capítulo 15

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Cosas del pasado.

NARRA LUKA

A tempranas horas de la mañana llegó el auto enviado por mi padre.

No he podido dormir esta noche, necesito volver a centrarme.

Antes de que todos se despertaran decidí irme del hotel, en silencio. Le he dicho a nuestro chófer Daniel que me lleve directo a casa.

Salí del auto con paso lento y pesado. El viento parecía susurrar melancolía a mi alrededor mientras caminaba hacia la puerta principal con la mirada perdida en el suelo.

Al entrar en la casa, el silencio me envolvió como una manta fría, recordándome la ausencia de la risa y la alegría que solían habitar allí. Mis pasos resonaban de forma apagada en el pasillo mientras me dirigía hacia el cuarto de mi madre, donde yacía en coma desde hacía dos años.

Abrí la puerta con cuidado, sintiendo un nudo en la garganta al verla allí, inmóvil y pálida. Me acerqué a su lado, tomando su mano con delicadeza y sintiendo lo cálido de su piel bajo mis dedos. Las lágrimas amenazaban con brotar de mis ojos, pero me obligué a contenerlas, tratando de mantener la compostura.

Me senté junto a ella en silencio, dejando que mis pensamientos y emociones se agolparan en mi mente.

Permanecí allí un rato, sumido en mis pensamientos y sentimientos, sintiendo que todo sería mucho mejor con su presencia y los tan buenos consejos que solía darme, antes de levantarme lentamente y salir de la habitación con pasos pesados. El peso de la tristeza se había vuelto aún más intenso, pero sabía que debía encontrar la fuerza para seguir adelante, por ella y por mí mismo.

Hace dos años...

—Comienza a hablar.—me dice mamá mientras conduce hacia nuestra cafetería favorita.

—Mamá, ya te dije que no voy a hablarte de eso, esto es en vano.

—Hijo, se cómo te sientes, yo también me enamoré. Necesitas hablarlo con alguien. —me mira con dulzura.

—No estoy enamorado de nadie.—me dedico a mirar el camino por la ventana.

—Soy tu madre y te conozco lo suficiente. A mi no puedes mentirme.

Sigue conduciendo esperando una respuesta.

—¡Qué no quiero hablar de esto mamá! ¡No lo entiendes!

Mis palabras hicieron que se sobresaltara y me miró con los ojos muy abiertos.

De repente, un auto salió de un camino lateral y todo sucedió en un instante.

El impacto fue aterrador, sentí como si el mundo se detuviera por un segundo. Mi madre quedó inconsciente, sin responder a mis llamados desesperados. Mi corazón latía con fuerza mientras intentaba mantener la calma.

Tomé mi teléfono temblando y llamé a los servicios de emergencia, tratando de describir la situación lo mejor posible. Mientras esperaba su llegada, me acerqué a mi madre, tratando de despertarla sin éxito. Su rostro pálido me llenaba de miedo, pero sabía que tenía que mantener la compostura por ella.

Los minutos se sintieron como horas hasta que finalmente escuché las sirenas acercándose. Los paramédicos llegaron rápidamente y se ocuparon de mi madre, trasladándola al hospital en cuestión de minutos. Me sentí aliviado al verla en buenas manos, pero mi preocupación no disminuyó.

Durante las horas que siguieron, yo solo estaba ansioso por recibir noticias sobre el estado de mi madre. Yo no tenía nada grave, solo pequeños golpes y heridas cortas en la frente, brazos y piernas. Mi padre se había quedado en el hospital. Cada vez que el teléfono sonaba, mi corazón daba un vuelco. Finalmente, la noticia llegó: mi madre había entrado en coma.

A pesar del miedo y la incertidumbre, me mantuve fuerte por ella. Mi valentía fue puesta a prueba en ese momento de crisis, y supe que tenía que estar allí para apoyarla en su proceso de recuperación.

Mi padre no volvió a ser el mismo desde ese día, se mantuvo tan firme, que dudé de su estado mental.

El tiempo pasó y junto con el la alegría de mi casa, mi madre le daba el color a las cosas, su presencia se sentía en cada rincón y su olor. Ahora yace en esa cama sin más visita que la mía y la de los médicos o enfermeras. Mi padre al paso de los meses no la visitó mucho. Se estaba rindiendo, y yo me sentía demasiado solo. Tanto que decidí irme un buen tiempo con el resto de mi familia en Italia. Mis abuelos, mis tíos y mis primos hicieron que mi ánimo volviera y mi vida no se tirara por la borda.

Allí tomé un pequeño curso para no dejar tan abandonados los estudios.

Pero como todo en esta vida, nada es eterno, o así es para mí. Dejar Italia fue deprimente, sabía que volvería a mi vida donde mi madre estaba en un sueño que parecía interminable y mi padre estaba tan distante en sus cosas que no tenía tiempo para mí.

Pero volví a su lado para acompañarla, entré en la universidad más prestigiosa de mi padre y me encontré una sorpresa inesperada.

Ariana.

Mi amor de secundaria.

Antes de todo lo que viví, estaba muy bien con mi familia, mis padres eran unos empresarios bastante buenos, mamá trabajaba de jefa en su compañía de diseño de interiores y mi padre era jefe de su red de universidades y estudios superiores.

Cuando mamá entró en coma papá tuvo que ocuparse de su empresa que había quedado sin dirección.

Pero, en ese momento que parecía estar todo bien. Yo no lo estaba. Me enamoré, lo mejor y lo peor que podría haberme pasado. Ariana era una de las niñas más hermosas de toda la escuela, en su grupo de amigas su cabello castaño oscuro y sus ojos brillantes sobresalían. Cada día me levantaba con una sonrisa, sabría que la vería otra vez, escucharía su voz a lo lejos, observaría sus gestos y su única forma de ser. Sólo podía hablar con ella si teníamos algún trabajo o tarea en común. Sí fui un cobarde. Sentía que no era como las demás, algo en ella era diferente. Pero un día decidí confesarme.

Fue justo antes de irme a Italia, le dije que me esperara a las afueras de la escuela. Y allí estaba, esperándome.

Simplemente le dije:

—Me he enamorado de ti.

Y segundos después subí al auto sin esperar respuesta alguna.

Tal vez si lo hubiera hecho antes, quizás las cosas fueran diferentes. Tal vez y sentía lo mismo que yo, o quizás me hubiera rechazado.

Pero nunca lo supe. Volví a huir.

Verla de nuevo fue algo que no esperaba, al principio no la reconocí, pero luego cuando dijeron su nombre todo volvió a mi cabeza y me sentí confundido.

No la veía hace mucho tiempo pero compartir nuevamente el mismo centro de estudios me estaba removiendo cosas del pasado.

Así me estoy sintiendo ahora mismo.

No me siento igual que aquellos días, pero ella sigue encendiendo algo en mí.

Cambié demasiado, ya no era el chico nerd y tímido con granos de acné en la cara y unos brackets en los dientes.

Había crecido. Mi personalidad ya no es la misma.

Y eso lo cambiaba todo.

My impossible love🪐[EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora