𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐀𝐘 𝐈 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐃 𝐘𝐎𝐔 - [Toto Wolff]

14.5 A Broken Heart

CHAPTER FOURTEEN
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Un corazón roto

TOTO'S POV

Me encontraba de pie en el paddock del Red Bull Ring al atardecer, la luz del sol arrojaba tonos dorados y anaranjados sobre las colinas circundantes mientras se preparaba para desaparecer detrás del horizonte. El circuito se encontraba en medio de un entorno montañoso, rodeado de exuberante vegetación y bosques que se recortaban contra el cielo crepuscular. Observé cada detalle con un nudo en la garganta. 

Como director, estaba acostumbrado a quedarme tras bambalinas, a ver esas curvas desde una perspectiva diferente: la estrategia, la táctica, el rendimiento del coche... Pero esa tarde no estaba allí como director. No, estaba allí como piloto y por razones más personales que profesionales, buscando desahogar la frustración y la rabia que sentía dentro de mí, cortesía de la mujer por la que mi corazón se desmoronaba en pedazos, como las ruinas de un antiguo castillo consumido por las llamas del tiempo.

El sol del ocaso bañaba el circuito, pintando de luz brillante cada centímetro de asfalto. El Red Bull Ring se mostraba imponente, desafiante, como si estuviera retándome a dejar atrás mis penas y concentrarme en la carrera que tenía por delante. Pero no pude evitar que mi mente divagase hacia ella, hacia cada recuerdo lacerante que me hizo tomar esta decisión impulsiva de correr. 

«Porque aunque me gustas mucho, jamás voy a amarte como lo amo a él»

Las palabras de Selene retumbaban en mi cabeza una y otra vez, como un eco doloroso que no podía silenciar. Parecía que se burlaba de mí. 

Con un suspiro, cerré los ojos por un momento. Me puse el casco, ajustándolo con cuidado, tratando de bloquear los pensamientos que amenazaban con distraerme. Sentí la adrenalina correr por mis venas mientras me deslizaba hacia el interior del Mercedes-AMG GT2, el rugido del motor resonando a mi alrededor. 

Acostumbrándome al dolor que me quemaba desde dentro cada vez que respiraba, salí a la pista, desesperado por encontrar ese consuelo que tanto necesitaba, sintiendo la fuerza G empujándome contra el asiento con cada aceleración.