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𝑫𝒆𝒕𝒓𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒄𝒂𝒎𝒂𝒓𝒂𝒔
ᴬᵘᵈʳᵉʸ

Estaba en el piso de mi habitación con heridas en la espalda y brazos por correazos. Eros había echado también un grito. eso lo hizo mi padre Regulus, ni siquiera debería tener ese título de "padre" a él solo le importaba su fama y su vida amorosa,no le importaba yo ni mi hermano. Él era tan egoísta, tan idiota, tan... Abusador.

me levante del piso con dificultad un poco cojeando pero tenía que ver a mi hermano, Eros, fui poco a poco a su habitación abrí la puerta casi cayéndome cuando entré vi a mi hermanito débil, sentando en el suelo, llorando y con los oídos tapados con sus manos y decía débilmente

—él es un..-Tosió.—un maldito.

le acaricie la espalda suavemente le di un besos en la frente

—Eros, no digas esas cosas eres muy grande para decir ese tipos de cosas.

Eros era mi hermano mayor pero aveces parecía un niño pequeño qué necesita atención y me agradaba mucho eso.

Después de consolar a Eros, nos quedamos en su habitación en silencio, absorbiendo el peso de la situación. La habitación, que solía ser nuestro refugio, ahora se sentía opresiva, cargada con el miedo y la incertidumbre.

Miré a mi hermano, sus ojos llenos de dolor y desesperación. Sabía que no podíamos escapar de esta situación, al menos no por ahora. Mi corazón se encogió al pensar en los días por delante, atrapados en este ciclo de abuso y tormento.

Decidí que necesitábamos encontrar una forma de sobrellevar esta situación juntos. Tomé la mano de Eros en la mía y le prometí que estaría ahí para él, pase lo que pase. Juntos encontraríamos la fuerza para enfrentar los desafíos que se nos presentaban, incluso si eso significaba soportar más dolor en el camino.

Nos abrazamos con fuerza, encontrando consuelo en nuestra conexión mutua. Aunque no podíamos escapar físicamente de nuestra situación, al menos teníamos el amor y el apoyo del otro para enfrentar los días difíciles que se avecinaban.

Pasaron las horas y la calma se instaló en la habitación. Con Eros a mi lado, traté de distraerlo contándole historias de aventuras y sueños, intentando alejar por un momento la pesadilla en la que estábamos atrapados.

Nos sumergimos en un mundo de imaginación, donde éramos valientes guerreros luchando contra monstruos y salvando reinos enteros. Por un breve instante, olvidamos nuestras preocupaciones y nos sumergimos en la magia de nuestros propios relatos.

A medida que caía la noche, el cansancio nos envolvió y nos sumergimos en un sueño profundo, aferrándonos a la esperanza de que algún día encontraríamos una salida de este oscuro laberinto en el que nos encontrábamos.

Antes de enamorarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora