Capítulo 10

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Osvaldo soltó todo el aire que había retenido esos segundos que Samantha había tomado para pensársela. Una gran sonrisa adornó su rostro mientras ponía la joya en el dedo anular de Rivers.

- ¡Dijo que sí! - exclamó el gerente del restaurante provocando que todos en el lugar aplaudieran.

Samantha se lanzó a los brazos del pelinegro fundiéndose así en un tierno abrazo, el cual enseguida fue correspondido. Osvaldo sentía que su pulso se aceleraba con cada segundo que pasaba, y todo empeoró cuando escuchó a los demás aplaudir y gritar: 

¡Beso! ¡beso! ¡beso! 

Esa simple palabra había conseguido que ambos se tensaran. Samantha pensaba que era algo obvio dada la situación, pero le resultaba muy extraño tener que besar a su ahora "prometido". El pelinegro seguramente estaba igual o más incómodo que ella sin saber cómo librarse de esto. Por otro lado, Lucy había empezado a aplaudir imitando al resto.

Osvaldo sentía la rigidez del pequeño cuerpo entre sus brazos y debido a la cercanía, tuvo una idea. Se enderezó para quedar frente al rostro de la castaña que lo miraba confundida, pasó una mano suavemente por su mejilla intentando calmarla y al notar que Samantha había cerrado los ojos entre resignada y aterrada por lo que pasaría a continuación, terminó inclinando su rostro para cubrirla a ella y depositar un beso corto, que fue más bien un roce, en la comisura de sus labios.

Se escucharon varios gritos de ánimo para la pareja que seguía en el "beso" y cuando Osvaldo creyó que la escena se había visto convincente, se alejó de una ruborizada castaña que aún no entendía bien lo que acababa de suceder, pero lo agradecía. 

Hace 10 minutos estaba agusto terminándose su orden de pollo a la plancha y ahora estaba comprometida con el chico con el que JAMÁS se imaginó algo así, siendo parte de una supuesta historia de amor a los ojos de los otros clientes y trabajadores del restaurante.

Poco a poco el pelinegro se empezó a levantar, ayudándola tomándole las manos. Agradecieron tímidamente al público que tenían y volvieron a sentarse a la mesa.

- Qué día. - dijo Rivers en voz baja mirando el anillo en su mano.

- No esperaba el escándalo de la gente. Te noté muy incómoda, lo sient...

- Ya pasó. Está bien. Nada de esto lo vi venir, desde luego. Pero lo más importante... - giró su rostro para ver a la bebé - ¡ya no te llevarán a ninguna parte, Lucy! 

Como si esta entendiera, empezó a patalear sonriente desde su sillita y sin perder más tiempo, estiró sus bracitos hacia la mesa.

- ¿Qué?... ¡Oh, deberas! ¡El postre! - exclamó Samantha acercando el plato a ellas. - ¿Tú no quieres, mojón?

- No. Se me fue el hambre con los pinches nervios. - contestó inclinándose en su asiento.

- ¡No pensé que enserio te atreverías! Pero, por otro lado... con esto podremos mantener a Lucy con nosotros.... justo como Gemma quería.

El pelinegro solamente asintió empezando a sentirse aliviado. Ya todo había pasado y sorpresivamente fue como muy en el fondo quería que sucediera. 

Rivers le dio el primer bocado de nieve a la bebé cuando recordó algo:

- Pero oye, a todo esto... lo del encuentro del abogado con aquella pareja es pasado mañana ¿no?

- Sí. 

- Entonces... - abrió sus ojos alarmada - ¿C-cuándo.... cuándo nos vamos a casar?

Osvaldo volteó a verla a los ojos y respiró hondo para poderle contestar.

El Mariana x Rivers - La familia que no soñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora