Capítulo 8

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CAPÍTULO 8

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CAPÍTULO 8

Había estado una semana en el cual Bonus se sentía completamente en cautiverio. No quería continuar en ese departamento, pero tampoco estaba dispuesto a poner en peligro la vida de su propio padre, así que resistió tanto como pudo. Pero había algunos días que quería salir corriendo de allí, en especial los días en que permanecía solo. Extrañamente, los días donde lo visitaba Bank, se sentía cómodo y tranquilo, pues el menor llegaba con cosas que ayudaban a despejar su mente, como películas, algunos juegos de video, entre otras cosas.
En paralelo a eso, Bank estaba vestido con una chaqueta negra de cuero que siempre usa para movilizarse en motocicleta y un jockey del mismo color.
Antes de salir de casa, se fue al baño y miró su reflejo, pensando en la conversación que tuvo con Bonus la noche anterior.
El pobre chico le pidió algo que necesitaba desde que comenzó todo esto.
-Bank, quiero ver a mi padre. Por favor-. Le dijo mientras cenaban.
-¿Eh?-.
-Necesito verlo. Llevo poco más de dos semanas aquí. Cumpliré un mes y mi padre no sabe nada de mí ni yo de él, por favor-.
Bank negó con la cabeza.
-Realmente no puedo hacer nada-.
Bonus se acercó a Bank y lo tomó de la polera. Mirándolo fijamente con ojos llorosos, le reclamó.
-Por favor, Bank. Sólo necesito verlo, nada más. Quizás pueda hacerle una videollamada para decirle que estoy bien y nada más-.
Ese rostro empapado desequilibró el corazón de Bank que, a pesar que en ese momento dio media vuelta y salió de casa sin decir ninguna palabra, no pudo ignorar la petición de Bonus.
Tomó su motocicleta y salió temprano de casa diciéndole a P'God que tenía que tratar un asunto personal nada relacionado con el trabajo. Gracias al expedito tráfico es que el chico pudo llegar rápido al condominio. Estacionó su motocicleta y entró al edificio saludando al conserje.
-Buenos días-.
-Buenos día, P'. Soy yo, Bank-. Respondió el chico bajándose la mascarilla negra.
-Oh, Es usted. ¿Por qué está con mascarilla? ¿Está resfriado?-.
-Sí, tengo molestias en la garganta y no quiero contagiar a nadie. Sólo vine a buscar un medicamento y luego me iré-.
-Está bien-.
El conserje confiado, lo despidió sin ver nada fuera de lo común, lo que significó una gran satisfacción para Bank.
Llegó al departamento y vio a Bonus sentado en la mesa con un vaso de leche.
-Vienes temprano-.
Bank se acercó y se sentó al lado de Bonus.
-¿Sabes conducir una moto?-.
-Sí, ¿por...?-.
-Entonces, toma-.
Se sacó la gorra y la chaqueta negra.
-¿Y esto?-. Preguntó Bonus intrigado.
-Si quieres ver a tu padre, vas a tener que hacer lo que yo te diré ahora-.
-¿Qué?-. Habló sorprendido casi saltando de la silla.
-Ve a quitarte la ropa. Te pasaré la que llevo puesta-.
-Eh.. sí, sí.. Voy enseguida-.
Bonus salió corriendo de la sala hacia el dormitorio e hizo lo que Bank le pidió. Se quitó la ropa y recibió su cambio.
Bank lo esperaba en la sala, con una bata encima por el momento. Vio salir a Bonus de la habitación y le entregó las últimas pertenencias.
-Ten el casco y lo guantes. Además, tengo una mascarilla en mi chaqueta. Es nueva, así que lo puedes usar con confianza. No olvides colocártela al momento de salir de aquí y ni se te ocurra quitarte la gorra-.
Bonus asintió y aceptó las cosas.
-¿Por qué estás haciendo esto?-. Preguntó de repente.
-Sólo ve. No pierdas el tiempo-.
-Sí, gracias-.
Se colocó la mascarilla y abrió la puerta, pero fue detenido antes de que diera un paso hacia el exterior.
-¡Espera! Toma este antigripal. Le dije al conserje que vendría por unos medicamentos para el dolor de garganta. No olvides decírselo si te pregunta algo. Ahora, cierra la puerta con seguro-.
Bonus asintió y obedeció a todo lo que Bank le pidió. Lo dejó atrás sin perder más tiempo para ver a la persona que anhelaba con todo su corazón y que necesitaba decirle que todo saldría bien.
A poco de llegar a la salida y sentir la libertad, un error lo llevó a detener sus pasos. No se le ocurrió preguntar cuál era la motocicleta de Bank y dónde la había dejado.
Justo frente al conserje, no sabía si bajar al estacionamiento subterráneo o salir al estacionamiento exterior.
-¿Sucede algo Nong Bank?-.
Bonus giró su cabeza y vio al conserje que tenía el ceño fruncido, como si sospechara algo. Ese conserje que estaba pagado por el jefe y que cualquier movimiento en falso, daría aviso de inmediato, ahora lo tenía justo frente a sus ojos.
-Eh, no nada-.
