Capitulo 8

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Había pasado una semana desde que Mizuki estaba en las tierras del ángel.
Mientras que ella cada día descubría algo diferente de aquel misterioso lugar, Brandon la buscaba con desesperación, habían reunido a varias manadas, entre ellas las de Ethan Allen y Sam Walton. Pero nada lograban encontrar, no había rastros de la rubia.

—¿Algún día me dirás que sucedió con ella?.—  preguntó la rubia, sin dejar de observarlo. —Auriel, yo deseo saber que te llevó a odiarnos tanto.— el ángel la observó detenidamente y detuvo su andar, tomó el delicado rostro de Mizuki entre sus manos, acarició su piel suave con sus pulgares, haciendo que ella se estremezca.

—A ti no te odio, pero a tu Alpha, deseo desgarrarle él alma y sé que con tu partida lo he logrado.— ella se perdió en aquellos ojos tan magníficos y sintió su corazón doler, al recordar a Brandon.

—Yo no podré olvidarme jamás de él.— su voz salió en un susurro, implorando por la llegada de su Alpha, pero tampoco quería apartarse de él, Auriel la hacía sentir extraña, era como si su corazón le perteneciera, pero jamás olvidará a Brandon.
—Podrás vivir con eso, así como yo vivo sin Génesis.—

—Yo no deseo vivir sin él.— le fue sincera, provocando que Auriel sintiera su corazón doler. —Pero… Creo que tampoco podría vivir sin verte a ti.— una sonrisa se dibujó en los finos labios del ángel, que rodeo los hombros de Mizuki, metiéndola debajo de su enorme ala negra, caminaron por aquel sendero repleto de piedras, que estaba rodeado de una vegetación tan extraña y fascinante. Con rosas negras, pinos enormes y frondosos, las rosas rojas se mezclaban con flores negras y azules. El cielo era gris, con sus nubes cargadas de agua, una leve niebla.

—¿Por qué  dices que no podrías vivir sin mi?, hace unos días no querías dirigirme la palabra.— Mizuki, se sintió  con un sinfín de emociones, ella no lograba comprender que era lo que aquel ser le hacía sentir, porque en aquel lugar estaba siendo tratada como jamás lo fue en  su propia manada.

—Porque eres bueno conmigo, me has hecho creer en mi. No eres tan malo, como aparentas ser.— Auriel sonreía al escucharla, él había hecho que todo su pueblo  la respetará.

—Aquí nadie te hará daño y quién lo haga perderá su vida.— la rubia negó y se apartó de sus brazos, caminó hasta unas flores color amarrillas con centro rojo, llevo su nariz a la delicada flor y cerró sus ojos al sentir aquel aroma que se le hacía tan familiar.

—Huele a ti.— dijo con una sonrisa en sus labios, una sonrisa que estremeció al ángel.

—¿Y a qué huelo?.— sus palabras salieron como un soplo que erizaba la piel de Mizuki.

—Azufre, cítrico y tierra.— los ojos negros de Auriel centellaron en un rojo intenso, sintiéndose tan vivo como nunca antes.





•••


Narra Brandon:


El bosque susurraba secretos mientras mi manada avanzaba en busca de Mizuki, mi luna. Su desaparición había dejado un vacío en mi pecho, una herida que solo encontrarla podría sanar.

Los lobos grises, negros y plateados seguían mis pasos. Sus ojos reflejaban la misma urgencia que sentía yo. Mizuki era más que una compañera; era mi razón de ser.

Las hojas crujían bajo mis patas mientras olfateaba el aire. No había rastro, solo el eco de su nombre en mi mente. ¿Dónde estás, Mizuki? *susurré mientras mi lobo y yo avanzamos*

Fue entonces cuando encontramos la cueva. Su entrada estaba cubierta de enredaderas, como si la naturaleza misma quisiera ocultar a quién estuviera ahí dentro. Pero algo me impulsó a entrar.

En la penumbra, vi a Luke, mi cuñado. Sus ojos azules se encontraron con los míos. No había necesidad de palabras. Sabía que él era el culpable.

—¿Por qué, Luke?.— gruñí. —¿Por qué Mizuki?— Luke bajó la cabeza.

—Porque ella es la culpable  de todo Alpha. Es una humana y está maldita.— dijo con furia, sin temor a mi. Mis garras se hundieron en la tierra.

—¿Qué basuras dices?. Aquí el único culpable de nuestras desgracias soy yo, tu Alpha.

Luke señaló a un costado de el, dónde había una tumba.
—Ella fue asesinada por su culpa. Por eso la entregué. Pero no soy el único. Otros también actuaron tras tus espaldas.— La rabia ardió en mi pecho.

—¿Por su culpa?, estás ciego de odio y te me haces un ser miserable, ya que tú ceguera tu mismo te la has provocando.— el soltó una risa que carecía de burla.

—Podre estar ciego, pero tú no volverás a ver a esa maldita.— gritó con tanta fuerza que la verdad me golpeó como un rayo. Mizuki no estaba a mi alcance y era muy probable que jamás volviera a mi. Mi mente no era capaz de pensar, de imaginar dónde podría estar, porque todos mis enemigos estaban muertos. Circe estaba muerto y en mi mente no aparecía un nuevo enemigo.

—¡Pagarás, pagarás por haberme quitado a mi Luna, a mi amor!.— rugí cuando mis manos se convirtieron en garras y con mis ojos cerrados las enterré a un costado del cuerpo de Luke. No lo mataría, aún no.
Luke sonrió con tristeza, pero a la vez en su corazón crecía el deseo de reunirse con su amada en el más allá, en otra dimensión.

La manada esperaba afuera, inquieta y junto a ellos el padre de Luke, quien iba a decidir el destino de su hijo. Brandon salió de la cueva con Luke amarrado y lo lanzó a los pies de su suegro, quien miró con tristeza, reproche y enojo. Estaba decepcionado de su hijo.

—Tu tienes la última palabra, eres quien va a decir el destino de tu hijo.—

—El debe pagar sus errores.— dijo el hombre, sintiendo su corazón aún más triste. Había perdido a su princesa y ahora él mismo estaba dando la orden de que le arrebataran a su hijo.







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