9th: WE ARE EQUAL
< 🏁 >Algunos decían que las Quinientas de Sorte eran para personas que eran la encarnación en vida propia de la inmortalidad y otros sustentaban que los únicos que obtenían un puesto en el podio serían los mismos que verían de frente al diablo sin darse la oportunidad de vacilar. Cualquiera de las dos puede ser tan acertada como errónea, sin embargo, una vez pisas el podio y te veneran tu habilidad; no hay nada que pueda detenerte de sentir semejanza a un dios en la tierra.
Mi trayecto inició basándose en la agilidad y perdurabilidad que me hiciera subir un escalón a la vez hasta obtener reconocimiento por mi capacidad. Volqué lo que consideré una aversión en una verdadera oportunidad para darle una mínima chispa de goce a la mujer que me parió, un bajo toque de esperanza que la llevara al cielo por un instante.
Lo que, desafortunadamente, me hizo asemejarme a mi mayor temor, pues los rastros de una mujer sin alma viven en la persona que analizo en el espejo del baño del hotel, vistiendo un hermoso vestido azul, siendo maquillada de la determinación junto a una cola alta color rojizo que adorna mi detrás. Lavo mis manos y procedo a retocar mi labial, sintiendo el sabor dulce del albaricoque en mi paladar mientras el caramelo que metí en mi boca hace un tiempo, termina de deshacerse.
—¿Seguirás parado ahí o quieres que siga creyendo que no estás espiando? —mi voz repercute en las paredes del baño siendo conjugada con la exigencia, lo que no provoca más que una risa cuando se anima a entrar y sus manos se resguardan en los bolsillos del pantalón de mezclilla que usa para la ocasión— ¿No tienes oficio?
—¿Además de invadir tu espacio personal? —se rasca la barbilla para ejercer una falsa contemplación de su respuesta sólo para fastidiarme– No.
—Pues deberías apresurarte a conseguir uno que no me involucre.
Regreso el labial a mi cartera, dando un último vistazo a mi imagen impecable antes de reparar con totalidad en él.
—Disculpa, roja, pero quien aceptó las condiciones del trato que hicimos fuiste tú —me hizo saber con cierto descaro cubierto de la perspicacia. Una sonrisa orgullosa despliega de sus labios y tuerzo los ojos—. Además, nos iguala un engaño de por medio.
—Cualquier persona con suficiente raciocinio, sabría que eso no se dice con orgullo, JungKook —mis brazos se cruzan sobre mi pecho a lo que también alzo una de mis cejas, instándolo a pensar un poco en la barbaridad que ha escupido como si no importase—. Sin embargo, quiero saber si en esas condiciones también estaba entrar al baño de mujeres cuando no hay nadie cerca.
Adopta una postura más relajada y la risa incrédula suena antes que a su propia respuesta. Se relame los labios cuando su cabeza gira hacia un lado, lo que me da un vistazo más completo del tatuaje en su cuello y noto que se trata de un pez betta que tiene la cola cerca de su oreja y la cabeza sobre su nuez de Adán.
—¿Por qué?
—No es apropiado sabiendo que si alguna de las presentes se atreve a venir al baño y conoce de tu relación actual con HaYoung, pensará peor de mí en lugar de hacerlo contigo —señalo lo que es obvio para los dos, aprovechando el período de asimilación que tiene para hacer el intento de alejarme y salir de ese lugar. No lográndolo por su mano sosteniendo mi muñeca, mi acción instintiva es deshacerme de su agarre al cual no cede—. Que haya aceptado, no es sinónimo de que puedas tomarme así. Suelta.
Y al no hacerlo, con fuerza, me encargo de soltarme por mi cuenta para ir de regreso a la sala en la que se desataba el estruendo que desde sus afueras se escucha. Camino hacia la puerta sin que nada me matara y tuviera todo el tiempo de sobra mientras a mi memoria llega una canción que empiezo a tararear.
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Ride or Die © jjk
FanfictionNadie contaba con la repentina aparición de Rang Myah tras cinco años del accidente que terminó por manchar su imagen a nivel nacional. Algunos la creyeron una diosa y otros una lunática, pero Jeon JungKook la creyó una leyenda. Tal vez porque final...