De pronto, una idea se le ocurrió.
-¿Puede ayudarme con algo?-.
-Sí, claro-.
-Olvidé enviar un mensaje, pero tengo mis manos ocupadas, ¿puede ir a dejarme el casco sobre mi moto mientras escribo el mensaje?-.
-Sí, claro-.
El hombre tomó el casco y salió hacia el exterior, donde se hallaba una motocicleta deportiva color rojo. Parecía muy sonriente, así que supuso que no había sospechado nada cuando le solicitó el favor. No había ningún tipo de preguntas o comentarios por parte del conserje, después de que saliera tras él cuando dio con la moto correcta. La encendió y salió con rumbo hacia su hogar.
No fue fácil para él conducir aquel vehículo, pues no tenía mucha experiencia en manejarlas y no podía llevarla a una alta velocidad sin tener el miedo de tener un accidente. Su recorrido demoró el doble de lo que normalmente se tarda Bank en ir a la casa de Bonus. Finalmente llegó sano y salvo.
Primero fue hacia la librería, pero estaba cerrada, deduciendo que se había quedado dormido, así que se dirigió a su casa. Abrió la puerta y lo primero que vio fue a su padre sentado en el sofá contando una cierta cantidad de dinero. Cuando levantó su cabeza, la ira se apoderó de él.
-¿Qué mierda haces en mi casa? ¿Cómo te atreves a entrar así?-.
-¡No! ¡Soy yo!-.
Se apresuró a sacarse el casco para revelar su rostro ante el hombre que se abalanzó sobre él cuando escuchó la voz. Para él fue suficiente.
-¡Dios! ¡Hijo!-.
-¡Papá!-.
El anciano lo abrazó con mucha fuerza dejando que sus lágrimas fluyeran y la felicidad lo inundara.
-Estás aquí, por fin estás de vuelta conmigo-.
-Te extrañé mucho-.
El hombre soltó el abrazo y tocó al chico por todas partes.
-¿Estás bien? ¿No te han golpeado? ¿Cómo es posible que estés aquí?-.
-Papá, estoy bien-. Respondió con una sonrisa en su rostro. Posteriormente, posó sus ojos hacia sus alrededores, encontrándose con la cantidad de dinero que había sobre la mesa de centro.
-¿Y eso?-.
-Es una larga historia, luego te la contaré. Pero dime, ¿cómo te han tratado? ¿Estás comiendo bien?-.
Bonus llevó a su padre hacia el sofá y ambos se sentaron para que pudieran estar más cómodos en la conversación.
-Bank me ha tratado bien. Él es el único de los chicos que se preocupa por mí. De hecho, él fue quien me dejó salir a espaldas de su jefe para poder verte-.
El anciano frunció el ceño.
-¿Bank? Pero si él es uno de ellos-.
-Él ha estado protegiéndome en medio de ese infierno. Me sacó de donde su jefe me tenía capturado y me llevó a su departamento-.
-¿Eso quiere decir que...-.
-Quiere decir que estoy realmente bien. Por favor, no te preocupes más por mí. Continúa pagando la deuda como corresponde-.
-¿Realmente estás bien?-.
-Papá, Bank ha estado protegiéndome en todo este tiempo. Incluso se ha lastimado él mismo con tal de que no me dañen. Realmente es un ángel... Mi ángel-.
El padre sintió honestidad y seguridad en las palabras de Bonus, que calmó su corazón trayéndole un poco de paz.
-Entonces, ¿cómo encontraste ese dinero?-.
-Ese dinero lo dejó alguien en la tienda dentro de un bolso. No es robado ni tampoco de alguien lejano puesto que dejaron una carta en su interior que iba dirigido a mí-.
-¿Y cuál es la cantidad?-. Dijo tomando un fajo.
-Alrededor de 50 millones?-.
La suma que el hombre le comentó a su hijo casi lo hace atorarse con su propia saliva. Su cuerpo comenzó a perder las fuerzas y su cabeza no procesaba lo dicho.
-¿Cómo que 50 millones de Bahts?-.
-Sí, sólo decía que era un regalo. Pero no sabemos más. Con este dinero he estado pagando nuestra deuda-.
-¿Y cómo sabes que no es robado?-.
-Bueno, simplemente lo sé-.
Una respuesta que no dejó del todo satisfecho a Bonus, pero no tenía más que debatir. Su padre era tan obstinado como él, así que cualquier palabra que le dijera en contra de pagar la deuda con ese dinero, sería inútil.
La conversación entre ambos se vio interrumpida cuando llegan una de las dos personas que siempre estuvieron al lado del hombre mayor.
Apenas lo vio, Jet salió corriendo a abrazarlo con mucha fuerza.
-¡Amigo! ¿Cómo estás? ¿Ya estás libre?-. Dijo entre lágrimas.
Bonus correspondió ese abrazo con la misma fuerza y emoción.
-No, sólo me ayudaron a escaparme, pero me tengo que ir, mi tiempo es limitado-.
Jet suelta el abrazo y lo mira a los ojos.
-¿Tienes un límite en el tiempo? ¿Quieres decir que no te han soltado?-.
