Segunda oportunidad

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Señor: Acompáñame

Abrí mis ojos lentamente y vi que el amo estaba parado frente a mi, así me levanté y le seguí hasta esa habitación la cual me traía muy malos recuerdos.

Abrió la puerta sin decir nada y se adentro, yo no quería pero tampoco quería recibir una paliza mientras seguía recuperándome así que entre.

Señor: Te daré la oportunidad de redimirte, acuéstate boca abajo

El alo desabrochó si pantalón yo dudoso me acosté en la cama pero no boca abajo como el quería, así que cuando se empezó a acercar a mi creí que me iba a golpear, pero nunca llegó.

Tomo mis manos y las colocó en mis espalda después sentí como un frío metal abrazo mis muñecas, me había colocado unas esposas imposibilitando mis manos después el mismo me giro quedando boca abajo.

Ank: Por favor amo

Señor: No digas nada, sólo quiero escuchar tus gemidos

Ank: Yo no quiero esto, aún no estoy listo

Señor: Deberías agradecer que te estoy dando la oportunidad de redimirte, no porque hayas firmado ese contrato significa que no puedo mandarte a uno de los prostíbulos

Ank: ¿Qué?

Lo que había dicho el amo me dejó desconcertado, ¿cómo que podía mandarme?, no se supone que yo había escogido quedarme aquí, entonces recordé que no había terminado de leer el contrato cuando lo firme.

Aunque mis pensamientos fueron interrumpidos al tener una intromisión demasiado desagradable en mi recto, mis ojos se cristalizaron al ser doloroso y sin nada que amortiguara el dolor.

Pero no le daría la oportunidad de verme llorar o suplicar, debía de ser fuerte, si quería salir de aquí con mi integridad intacta, costara lo que costara.

Señor: Estás muy callado, ¿sucede algo?

No le respondí, me limiten en concentrarme en las lágrimas que descendían por mis ojos llegando a mis mejillas hasta que sentí un dolor más intenso.

Se expandida mi interior y poco después un líquido caliente rebotó en mis paredes, después un vacío se hizo presente y él se había parado yendo hacia el baño.

Yo me gire quedando boca arriba al poco rato el amo se acercó y quitó las esposas que aprisionaban mis manos llevándolas a un cajón para voltear a verme.

Señor: Ve a darte una dicha y luego vuelve con Jimy

Por un segundo dude en si debía decirle o no pero tampoco podía quedarme así sin saber que era lo que en realidad había aceptado

Ank: Amo

Señor: ¿Qué?

Ank: ¿Podría permitirme el contrato que firme?

Señor: ¿Para qué?, creí que había leído ese día de que se trataba

Ank: Se lo imploro

Señor: Si te portas bien, tal vez te conceda el deseo de leer tu contrato, ahora largo y no te olvides de asearte

El amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora