Eres un chico que finge tenerle miedo al compromiso, solo hasta que la persona de la que estas enamorado se decida a tener algo serio contigo.
Pero... ¿Cuánto más vas a esperar?
¿Qué tienes que hacer para que él se decida de una vez?
¿Qué tiene que...
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Un pequeño pato se encontraba sobre el sofá, acurrucado entre una manta que se había adueñado, tenía todos sus ánimos por los suelos y sus ganas de seguir sus inútiles esfuerzos para enamorar al híbrido de oso, se habían terminado. Vegetta siempre lo iba a opacar. Rubius no lo aceptaba y se esforzaba en negarlo pero estaba enamorado del principe de Karmaland.
Él jamás sería un rival para Vegetta porque Rubius solamente lo considera su amigo o peor aún... Su socio.
No hay alguna pequeña parte de amor para él, todo era para Vegetta y solo para Vegetta. Y no lo culpaba, el hechicero del pueblo tenía muy buenas virtudes, unas maravillosas virtudes, cualquiera se podría enamorar de él... Pero para su desgracia, la persona que ama... Estaba enamorado de él y lo más doloroso, era que Vegetta le correspondía, siempre le había correspondido, Vegetta siempre estuvo para Rubius y siempre estará para él.
Porque lo ama.
Lágrimas silenciosas se escapaban de sus pequeños ojos mientras se acurrucaba aún más en su sitio, sin ánimos de moverse.
–Quacks –llamó el castaño en cuanto salió de la cocina– Hora de desayunar –dijo con una pequeña sonrisa, pero se le borró en cuanto vió al pato.
Luzio hizo una mueca de tristeza y decidió acercarse al sofá donde se encontraba su mejor amigo, se agachó frente a él y fue entonces que el pequeño pato abrió sus pequeños ojos para mirar los bellos rubíes que poseía el mayor.
–Sé que lo de anoche te afectó... A cualquiera le habría afectado –se humedeció los labios con la punta de su lengua– Pero no podemos rendirnos, un beso no significa nada –sonrió intentando animar al pato– ¿Cuántas veces tú y yo nos besamos? –el pequeño animalito levantó la cabeza, el castaño había logrado llamar su atención, y sin darse cuenta, su corazón había comenzado a latir fuertemente– ¿Lo ves? No significa nada –los pensamientos de Quackity se frenaron de golpe– Te prometo que Rubius se enamorará de ti y romperemos tu maldición, te lo prometo, Quacks.
»¿Cómo que no significó nada, cabron?
Pinche Lusu, ERES UN PENDEJO...«
Lo único que se escuchaba del pato, eran sus escandalosos graznidos, que el castaño interpretó como gritos llenos de emoción, así solía comportarse Quackity cada vez que se emocionaba con algo, pero en realidad, el pequeño pato le estaba gritando todos los insultos que se sabía y que creía que el mayor se merecía.
¿De verdad había dicho que esos besos no significaron nada? Quizás para él no, pero para Quackity.... Era como estar en la nubes, tocar el bendito cielo con las yemas de sus dedos, era toda una experiencia probar los labios de Luzuvlogs.
Y si fuera por él, volvería a besarlo para que no ande diciendo que no significó nada, pero no serviría, tenía que concentrarse en romper su maldición para poder seguir con su vida.
