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Me arrecuesto a la pared pensando en el motivo de mi maldita existencia. Suelto un suspiro de cansancio y restriego mi cara.

—Ya hermana, deja esa cara —me codea Emma.

—No me he muerto como para que estés triste —dice Christopher y lo fulmino con la mirada.

—Mejor cállense —musito.

Ilenko se sienta a mi lado y recuesto mi cabeza en su hombro, él apoya la suya sobre la mía y me abraza por los hombros.

—Pero qué hermosa amistad —el tono de burla en la voz de Aleska me hace apretar la mandíbula.

—Aleska, deja de joder y mejor duérmete —dice Ilenko.

—Bueno, si te gusta mi hermano —empieza la loca y juro que voy a matarla —, yo me quedo con Chris.

Emma baja la cabeza y siento unas ganas de arrancarle la suya a Aleska por hacerla sentir así. Intenta tocarle el pecho a Christopher y me voy contra ella doblándole la muñeca, dejándola de cara contra el suelo.

Suelta un gemido de dolor y aprieto más mi agarre.

— ¡Suéltame maldita loca! —chilla.

—Intenta tocarlo de nuevo y te arranco hasta el alma estúpida —siseo.

La puerta se abre. Unos oficiales entran y me separan de la basura de Aleska.

— ¿No les bastó con el escándalo que armaron anteriormente? ¿Ya están de nuevo con lo mismo? —habla molesto un oficial y ruedo los ojos.

—Dígale que deje de ser tan puta y con gusto la dejo en paz —señalo a Aleska.

—Pero Raichil, soy inocente. Fue Chris el que me tocó —me hace ojitos.

Dios. ¿Esto es una señal divina astral de que debe morir?.

Porque yo creo que sí.

—Ahora sí no te salva ni la campana mujerzuela.

Intento saltar sobre ella pero ni Ilenko ni mi hermana me sueltan, la comisaría se vuelve un desastre de gritos y insultos.

Seguro no están entendiendo nada y deben de preguntarse ¿qué carajos hacemos en una comisaría? Otra vez, la respuesta es sencilla, tiene nombre y apellido, se llama Aleska Romanova.

Esa mujer me tiene hasta los ovarios, cualquier día de estos le pido la escopeta a papá, aprendo a disparar y la vuelvo coladera.

Pero bueno, déjenme les cuento el porqué nos encerraron esta vez, pónganse cómodos y hasta busquen palomitas, porque la historia es larga.

Horas atrás antes del desastre.

Despierto a causa de un respirar agitado en mi oído, una mano me aprisiona la cintura sin dejarme vía de escape. Volteo lentamente y detrás mío esta Christopher con el ceño fruncido y una ligera capa de sudor le recorre la frente.

—Ey Chris —susurro.

Se remueve incómodo y me apega más a él cortándome el aire.

—Christopher despierta —lo zarandeo y abre los ojos.

—Sigues aquí —me acaricia la mejilla.

— ¿Y dónde más estaría bobo? —le beso la mejilla y me levanto hacia el baño.

Me encierro y abro la ducha, el agua caliente relaja mis músculos. Me enjabono la piel y lavo mi cuerpo mientras recreo lo recién vivido anoche.

Alocado Matrimonio [Chrischel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora