Écoute ⭑ dm + hp

Chapitre cinq

Capítulo 5: Dúo insolente

⠀⠀⠀

En el frío y lúgubre aula de pociones, donde el aire estaba impregnado del penetrante olor de ingredientes mágicos y el sonido de burbujeantes calderos llenaba el ambiente, el Profesor Snape se encontraba particularmente irritado. Sus ojos oscuros y penetrantes se posaron en Draco y Harry, quienes se esforzaban por contener las risas que amenazaban con escapar de sus labios.

Severus Snape conocía bien a sus alumnos. Sabía que la señorita Granger, con su inteligencia y prudencia, raramente se permitía desafiar las reglas de manera tan flagrante. Su amigo Ron, siempre tímido ante su presencia, no sería capaz. Pero Draco y Harry, ese dúo intrigante y a menudo impredecible, eran diferentes. Tenían un espíritu de rebeldía y una valentía compartida que los impulsaba a desafiar las convenciones y a desafiar la autoridad, incluso cuando eso significaba enfrentarse al temible Profesor Snape.

"¡No toleraré más sus travesuras en mi aula!", espetó Snape con su voz áspera y autoritaria. "¡Diez puntos menos para Gryffindor!"

Ambos no pudieron evitar intercambiar miradas cómplices, sus ojos brillando con preocupación, sabían que la pérdida de puntos afectaría a sus casas, sus compañeros no eran especialmente amables con Harry, apenas unos días desde que regresaron a la escuela y Harry ya había hecho que perdieran 10 puntos.

La travesura que habían perpetrado en el aula de pociones era una combinación audaz de ingenio y magia, típica de la inventiva del dúo terrible. Aprovechando la lección sobre el uso de ingredientes volátiles en pociones, habían decidido añadir un toque de caos a la mezcla.

Mientras el Profesor Snape se había distraído brevemente al atender a un estudiante con dificultades para encender su caldero, Draco y Harry habían conspirado en silencio. Con un rápido y discreto intercambio de ingredientes mágicos, habían introducido un polvo especial en el caldero central del aula, aquel que siempre tenía la poción más volátil y propensa a las reacciones inesperadas.

Tan pronto como el Profesor Snape comenzó a agitar el caldero para mostrar el siguiente paso de la lección, la poción comenzó a cambiar de color de manera errática, pasando del verde esmeralda al azul eléctrico, y luego al rojo ardiente en cuestión de segundos. Burcios y chispas de colores comenzaron a saltar del caldero, llenando el aula con un espectáculo mágico y caótico.

Los estudiantes, inicialmente desconcertados, comenzaron a reír y a murmurar entre ellos, incapaces de contener su asombro ante la travesura del Gryffindor y Slytherin. Snape, por su parte, había logrado contener la explosión inminente con un rápido conjuro, pero no pudo ocultar su irritación y desconcierto ante el inesperado giro de los acontecimientos.

Aunque la travesura había sido arriesgada y sin duda infringía las reglas de la escuela, Draco y Harry no pudieron evitar sentir una oleada de satisfacción. Habían logrado crear un momento de diversión en medio de una aburrida lección de pociones.

⠀⠀⠀
⠀⠀⠀
⠀⠀⠀

En el bullicioso Gran Comedor de Hogwarts, el murmullo de conversaciones y risas llenaba el aire, mezclándose con los aromas tentadores de los guisos, pasteles y dulces que adornaban las mesas. Sin embargo, una notable ausencia se hacía sentir entre el cuarteto. Harry Potter, no había hecho acto de presencia.

A pesar del castigo impuesto por Snape, que los había dejado una hora extra en detención por su última travesura, la hora del almuerzo era un ritual sagrado para los estudiantes de Hogwarts, una pausa necesaria en medio de sus ajetreadas vidas mágicas. Era impensable saltarse la comida, no solo por el hambre física que producía el aprendizaje de la magia, sino también por el sentido de comunidad que se experimentaba al compartir ese momento con amigos y compañeros.

Draco, sintiendo una inquietud creciente, decidió tomar la iniciativa y salir en busca de Harry. Conocía bien a su Gryffindor; sabía que no era por el castigo, por justificado que estuviera. Recorría los pasillos del castillo a paso apresurado, su mente aún reviviendo la tensión del aula de pociones y la mirada furiosa del Profesor Snape. Mientras avanzaba, sus pensamientos se interrumpieron al notar una figura solitaria sentada en una de las frías filas de mármol que bordeaban el pasillo. Se acercó con curiosidad y se alegró al identificar a Harry.

El ambiente alrededor de ellos era sereno, casi etéreo, como si el tiempo se hubiera detenido momentáneamente. "Cararajada, ¿qué haces aquí? Te estás perdiendo el almuerzo."

Potter, al percatarse de la presencia de Malfoy, mostró una expresión de sorpresa, tratando de disimular su comportamiento nervioso. "No tengo hambre, Draco", dijo rápidamente, intentando desviar la atención de su amigo.
Se levantó dispuesto a irse a los dormitorios. Sin embargo, Draco, con una agilidad increíble que dejaba claro su instinto protector, se inclinó hacia adelante y colocó sus manos en la cintura de Harry, palpando los huesos marcados que sobresalían bajo la delgada capa de la piel. Podía sentirlos fácilmente aún con dos capas de ropa. Un escalofrío de preocupación y angustia recorrió su cuerpo al instante.

"Los Dursley te han dejado casi sin comer este verano", murmuró Draco, su voz cargada de ira. Los ojos grises del joven Slytherin brillaban con furia, su ceño fruncido revelaba la profunda incomodidad que sentía al imaginar el trato cruel y negligente que Harry había recibido de sus parientes.

Harry, aunque agradecido por la preocupación genuina de Draco, se apresuró a tranquilizar a su amigo. "No te preocupes, Draco", comenzó, intentando mantener un tono ligero y despreocupado. "He aprendido a controlar mi consumo. Además, si como demasiado la ropa de Dudley me quedará tan ajustada que no podré ni sentarme".

Aunque intentaba restar importancia a la situación, Harry no podía evitar sentir una punzada de vergüenza al recordar las camisetas desgastadas y demasiado pequeñas que aún llevaba. Las prendas, heredadas de su primo Dudley cuando tenía solo siete años, ahora parecían más propias de un niño que de un adolescente de su edad. Las telas descoloridas y los estiramientos visibles eran un cruel recordatorio de su precaria situación y de los años de desprecio y marginación en manos de los Dursley.

Malfoy seguía furioso por la situación. Cada pensamiento sobre los Dursley y su trato hacia Harry encendía una chispa de indignación en lo más profundo de su pecho. No podía comprender cómo alguien podría ser tan cruel y desconsiderado, especialmente con alguien tan increíble como Harry. Sentía un ardor en su interior, una mezcla de rabia y sed de venganza, como si estuviera dispuesto a enfrentarse a los Dursley y hacerles pagar por cada lágrima y cada momento de sufrimiento que le habían causado a su pequeño de ojos verdes.

Sin pensarlo dos veces, Draco se acercó a Harry y lo abrazó con fuerza, como si quisiera protegerlo de cualquier daño futuro. El abrazo era intenso, cargado de emoción y cariño, pero también de una rabia palpable. Luego, inclinándose hacia adelante, depositó un beso suave en la sien de Harry, un gesto tierno y protector que buscaba reconfortarlo y recordarle cuánto lo quería.

El azabache, sorprendido por la intensidad de las emociones de Draco, se quedó unos instantes sin saber cómo reaccionar. Al sentir el fuerte abrazo de su amigo y el cálido beso en su sien, se sintió derrumbado, el rubio le mostró consuelo y apoyo, su forma física de decirle que podía abrirse con él. Por un momento, pudo olvidar el dolor y la vergüenza asociados con su situación familiar, y en su lugar, se sintió protegido.

"Gracias, Draco", murmuró, su voz temblorosa. "Me agrada saber que estás aquí para mí, siempre estás aquí".

Draco, con los ojos brillantes y la mandíbula tensa, asintió con firmeza. "Siempre estaré aquí para ti, Harry", aseguró, su voz suave pero firme. "No importa lo que pase, siempre puedes contar conmigo".