-Sí, pero estoy bien-.
Bonus insistía en decir que todo iba bien, pero Jet no escuchaba esas palabras. Sentía una gran ira, pero intentaba controlarse.
-¡Esos malditos bastardos!-. Dijo empuñando las manos, pero Bonus las tomó entre las suyas cuando se percató de ello y las masajeó para tranquilizar al chico.
-Cálmate, por favor. Bank no es ningún bastardo. Él ha estado cuidándome desde que me sacó de ese sótano en la casa abandonada-.
-¿Qué quieres decir?-.
-Que él es diferente. Sólo tiene que vigilarme para que no me escape, pero si lo hago, me matará a mí y a ustedes-.
-De todas formas, él te tiene secuestrado-. Dijo Jet.
Prácticamente, era estar hablando con la pared, por esa razón no continuó más con la charla.
-Mi padre les contará como están las cosas. Sólo vengo a decirles que estoy bien y que tengo a una persona que me protege. Por favor, vivan su vida normal-.
Se dirigió hacia la salida y se despidió de los dos, pero antes de que se fuera, Jet le entrega su propio celular.
-Quédate con él. Así podrás comunicarte con nosotros y hacernos saber que estás bien, ¿de acuerdo?-.
-Sí, gracias-.
Montó la motocicleta y se alejó de sus seres queridos hacia el condominio, pero en el trayecto se le cruzó el problema de la distracción. Estaba tan concentrado en su familia que no prestó atención a las calles donde transitó.
En una esquina, cuando el semáforo cambió a verde, se estacionó para intentar recordar algo
-¡Mierda!-.
¿Cómo podría localizar aquel lugar si no tenía a su alrededor alguna pista que le hiciera recordar cómo llegar?
En ese instante, el teléfono perteneciente a Jet comienza a sonar. La pantalla mostraba un número desconocido al que no sabía si contestar o no, pues descartaba rotundamente a su familia y amigos. De pronto recordó que estaba contra el tiempo y tenía que llegar lo más pronto posible.
Con la mascarilla en su boca y el casco, contesta la llamada.
-¿Hola?-.
-De seguro te acuerdas de mí. Sólo te llamo para preguntarte si P'Bonus aún está con su padre. Sé que siempre estás allí, así que deberías saberlo-.
"¡Bank!", pensó para sus adentros.
Indeciso para revelarle que se había quedado con un celular ajeno, queda en silencio hasta que decide hablar.
-Bank, soy Bonus. Voy a casa, pero no puedo llegar. No recuerdo la dirección-.
-P'Bonus... vente rápido, por favor. La dirección es XX-.
-De acuerdo-.
Acabó la llamada y se dirigió a la mayor velocidad a la que él podía conducir, llegando en 30 minutos aproximadamente. Estacionó la moto en el mismo lugar y caminó hasta el ascensor teniendo la suerte de que el conserje no se encontraba en el lugar. Aún así, no olvidó que los pasillos estaban llenos de cámaras que graban día y noche y que esas grabaciones iban directo a las manos de P'God para continuar con su chantaje.
El ascensor se detuvo justo en su piso y abrió rápidamente la puerta. Bank lo esperaba impaciente en el sofá.
Apenas abrió la puerta, Bank inicia su charla con tonos de regaño.
-P'Bo, no debes tener ningún tipo de celular. P'God tiene todos los contactos de tus cercanos, así que definitivamente te rastreará-.
Bonus no dijo ninguna palabra, ni siquiera para reclamarle por haber abreviado su nombre. Normalmente, no le permitiría a un extraño que lo llamara de esa manera.
Se quitó todo lo que cubría su rostro y Bank se acercó a pasos agigantados.
-Dame el celular-.
Bonus obedeció si reproches.
Estaba completamente en silencio y no emitía ningún tipo de palabras, tampoco expresaba emociones. Parecía casi una momia.
Bank no preguntó la razón de la actitud de Bonus. Supuso que estaría emocionado por haber visto a su padre, por lo que prefirió dejarlo solo y partir a casa de su jefe. Le sonrió y habló.
-Espero que ya no estés tan triste como antes-.
Cuando estaba por abrir la puerta, la voz de Bonus se escucha.
-¡Espera!-.
-¿Eh?-.
como si fuera un canguro, dio dos grandes saltos y alcanzó a Bank abrazándolo con mucha fuerza. Esto sin duda descolocó al chico quien comenzó a sentir su corazón latir con mucha fuerza.
-¡Gracias, mi ángel!-. Le dijo con una voz entrecortada.
-¿Ángel?-.
-Gracias por lo que hiciste por mí hoy-.
Los brazos de Bank estaban tan pesados que no pudo moverlos para devolver aquel abrazo. Sin embargo, su rostro se giró hacia la zona de la nuca y sin poder tener control sobre sus acciones, depositó un beso en el cuello que fue sentido por Bonus al momento de soltar el abrazo, pero sin separar su rostro de la otra persona.
Como una fuerza magnética, ambos ojos se atrajeron entre sí y sus labios se buscaron mutuamente, terminando en un apego excitante y lleno de sentimientos.
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El ángel de los guantes negrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora