caídos| VI

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Un cuarto oscuro como la noche. Dos individuos, diferentes entre sí, inconscientes por tantas heridas y fatiga acumulada. Uno al lado de otro, sin saberlo, recuperando sus fuerzas poco a poco para abandonar aquel lugar maldito. Pero extraño, uno de ellos empieza a moverse. Derrepente abre sus ojos y con rapidez levanta su torso colocando sus manos en donde se debería de encontrar la vaina de su espada. Pero allí no se encontraba. Percatándose del hecho miro hacia los lados intrigado.

<<Un cuarto. Estaba cayendo de un castillo hace unos segundos. ¿Como estoy vivo?>> —Penso

El joven se percato del individuo a su lado. Su cabeza estaba algo perdida por lo que tuvo que concentrarse hasta caer en cuenta de su identidad.

<<Arthur también está aquí. Al parecer caímos los dos... ¿Debería de sentirme bien o mal por ello?>>

Ell joven tocó su cuerpo y como ya le era costumbre estaba lleno de vendajes. ¿Como habré sobrevivido a tal caída? se preguntaba el joven. Es inútil intentar dar respuesta a esas cuestiones por lo que decidió salir de la cama. Cuanto dolor sufrió el joven al posar la más mínima parte de su pie. Como si todos sus huesos estuviesen rotos a la vez. Dolía, pero a lo largo del tiempo Aldrich a aprendido a soportar. Con gran robustes y dificultad se encaminó a la única salida que pudo visualizar. A medida que se acercaba pudo escuchar un gran tumulto ¿Será un conflicto? ¿Será una alabanza? Afortunadamente Aldrich es un joven cauteloso y solo entreabrió la puerta dejando pasar un pequeño haz de luz  que ilumino levemente la habitación. Acercó su rostro y observo con suma cautela. Lo que vio fue impactante, un caballero careciente de casco siendo levantado por el cuello. Pocos individuos serían capaz de tal acto pensó el joven Aldrich. Pasó muy rápido, el caballero fue lanzado a unos metros delante por el mismo que lo sostenía. Y de repente el mismo salió corriendo despavorido del lugar que parecía ser una especie de taberna.

<<Parece ser muy peligroso>>

Aldrich se arrepintió y decidió esperar unos minutos antes de salir, esperando que todo se calmara allá fuera. Aldrich se adentro en el cuarto, dejando aquella puerta entreabierta con la idea de que la luz iluminará ligeramente el lugar, notando así la lujosidad del mismo. Un colchón que parecia estar relleno de plumas; un escritorio lleno de varios escritos; y un armario con notable cantidad de ropa. Esto solo era digno de alguien de mucha fama y riqueza.

<<¿Debería de alegrarme o entristecerme?>> —Pensó

Por un lado podría alegrase, pues eso significa que fue salvado por alguien de mucho poder adquisitivo y con la capacidad de ayudarlo en estas condiciones o entristecerse pues podría ser algún tipo de criminal, ladrón de todos estos bienes.

<<Si es algún criminal solo debo de deshacerme de él>>

Podría ser una gran posibilidad, pero al recordar el caballero siendo lanzado a la distancia con tanta fuerza  se arrepintió de sus propios pensamientos. No había manera de que pudiera controlar a alguien así. Esto causo rechazo a la idea de salir de aquel lugar, talvez la mejor opción fuese quedarse allí y esperar por lo que sea que sucediese. La idea de escapar a escondidas de allí le surgió, pero rápidamente fue descartada pues el dolor de su cuerpo lo imposibilitaba, no porque no pudiese moverse, mas bien porque tal fatiga desembocaría en poco control en situaciones de mayor cautela. No había más opción que hablar con su captor, si es que lo era, o buen samaritano. Aunque en todo caso era su salvador.

Con timidez Aldrich se acerco a la puerta y la abrió completamente. Al salir sus ojos tardaron en acostumbrarse a la luz. Al lograrlo se encamino por el pasillo que dirigía al Salón principal que no era nada mas que un montón de mesas y sillas; y enfrente la gran barra donde el tan querido cantinero recibe a los  clientes. Clientes de los que, por alguna razón; talvez las horas o el mismo clima, carecía la taberna.
Al salir del pasillo y llegar al salón donde los debidos clientes se reunirían pudo encontrar dos figuras. El fuerte individuo quien anteriormente había mandado a volar al caballero que se encontraba de espaldas y el cantinero poseedor de una característica cabellera pelirroja quien rápidamente noto la presencia del joven Aldrich y como si de un niño siendo sorprendido por un pequeño sonrió y dijo.

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