2 .Recuerdos.

55 14 3
                                        


*

*

 París siempre fue su anhelo, desde que Nam lo comenzó a llevar a los museos y exposiciones, que la idea de viajar a aquel país se hizo presente, más cuando Jin se unió al dúo, siendo un cómplice más para Agust.

—Con calma, cachorro... —lo veía con la emoción, desbordándose en su rostro.

—Sí, tío Jin, es solo que... —Suspiró— este ha sido mi sueño desde que —y pasó de la emoción a la calma y luego a la pena, Jimin aún dolía en su corazón.

—Lo sé, cachorro, por eso debes estar tranquilo para que puedas disfrutar a concho este momento— tocando su ahora más larga cabellera.

—Si 

—Listo, ya cambié dinero, y configuré las tarjetas, estamos listos para disfrutar —Nam se había vuelto su soporte, siempre lo fue, pero luego de la muerte de Jimin, Agust se apegó de tal forma al mayor que eran inseparables —nos vamos?

—¡Sí!

Se levantó como cada día, sintiendo ese peso en su pecho, pero a la vez un vacío, algo faltaba, eso era un hecho, pero odiaba no saber qué.

Había salido de fiesta por la noche y si bien coqueteo con muchas omegas ninguna se sintió atraída por él, pero él sí lo sintió de algunos alfas, acaso había algo mal en su persona? Haesuk estaba comenzando a creer que sí, sin mencionar que en su vida jamás había escuchado a su lobo, algo que ya para su edad debía ser común.

—Buenos días

—Qué cara, estuvo buena la fiesta, al parecer—sonriendo.

—No tanto— sentándose de golpe y suspirando— padre, ¿hay algo malo en mí?

—¿Algo malo?—asintió —¿Qué puede estar mal, contigo, Haesuk?-

—No sé, es solo que por momentos siento que vivió una vida que no es mía, padre, trato y te juro que me siento peor, como si me faltara algo. Mi corazón busca algo que mi mente no puede recordar—Donghae lo sabía, en algún punto su hijo comienza a cuestionar, pero él ya tenía una solución.

— Creo que te hacen falta vacaciones, hijo, te estás estresando por cosas que no tienen sentido...

—¿Vacaciones? —dijo sarcástico— padre vivo de vacaciones, no hago nada con mi vida más que respirar, comer y cagar. Dime tú qué estrés puedo tener?—era una mezcla entre frustrado y molesto, pero no sabía bien con quién, sí con él o con el mundo, simplemente se sentía así.

—Haesuk...

—Perdón, no sé bien qué pasa conmigo —se levantó y comenzó a caminar hasta salir de la casa, dejando al mayor con ese sentir en su pecho. Jimin luchaba por volver y él tendría que nuevamente ponerle una barrera.

Caminó por horas sin rumbo, solo dejando salir eso que parecía no terminar en su cabeza, miraba a la gente pasar, familias siendo felices, omegas con sus lindos cachorros, sonriéndoles con ese infinito amor de madres, inconsciente puso sus manos sobre su vientre.

—Por qué deseo algo que no puedo tener?— susurró. Él era un alfa de aroma extraño, pero alfa, jamás sabría lo que es llevar el fruto del amor en su cuerpo, pero entonces, ¿por qué lo anhelaba?

Cuando fue consciente se vio frente a la gran torre, donde miles de familias y turistas disfrutaban de la hermosa vista, además de los aromas que las cafeterías daban, suspiro por milésimas vez y se sentó en aquella banca.

Cerró los ojos y busco calmarse, tampoco podía armar un berrinche, por algo que ni él entendía.

—Yo digo que primero la torre y después el museo...

—¿Pero ese museo no está en Francia? 

—Si lo está, tendremos que viajar por la mañana para llegar pasado el mediodía.

—¡Sí, ya quiero ver las obras!! —los abrió lento, viendo cómo frente a él pasaba una familia, dos adultos y un jovencito, de sonrisa ancha y ojos felices. Algo se movió, algo rugió fuerte en su pecho al verlo, y más aún al olerlo— gracias por esto abuelo gato de verdad. 

—Por mi nieto lo que sea, sabes que eres mi consentido... — vio al mayor acariciar el cabello del jovencito, y como este se volvía un cachorro con el tacto—... Agust.

Sus pupilas se dilataron, y su cabeza punzó, el estómago se le revolvió y unas náuseas que casi no logró contener golpearon su cuerpo, la imagen de un niño, sonriente feliz junto a él, apareció en su mente.

~Desde ahora todo será diferente hijo, ya verás~

Cuando logró levantarse, dio un paso y segundos después el frío suelo lo recibió, ya que se había desmayado.

La gente se agolpaba a su alrededor, dando los primeros auxilios, llamando la ambulancia y buscando entre sus pertenencias algún documento que les diera el nombre del chico inconsciente.

Y si bien Agust, noto el caos, no le prestó más atención, siguió su camino junto a su abuelo y Jin sin saber que había estado a solo pasos de alguien importante y especial.  

Despertó en su habitación con la voz de su padre resonando del otro lado de la puerta, se oía molesto, con quien fuera que estaba a su lado.

—¡Dijiste que no tendría complicaciones, que olvidaría todo!

—Y lo hace, pero la medicina no evita que su mente trate de unir los puntos sueltos. Donghae —agudizó un poco más el oído— puedo dormir a su lobo, pero no las memorias que este guarda de la antigua vida de Jimin...

—Jimin?— susurró, haciendo que su cabeza volviera a punzar, pero no tan fuerte como la vez anterior —auch!...— escuchó la puerta abrir, viendo cómo su padre y el médico que personal de la familia entraban.

—Haesuk estás bien, hijo?

—Padre que, que paso...— sentía que explotaba como si algo quisiera salir de su cabeza—. Dios me duele...

Donghae miró al médico y este asintió.

—Déjame darte un medicamento para eso Haesuk— se sentó en la cama y de su bolso sacó un frasco y una jeringa.

—No, no quiero odio las inyecciones— moviéndose un poco buscando poner distancia entre el hombre y él— Padre, ¿quién es Jimin?—Quedó de piedra mirando a su hijo, que tenía esa expresión en su rostro, la duda.

—De donde ...

—Escuche al doctor cuando te dijo que no podías evitar recordar a Jimin, ¿quién es él? — nuevamente los mayores se miraron, habían cometido un error, hablar de algo que no debían cercar, de quien menos tenía que escuchar — ¿Quién...

—No es nadie, hijo, olvida, eso es algo del trabajo — dijo tocando su hombro, haciendo que la atención del menor se fuera a él, dejándole así libre acceso al doctor, que ni tres segundos tardó en poner el sedante y los medicamentos en la sangre del rubio.

—¡Qué?, papá!—puchereo.

—Listo, eso calmará el dolor y lo hará dormir tranquilo unas horas, joven Haesuk— sonriendo.

—Es un tramposo— no pasó mucho para que cayera dormido, dejando a los mayores mirándose fijo.

—¿Qué me recomiendas? 

—Déjalo así, por ahora, es solo un nombre, no causó más curiosidad de la debida, ya sí, con los días aumenta...— hizo una pausa — lo borras otra vez.

Asintió y luego de mirarlo por última vez, salieron ambos de la habitación.

—Agust...—susurró lastimero, mientras una lágrima bajaba por su mejilla—. Mi Agust.

Porque por más que Donghae buscará apartar los recuerdos de su hijo, estos se hacían presente en su vida.

*

*

.Acróstico 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora