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505
ᴬᵘᵈʳᵉʸ

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I'm going back to 505
If it's a seven hour flight or a forty-five minute drive
In my imagination, you're waitin' lyin' on your side
With your hands between your thighs
But I crumble completely when you cry
It seems like once again you've had to greet me with goodbye
I'm always just about to go and spoil the surprise
Take my hands off of your eyes too soon
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Estaba recostada en la cama escuchando la música, sentía que mi mundo se acabó apenas que pise Roma ese 25 de marzo.. Mi vida se vino a abajo.

Mis pensamientos giraban en un remolino de emociones mientras la letra de la canción llenaba la habitación. Cada palabra resonaba dentro de mí, recordándome el dolor y la angustia que me habían consumido desde aquel fatídico día en Roma.

Sentada en mi cama, miré fijamente la pared frente a mí, tratando de ahogar el torrente de recuerdos que amenazaba con inundarme. Roma, el lugar donde todo comenzó a desmoronarse, donde mis sueños se hicieron añicos ante mis ojos.

Recuerdo el sabor amargo de la despedida, el eco de tus palabras cortantes resonando en mi mente una y otra vez. Me sentía perdida, atrapada en un laberinto de emociones turbulentas, sin un camino claro hacia la salida.

Cerré los ojos con fuerza, tratando de encontrar consuelo en la oscuridad que me rodeaba. Pero incluso en el silencio de mi habitación, tus recuerdos me perseguían, susurrándome promesas rotas y sueños perdidos.

En medio de la tristeza abrumadora, una pregunta seguía resonando en mi mente: ¿cómo llegamos a este punto? ¿Cómo pasamos de ser dos almas gemelas perdidas en el laberinto del amor a extraños distantes y desconocidos?

Me estremecí al recordar los momentos felices que una vez compartimos, las risas compartidas y los secretos susurrados al oído en la oscuridad de la noche. Pero ahora, esos momentos parecían tan lejanos como las estrellas en el cielo nocturno, inalcanzables e irreales.

Y mientras la canción llegaba a su fin, me di cuenta de que tal vez, solo tal vez, había llegado el momento de enfrentar la verdad y dejar ir el pasado. Porque aunque el dolor de la despedida aún me consumía, sabía que solo mirando hacia adelante podría encontrar la esperanza de un nuevo comienzo.

La melodía de la música se desvaneció lentamente, dejando un eco de silencio en la habitación. Me quedé allí, sumida en mis pensamientos, mientras el peso del pasado seguía presionando sobre mis hombros.

Decidí levantarme de la cama y caminar hacia la ventana. El resplandor de la luna se filtraba a través de las cortinas, pintando el paisaje nocturno con una luz plateada. Observé las luces de la ciudad parpadeando en la distancia, preguntándome qué depararía el futuro.

En medio de la oscuridad, una chispa de determinación se encendió dentro de mí. Sabía que no podía quedarme atrapada en el dolor y la tristeza para siempre. Debía encontrar la fuerza para seguir adelante, para dejar ir lo que una vez fue y abrirme a lo que podría ser.

Con paso decidido, me dirigí hacia mi escritorio y tomé un bolígrafo y papel. Comencé a escribir, dejando que las palabras fluyeran libremente de mi mente hacia la página. Escribí sobre el amor perdido, sobre los sueños rotos y sobre la esperanza de un nuevo comienzo.

A medida que las palabras tomaban forma, sentí un peso levantarse de mis hombros. Era como si al poner mis pensamientos en papel, estuviera liberando mi alma de las cadenas del pasado. Sabía que el camino hacia la sanación sería largo y difícil, pero estaba dispuesta a recorrerlo con valentía y determinación.

Cuando finalmente dejé de escribir, miré el papel frente a mí con una sensación de paz interior. Había encontrado un rayo de luz en medio de la oscuridad, una razón para seguir adelante incluso cuando todo parecía perdido.

Con un suspiro de alivio, me recosté en la cama y cerré los ojos. Sabía que el camino hacia la recuperación sería difícil, pero también sabía que no estaba sola. Con el apoyo de aquellos que me querían y con la fuerza que encontraba dentro de mí misma, estaba segura de que podría superar cualquier desafío que se presentara en mi camino hacia la redención y la renovación.

Mientras caminaba por el parque, no pude evitar que mi mente regresara a las sombras que habían oscurecido mi vida en casa. Los recuerdos de las noches llenas de gritos y golpes, las lágrimas derramadas en silencio y el miedo constante que me había consumido desde hacía demasiado tiempo.

La violencia doméstica era un tema que siempre había evitado enfrentar, incluso en mi propia mente. Pero ahora, mientras el sol se elevaba en el cielo y las aves cantaban en los árboles, me di cuenta de que ya no podía seguir ignorando la verdad dolorosa que me había estado persiguiendo.

Cada moretón en mi piel, cada palabra hiriente que había sido lanzada contra mí, era una cicatriz invisible que llevaba conmigo a dondequiera que fuera. Me había acostumbrado a ocultar mi sufrimiento detrás de una máscara de indiferencia y una sonrisa falsa, pero ya no podía seguir fingiendo que todo estaba bien.

Decidí que era hora de enfrentar la verdad, de hablar sobre las heridas que habían marcado mi cuerpo y mi alma. Sabía que no sería fácil, que abrirme sobre mi experiencia significaría exponerme a un dolor aún más profundo, pero también sabía que era el primer paso hacia la sanación.

Mientras caminaba, decidí que buscaría ayuda, que no permitiría que el ciclo de violencia en el que estaba atrapada me consumiera por completo. Había personas que me amaban y me apoyaban, que estarían allí para mí en mi momento de necesidad, y estaba decidida a no defraudarlas.

Al final del camino, me detuve una vez más frente al estanque tranquilo. Esta vez, en lugar de cerrar los ojos y huir de la realidad, enfrenté el reflejo en el agua con valentía y determinación. Sabía que el camino hacia la sanación sería largo y difícil, pero estaba lista para enfrentarlo con coraje y esperanza en mi corazón.

Antes de enamorarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora