Lucifer Morningstar

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Una vez instalada, Cleo decidió bajar a la cocina para cenar algo. La mayoría del staff había salido, Angel llevó a todos a un sex club, Alastor rechazó la invitación, por lo que ella decidió imitarlo, aunque prometió acompañarlos la siguiente vez. 

Charlie le había prestado ropa tomando en cuenta que Cleo no llevó consigo una maleta, y hasta poder abastecerse, la princesa del Infierno decidió cooperarla. Lo extraño es que entre tantas blusas encontró una camisa blanca de talla algo grande para Cleo, aunque claro, Charlie era bastante alta. De todas formas, decidió colocársela encima de su brasier y bajó en shorts de pijama. No había nadie, así que no le importaba demasiado.

- ¿Qué me preparo? - Se preguntó a ella misma acercándose al refrigerador.

- Podemos preparar panqueques - una voz masculina la hizo gritar del susto.

- ¡Mierda! - Se giró. Maldito. - ¿Lucifer? ¿Qué haces aquí? 

- Verás, los clubes sexuales no son lo mío - rió. Aprovechó este encuentro para tratar de comenzar con el pie derecho. - ¿Cleo, verdad?

Cleo rodó los ojos. No lo conocía, pero realmente lo detestaba por todo lo que Alastor le había comentado de él. Lucifer colocó una expresión de confusión, despúes la miró de arriba a abajo algo sorprendido. Entonces ella se acordó: "Estoy prácticamente desnuda". 

- ¿Esa es mi camisa? - preguntó, ignorando el hecho de que tenía una mujer semi-desnuda en frente suyo.

- ¿Eh? -  Se fijó en la prenda que tenía puesta. - Ah, no lo sabía. Charlie me prestó su ropa y encontré esto entre todo. ¿Quieres que te la devuelva?

- No, no te molestes - hizo un ademán de manos. - Te queda bien.

- Sí, lo sé - ignoró por completo ese cumplido. Como le advirtió Alastor, no caería en los encantos de los Morningstar. - Todo me queda bien.

- Está bien - soltó una risa. - ¿Quieres comer algo?

- Estaba por hacerlo, no sé qué pepararme - le dio la espalda, tomando ingredientes al azar de la despensa y del refrigerador.

- ¡Yo tampoco! ¿Quieres cocinar juntos? - Preguntó amigablemente.

- No, gracias.

- ¿No deseas panqueques? - El rey la seguía a todas partes, ella lo miró alzando una ceja. - ¿Qué? Que sea de noche no es una razón para no desayunar.

- Esa es una razón legítima, Morningstar - contestó llamándolo por su apellido, sabiendo que llamarlo por su nombre era una señal de confianza.

- Eres muy orgullosa, ¿lo sabías? - Mencionó analizando los ingredientes que ella tomó. Después volvió a la despensa para sacar harina y huevos. - Y yo vengo del anillo del orgullo.

- No me digas, pensé que venías del Cielo.

- ¡Y eres sarcástica! - Caracajeó acercándose al mesón para comenzar a preparar su cena. - El paquete completo.

- Eres un niño - se cruzó de brazos. Dejó que Lucifer se encargue de la cocina, después de todo, ella no sabía cómo ayudar y tampoco tenía claro qué quería comer.

- ¿De qué hablas? Soy muy maduro para tener mi edad - comentó con gracia.

- ¿Ah, sí? ¿Y dedicarte a los patos de hule es maduro? ¿No hablar con tu hija por años es maduro? ¿Comer panqueques en la noche es maduro?

Las llamas del amor // HAZBIN HOTEL // LUCIFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora