Decepción, enojo, tristeza.... ya ni siquiera sabía qué sentía. Era quizás una horrible combinación de esas tres.
- Nos vemos entonces. - dijo Samantha antes de colgar aún sosteniendo su sonrisa.
Osvaldo no entendía esa actitud. Había cumplido con ser sincero respecto a lo que había visto, pero Samantha parecía disfrutar del hecho de que le vieran la cara.
¿Qué era lo que había hecho mal?
- ¿Te piensas quedar ahí paradote o qué? - preguntó ella mirándolo a los ojos con ligera molestia.
Ahí fue cuando el Mariana reaccionó. No había ganado nada haciendo lo que creía correcto, entonces ignoraría a la castaña y que le pase lo que le tenga que pasar.
- Me iré a cambiar. - dijo el pelinegro cortante en voz baja yendo escaleras arriba con prisa.
El ambiente dentro de esa casa se había vuelto bastante tenso de un momento a otro. Rivers sentía que le costaba respirar tranquilamente y sentía un peso extra en el pecho. Hace tiempo que no sentía algo así.
¿Cómo se llamaba?
Ah, sí. Culpa.
¿Pero qué la podía estar haciendo sentir así? Si el metiche de Osvaldo era quien la había seguido y ahora parecía odiar a Javier sin razón, acusándolo de algo como estar saliendo con otras chicas al mismo tiempo que la veía a ella. Esas debían ser mentiras. No se creía tan ingenua.
Seguía forzándose a darse la razón cuando escuchó el llanto de Lucy desde la sala.
Al estar cerca de la bebé, se percató de un característico olor y soltó un suspiro sintiéndose resignada.
Había un pañal que cambiar.
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El Mariana bajó las escaleras con la misma ropa de antes. Sus ánimos no le habían dado para pensar en un cambio de vestimenta decente y lo único adicional era que en su brazo izquierdo venía cargando una chamarra de cuero negra por si bajaba la temperatura en unas horas más.
Pasó junto a la sala y miró a Rivers en la alfombra dándole pequeñas cucharadas de sopa a su sobrina. La veía sonreír y en el fondo le dolía no poder recibir también una de esas sonrisas genuinas del chaneque que ahora tenía por esposa. Estuvo unos segundos más aprovechando su oportunidad de observar y escuchar la risa de Samantha, hasta que escuchó el claxon de un auto.
Rivers miró extrañada a la ventana, olvidando la salida de Osvaldo hasta que lo miró dirigiéndose con prisa hacia la puerta.
- Nos vemos al rato. - dijo Osvaldo sin voltear, despidiéndose con una mano.
La puerta fue cerrada y Samantha apenas había reprimido sus ganas de ir tras su marido y meterle un madrazo bien dado por hablar tan cortante con ella y hacerla sentir como si fuera culpable de algo.
- Tu tío es un amargado, Lucy... se hace la víctima cuando el que estuvo mal fue él. ¿Por qué lo hace, eh? ¿Cómo le haces tú para querer tanto al poste ese?
La bebé miraba con confusión a su tía al principio para después inundar de animados balbuceos la sala.
- Genial. Y ahora que me estás respondiendo, no te entiendo nada... Ni modo, ya después me deberás sacar de esa duda, eh.
Su sobrina se enderezó para gatear nuevamente hacia ella. Cuando ya estuvieron lo suficientemente cerca, Lucy le tomó un gran mechón de cabello, dándole un tremendo jalón.
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El Mariana x Rivers - La familia que no soñé
RomanceRivers tiene contacto frecuente con su amiga Gemma, a quien conoce desde la infancia. Hace tiempo fue esa misma amiga quien le presentara a su primo Osvaldo, con quien comenzó una relación de amor-odio. Después de que una noticia llegue a cambiarle...