Capitulo 1

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Los ojos  verdes con vetas marrones de Brandon se fijaron en el andar de la pequeña rubia que iba con un grupo de niños, Mizuki Zaharie, hija de unos de mis mejores guerreros y podría decir que el único hombre de confianza, el único problema que existe con ella es que no tiene su loba, el resto se me hace la criatura más apetecible sobre la faz de la tierra.
Es mi compañera y ella no lo sabe, tampoco se lo he confesado a alguien, cuando Fergus mi lobo la descubrió estaba cegado por la maldita de Cicer. Intente asesinar a mi Luna, bajo aquella oscura brujería que me tenía la maldita mujer que me manipulaba a su antojo. Aún recuerdo aquella noche cuando la vi nadar en el brazo del río que atraviesa la manada.


« —¿ Qué haces aquí?.— le grité con mi voz autoritaria, logrando que diera un brinco en el agua, se veía angelical y aquello agitó a mi lobo. *Es ella* dijo. *-¡No!.-* le grite en mi mente, mi plan es tomar a Shadai Walton.
—Dis-culpe Alpha.— cubre con sus delgadas manos sus pechos y baja la mirada avergonzada.
— ¡Sal de ahí y desaparece de mi vista!.—  me mira con esos ojos color cielo adornados por esas preciosas pestañas rubias, provocando que mi corazón se agite y la sangre  corra por mi cuerpo  hasta centrarse  en mi polla.
— ¿ Usted puede girarse?, por favor.— pide.
— No, sal de ahí ahora mismo.— puedo escuchar los latidos de su corazón y percibo su aroma a rosas, bosque y cítricos. Con algo de timidez y temblorosa sale del agua, dejando expuesto su exquisito cuerpo, sus firmes tetas, su vientre, sus piernas atléticas y pecas adornar sus hombros, se me hace la visión mas excitante. La veo darme la espalda mientras intenta colocarse su ropa, cierro mis puños enfurecido al darme cuenta  que me priva de su cuerpo. Me lanzó sobre ella acorralándola contra un árbol , hundo mi nariz en su cuello, mientras aprieto su delicada cintura con una de mis manos y la otra rodea su cuello, ejerciendo la presión necesaria.
— ¡No vuelvas a exhibirte, no vuelvas a estar tan cerca de tu Alpha, porque  si lo haces juro que te mataré!.— su cuerpo tiembla sobre el mío *Tómala* grita mi lobo, pero no lo hago, solo muerdo levemente la piel de su hombro. — ¡Mizuki, no debes estar cerca de mi!.— la suelto con brusquedad, dejando caer su cuerpo y salgo de aquel lugar sintiendo mi cabeza dar vueltas. No quiero girar en su dirección, deseo tomarla como un loco animal, pero también deseo asesinarla.



— ¿Hijo, te encuentras bien?.— mi madre es una mujer que sufrió mucho y hasta hace unos días también lo hacía por mi.
— Solo deseo acercarme a ella.— desde que la ex luna de la manada Los hijos de la luna, me enviara la piedra que las brujas blancas habían entregado para mí, mi mente había salido de mi oscuridad, ahora solo debemos terminar con la vida de la maldita bruja.
— Ve y habla con ella. Se que la has tratado muy mal y siempre le dejabas claro que la matarías, pero estoy segura que ella sabe que tú eres su compañero.— mi madre se acercó a la rubia cuando supo que era mi compañera, la cuida y protege siempre de todo, sobre todo de mi. Muchas de las mujeres de la manada la desprecian y la tratan como basura al no tener su loba. Con sus 23 años ella sigue sin su loba y aquello es motivo de burlas con los integrantes de la manada.
— Iré pronto a la guerra. ¿Crees que es justo que le hable?.—
— Es lo correcto, ella necesita saber y tú también lo necesitas. La invitaré a cenar está noche.—  sigo observando cada movimiento suyo, cuando todavía estaba Circe en la manada, de cierta manera ella sospechaba que Mizuki era mi compañera, le hizo una que otra maldad con la intención de hacerla sentir miserable, había estado ciego por aquella bruja, había secuestrado a la luna de Ethan y si no fuese por mi madre hoy seguiría tan ciego como aquellos días. En tres  días partiríamos a la guerra, debía hablar con ella, tenia que saber que era mi compañera de. Ella no tenía su loba, parecía ser que era una simple humana, era algo que desconcentro a todos, ya que sus padres son de nuestra raza. Muchos la menosprecian, pero a ella parece no importarle, aunque sus ojos reflejan tristeza, ella logra disimularlo. Hoy le diré que la diosa Luna nos a escogido  como compañeros y que cuando la guerra finalice la tomaré, la haré mi mujer y Luna de mi manada, nadie volverá a hacerla sentir menos, ni siquiera yo, que fui uno de los tantos que la lastimo en mi época de oscuridad.
— Invítala madre, necesito que sepa todo. Escuche a su padre hablar con uno de los soldados, le decía que su hija desea partir de la manada.— no la dejaré partir, ella jamás se irá de mi lado, así tenga que encerrarla.








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Narra Mizuki:


Puedo sentir la mirada del Alpha, pero desde hace meses intento no respirar el mismo aire que él. Puedo comprender su enojo, soy una simple humana ante sus ojos, alguien que no aporta a su manada, solo logro congeniar con los niños, ya que ellos no me dicen palabras hirientes. Desde niña sufrí bullying de las lobas, luego en mi adolescencia cuando se supone que nuestros lobos despiertan la mía jamás llegó, pasaron los años y las esperanzas de ser como mi familia se esfumaron. Nadie comprende como puedo ser hija de dos lobos y no ser igual, muchas veces sueño con una loba castaña y ojos grises, es preciosa, en mis sueños me intimida, ya que sus ojos me reclaman algo que no logro comprender.
—Niña sol, ¿Cómo estás?.— la madre del Alpha Brandon es una mujer tan buena, es la única además de mi madre que me trata con cariño. Hace unas semanas atrás, cuando aún estaba aquella maldita bruja en estas tierras, ella me llevo al despacho de su hijo, aquel hombre casi me mata, si no hubiese estado ella, estoy segura que hoy estaría bajo tierra, el Alpha es un hombre hermoso, su piel bronceada, sus músculos, sus ojos verdes con manchas marrokes adornado por abundante pestañas hacen que se vean increíbles, su porte y aura me hacen sentir muy atraída a él, pero quién no lo haría, todas las lobas desean ser la Luna de ese hombre. Suelo observarlo desde la ventana de mi habitación, ya que nuestra casa da al campo de entrenamiento, solo desde ahí me permito observarlo.
— Señora, buenos días. Me encuentro bien, solo algo agotada.— le dejo saber mientras le sonrió con amabilidad.
— ¿Qué te he dicho de llamarme señora?, vamos Mizu, dime Úrsula.— ella es una mujer muy hermosa y según mamá había sufrido con el ex Alpha, quien se había obsesionado con el poder y lo llevo a cometer locuras.
— No debo, usted es la madre del Alpha y él me odia. Si llega escucharme llamarla con tanta familiaridad él me cortará la cabeza.— un escalofríos me recorrió la espalda.
— Claro que no, que tonterías dices niña sol.— ella me llamaba así por el color de mi cabello, porque según ella brillaba como el. — Vengo a invitarte a cenar a la mansión y no acepto un no por respuesta.—
— Pero… Estará el Alpha y él me prohibió estar en el mismo lugar que él se encuentre.— le recuerdo, ella sabe muy bien el trato que su hijo y el resto de la manada tienen conmigo.
— Él mismo me pidió que te invite. Anda, ve y ponte más hermosa de lo que eres, te espero en dos horas en la mansión.— se va, dejándome con las palabras en la punta de la lengua. Puedo simplemente no ir y utilizar eso como excusa para al fin irme de la manada o dejar de ser una cobarde.





Dos horas más tarde...


Mizuki se miraba al espejo de cuerpo completo, llevaba un vestido en color lila de corte evasè que la hacia ver elegante pero también casual, su cabello rubio suelto y un maquillaje natural, con sus labios en un color rosa claro. Lleno sus pulmones de aire y salió de su habitación directo a la salida, sus padres no estaban  y su hermano mayor jamás le ponía atención.
Caminó por las calles de la manada, bajo la atenta mirada de todos, nadie la quería eso no era secreto para nadie, pero con su frente en algo siguió su camino.
—¿Dónde piensas que vas mustia?.— le dijo Pía, una loba que en un momento tuvo la oportunidad de meterse en la cama del Alpha y gracias a eso se creía superior.
—Eso a ti no te interesa Pía.— intentó seguir su camino, pero la mano de la morena rodeó con fuerza su brazo, sabía que no solo era Pía la que estaba haciendo aquello, el lado animal de la mujer estaba ayudando a lastimarla. — Suéltame, la señora Úrsula está esperando por mi.— sintió su corazón latir fuerte, tenía miedo, intentaba verse serena, sin temor, pero sabía que aquella mujer podía oler su miedo.
— Seguramente te van a correr de la manada, hace tiempo lo tendrían que haber hecho. Eres mierda que estorba aquí.— dijo con burla, mientras soltaba con brusquedad el delgado brazo de Mizuki. Ella siguió su camino sin dirigirle una palabra, ella sabia muy bien que nadie la apreciaba, por lo que con aquellas palabras llegó a la puerta de la mansión del Alpha, sabia que era una posibilidad y que ella misma estaba analizando irse de aquel lugar, pero que la corrieran se sentía mal. Toco el timbre de la mansión y espero ser atendida, cuando la puerta se abrió sonrió con alegría al ver a Úrsula, quien la abrazo con fuerza y luego la hizo ingresar, caminaron hasta la sala, donde tomaron asiento.
— Que bueno que decidiste venir. En un momento estará la cena, solo estamos esperando que Brandon baje.— Mizuki retorció sus manos con demasiados nervios, deseando irse de aquel lugar, no debía estar ahí, él la mataría.
— Señ… Úrsula, creo que mejor me retiro, es que el Alpha me odia, usted lo sabe y yo no quiero morir en sus manos.— recordaba  aquel día que se lanzó sobre ella en su despacho, en sus ojos solo se reflejaba el deseo de arrebatarle la vida.
— ¡Buenas noches!.— la voz autoritaria resonó en el salón, logrando que Mizuki diera un brinco e inconscientemente se aferrara a los brazos de Úrsula, quien la sujeto para impartirle paz.
— Buenas noches Alpha.— susurra sin mirarlo a los ojos.
— Mizuki, que gusto que estés aquí.— Brandon se sentía algo aturdido por el aroma que emanaba aquella preciosa rubia, observo como ella retorcía sus manos, los latidos de su corazón era un descontrol y eso a él lo calentó. —¿No piensas mirar a tu Alpha?.— preguntó, anhelando ver sus ojos.
— Lo siento Alpha.— se disculpó a la vez que elevó su rostro y lo vio, tan varonil, alto y hermoso. Sus ojos se fijaron uno en el otro, él deseando tomarla como suya y ella sintiendo una corriente por su cuerpo entero, sin comprender el porque la reacción.
— La cena está servida.— dijo una de las empanadas, logrando así que aquella burbuja explotará. Caminaron hasta el comedor, dónde se llevó acabo la cena. Nadie hablo, todo estuvo en silencio, el sonido de los cubiertos era lo único que resonaba en el lugar y la mirada del Alpha no abandonó jamás los movimientos de la rubia.
— Mizuki.— habló Brandon.
— Si Alpha.— susurro y trago con dificultad su propia saliva. «Aquí es el momento donde me dice que abandoné la manada.»  pensó ella.
— Necesito que me acompañes a mi despacho. Ahora.— intentó sonar agradable, pero supo que falló, cundo noto como respiraba con dificultad. Sonrió cuando la vio ponerse de pie y caminar hasta él, aún sintiendo miedo ella lo enfrentaría.
Ella lo siguió, no se atrevía a  caminar a la par de aquel hombre que dos veces intento matarla, sentía que iba caminó a su sacrificio.

—Mizuki…
Habló el músculo hombre mientras se giró quedando a escasos centímetros de ella,  inconscientemente dio dos pasos hacia atrás. — Quiero pedirte una disculpa.— ella abrió sus ojos muy grandes y afirmó su espalda en la fría pared.
—¿Po-porque?.— dijo tartamudeando.
— Por haberte dañado, sé que no logras sentir lo que yo. Tu aroma me enloquece, tu presencia agita a mi lobo y a mi mismo, te deseamos como no tienes idea.— el corazón de la mujer latía tan fuerte, que sentía que saldría por su boca, sus labios temblaban y sus manos sudaba.
— Yo no seré su amante Alpha, prefiero que me asesine o que me destierre de esta manada.— dijo con su voz algo ahogada.
— No estás entendiendo.— la mano enorme de Brandon viajo hasta el delicado rostro de Mizuki y lo acarició, sintiendo su palma quemar y ella una electricidad que la hizo aflojar sus piernas. El lobo la sujeto de su cintura y sonrió con arrogancia, ella no era igual que él, pero podía sentir su conexión. —¡Eres mía Mizuki!. Mi Luna.— su rostro estaba a centímetros del de ella y por un impulso la beso, anhelando ser correspondido, pero su nube de lujuria bajo, cuando su mejilla ardió, se aparto de ella y la vio con sus bonitos ojos llorosos y su labio inferior temblando.
— ¡Miente!.— gritó. —Usted solo se quiere burlar de mi como todos en la manada.— abrió la puerta y corrió hasta la puerta principal, la abrió y salió yendo directo al bosque.
— ¡Corre, pero déjame decirte que jamás te permitiré irte de este lugar Mizuki!— miró a su izquierda y se encontró con la mirada del único hombre de confianza que le había quedado Carlos Zaharie,  padre de su Luna. — Tráeme a tu hija mañana a primera hora, así debas usar tu fuerza.—  su puños estaban cerrados con fuerza, anhelando salir tras ella. Pero se quedó sin mover un músculo, mirando fijamente al lugar por donde se perdió. «-Podrías irte hasta el infierno y ahí mismo bajaría para traerte nuevamente conmigo.» pensó Brandon y se juró que así sería.








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