8th

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8th: START OF THE GAME

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Mon cher, qué sorpresa.

Inevitablemente, acudí a Beatrice luego de que regresara a la comodidad de mi casa como si se tratara de mi monedita de la suerte, teniendo en sus manos, la sabiduría y el poder de hacerme entrar en razón si lo que buscaba era no volver a seguir mis instintos trastornados. Hablé sobre todo e incluso le comenté de JungKook, lo cual, no pareció tomárselo tan mal si la reacción que esperaba de ella fuese una más exagerada.

Con la ola de confesiones, la única recomendación que me ofreció para separar todo enojo de mi aura fue algo tan simple y cotidiano como conversar. La diferencia estaba en conversar con alguien podía tenerme entretenida durante media hora y que de aquella plática pudiera adquirir algo nuevo.

Se abstuvo de mencionar que fuese un amigo y se lo agradecí internamente pues ella ya sabía a certeza que el tiempo jugó en mi contra y no me fue suficiente para la socialización promedio entre la adolescencia y los indicios de la juventud. Recuerdo que al hablarle de mi escasez en la amistad, sus ojos celestes me vieron sin poder tragarse ese cuento nefasto y tuve que mostrarle los únicos seis contactos que tenía en mi teléfono para convencerla de mi veracidad, o, por lo menos intentarlo.

Pensé a discreción, con el silencio de mi apartamento, en las posibilidades de conversar con cada uno de los que conservo en mi teléfono siempre y cuando ni uno de mis padres, ni YoonGi, ni TaeHyung, fuese las mejores opciones por las que dejarme guiar, y fue entonces que a quien menos adoraba, contacté a Luc; un corredor francés que conocí en Mónaco, que además de ser alto y castaño, también es con el que acudía para sexo sin ataduras.

Es inusual que llames siendo que ya no estás en el continente —la tonalidad suya es melosa y grácil, pretendiendo ser seductora debido a lo que supone por adelanto que es el motivo por el que marqué su número—. Pero, puedo intentarlo —atribuye una connotación errónea a su comentario, acentuando la gravedad de su voz, puesto que no le he ofrecido una explicación real de mi aparición. Me revuelvo el cabello y frente al espejo de mi baño, veo mi rostro sosegado pese a la incredulidad del castaño en mi teléfono, terminando por apoyarme sobre la mesa del lavabo.

—Y no será así, Luc.

Empleo dureza en lo que digo para hacerle saber de que es realmente así y no como lo contempla al otro lado de la línea con cierta picardía. Mi voz no alberga ninguna índole que desea ser saciada más que encontrar una alternativa para reprimir mi rabia acumulada en las últimas horas en una charla amena de la que necesito su parte consciente para conseguirlo.

—Yo... —me maldigo a mí misma por vacilar tan notoriamente ante los pocos nervios que me generan vergüenza o la incapacidad de pensar con claridad. Luc suelta una risa en medio de un bufido por la torpeza que no conoció de mí, pero no me molesta con ello en la espera de que culminara mi oración como debo hacerlo—, obtuve el segundo puesto para entrar en la temporada.

Sabía que lo lograrías. No es necesario que lo menciones, Myah. —Escucho sus pasos, al igual que su voz jadear un instante y asumo que se está moviendo de lugar para realizar algo durante la llamada— Has sido el Mesías caído del cielo, un diamante en bruto para Ferrari, pero la verdadera perdición de los corredores de la actualidad. Créeme, he conocido a corredores llenos de avaricia con la misma oportunidad que tú, mon cher, y son una humillante minoría quienes conservan un auténtico contrato con la marca.

Ride or Die © jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora